Epílogo
El carruaje se alejaba lentamente por el camino, en él se marchaban Luka y Margaret, la mujer con la que acababa de desposarse. Lizzy siguió el camino del vehículo con la mirada hasta que se perdió de vista entre los árboles, sin dejar de llorar por la marcha de su hijo.
-Elizabeth- La llamó su marido, colocándose junto a ella, apoyando su mano en la cintura de su esposa- ¿Estás bien?
-Si, estoy bien- Respondió mientras intentaba limpiar las lágrimas que caían sin control- Sé que es temporal, que van a aprovechar tus negocios para viajar y estarán en nuestra casa de Londres, pero no puedo evitar emocionarme y pensar en lo mucho que lo voy a echar de menos.
-Cuando fue a la universidad no te pusiste así.
-No es lo mismo- Dijo apoyando su cabeza sobre el hombro de su amado- En la universidad volvía cada pocas semanas y siempre estaba ansioso por vernos- Suspiró - Ahora va a pasar mucho tiempo hasta que vuelva, y cuando haga viajes él solo, no pensará en volver aquí con nosotros, querrá ir donde esté su esposa- Él la abrazó con cariño - Sé que soy una tonta, que esto es normal, y de verdad que estoy feliz porque se haya casado con una buena chica, pero siempre será mi niño.
-Siempre has estado muy unida a Luka, es normal que la separación te cueste, pero verás como en unos días es más llevadero.
-Eso espero- Volvió a suspirar abatida.
-Vayamos dentro - Le pidió sin soltar su abrazo- No quiero que enferme por estar a la intemperie sin abrigo más tiempo del necesario.
-Está bien.
Sin soltarse, ambos se adentraron en la casa, recordando como fue cuando Luka llegó a sus vidas y el cambio que significó para su familia.
Luka le había dado luz a sus vidas cuando temían no poder concebir a causa del envenenamiento, y cuando nacieron las trillizas, él siguió dedicándoles sus sonrisas y su cariño. Incluso cuando le contaron su verdadero origen, no se enfadó como pensaban, al contrario, se sintió agradecido por tenerlos como padres.
Ambos llegaron al salón donde las tres damitas de la casa, con ya 18 años, reían y comentaban lo sucedido durante el enlace de su hermano.
-¿Crees que ellas se casarán pronto?
-¡No! - Exclamó con tono de enfado- ¡Aún son muy jóvenes!
-Solo son un año más pequeñas que Luka, y tienen la misma edad que Margaret.
-¡Casi dos años más pequeñas! - Puntualizó obcecado - ¡No se van a casar hasta dentro de mucho y no hay más que hablar!- Sin poder evitarlo, Lizzy comenzó a reír al ver lo posesivo y celoso que se ponía - ¿Por qué te ríes?
-No te había visto de esa forma desde que Georgiana se casó- Le comentó divertida- Había olvidado lo posesivo que eres con tus mujercitas.
-Yo no le veo la gracia.
-Es gracioso porque sabes que tus niñas ya han sido presentadas en sociedad y tienen pretendientes- Le picó un poco mientras rodeaba su cintura con los brazos--Y parece que Beth corresponde a uno de esos pretendientes.
-¿Qué? ¿Mi Beth? ¿Quién es ese cretino?
-Ese cretino es el hijo de Richard y Anne- Le informó - Y hace tiempo que los dos se dedican miradas y comparten muchas conversaciones, me sorprende que no lo hayas notado.
-¿Albert?- Preguntó enfurruñado- ¿Albert pretende casarse con mi niña?
-Nadie ha hablado de boda todavía, pero si continúan así es probable que así sea.
-¡No! ¡Me niego en rotundo! - Dijo enfadado--¡Albert no es el indicado! ¡Él no la merece!
-Espero que nunca digas eso delante de Richard- Suspiró con resignación y armándose de paciencia- Dime ¿habrá alguna vez alguien que merezca a cualquiera de ellas? - Darcy las miró en silencio, no queriendo responder--Sé que son tu debilidad, en especial Beth, y que quieres lo mejor para ellas.
-Eso siempre.
-¿Y no quieres que sean felices con el hombre que elijan? - Fitzwilliam la miró con ternura y con algo de pesar.
-Claro que quiero eso, pero no me hago a la idea de lo mucho que han crecido- La estrechó con sus brazos y la meció- ¿Recuerdas el día que por fin pudiste estar con ellas tras el parto? Creo que jamás he visto una escena más hermosa.
-¿Y tu recuerdas el infierno que vivimos cuando comenzaron a andar?
-¡Dios! Esa época fue terrible, el pobre Luka iba tras ellas, queriendo ayudarlas y llevándose tirones de pelo de Judith, mordiscos de Anny y empujones de Beth.
-Es cierto, pero después Luka ha sido su mayor defensor y su apoyo cuando nos enfadábamos con ellas- Añadió Lizzy melancólica - Hay tantos recuerdos hermosos - Y no pudo evitarlo, comenzó a llorar de nostalgia.
-Eso es porque hemos tenido una vida muy feliz.
Los dos observaban en silencio a sus tres hijas, hermosas, inteligentes, educadas y amables, con el carácter rebelde de su madre, por ello llevaban loco a su padre, pero él las adoraba. Elizabeth se giro hacia su marido y sonrió.
-Will...
-¿Si, mi amor? - Preguntó girando se hacía ella y mirándola a los ojos.
-¿Te has arrepentido alguna vez de casarte conmigo?
-No, claro que no, tú le diste sentido a mi vida, y te quiero igual o más que al principio -Le respondió alarmado por la pregunta.
-¿Ni siquiera cuando tuvimos que enfrentarnos a tu tía? ¿O cuando pensábamos que no podríamos tener hijos?
-Ni siquiera entonces, ¿sabes por qué? - Ella negó sin poder apartar la vista de sus ojos- Porque por ti todo vale la pena - Y la besó, transmitiéndole todo el amor que sentía sin percatarse de que sus tres hijas los observaban, felices por verlos así y ansiando que sus futuros maridos, fueras quienes fueran, las amaran igual que sus padres se amaban.
Fin
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Hola a todos, pues llegamos al final de esta historia, espero que os haya gustado todo y que el epílogo le haga justicia a la historia y cumpla vuestras expectativas.Espero que os haya enamorado tanto leerla como a mí escribirla y espero vuestras opiniones con muchas ganas.
Si os ha quedado alguna duda de algo preguntar, si queréis comentar algo conkigo hacerlo. Y espero veros en las que tengo a medias y las que publique en el futuro.
Gracias por leerme y por compartir conmigo vuestras opiniones.
Nos vemos pronto
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Por ti vale la pena
RomanceTeniendo antecedentes familiares que lo respaldan, Elizabeth teme no poder darle un heredero a su esposo, y eso le provoca un gran tormento. Darcy tendrá que luchar para que su esposa vuelva a sonreír, aunque esa tarea sea terriblemente difícil.