Ahora que le he comprado a Ji Yong su regalo, no puedo esperar a su cumpleaños. No se me da bien esperar, en general, pero esta vez estoy más impaciente que de costumbre. Quiero ver la cara de Ji Yong cuando abra la caja, así que al volver a casa le invito a pasar por la mía. Acepta, aunque se queja de que dentro de poco empiezan los exámenes. Seguramente piensa que le he invitado para tener sexo.
Siempre que viene le abrazo nada más cerrar la puerta, pero hoy me contengo y me voy derecho a mi habitación. Se da cuenta de que hay algo distinto, y se acerca con cautela.
― Ji Yong, ven aquí ― le digo al entrar en mi habitación.
― Vale... ― dice, dudando.
― ¿Por qué pareces tan preocupado? ― pregunto ―. Vamos, cierra los ojos y extiende las manos.
― ¿Qué? ¿Por qué? ― pregunta, pero no le hago caso, y al fin cierra los ojos y extiende ambas manos ―. SeungHyun, ¿a qué viene esto?
Pongo el regalo en sus manos. Tiene un envoltorio muy bonito.
― Vale, abre los ojos.
Ji Yong abre los ojos y mira el paquete en sus manos.
― ¿Qué es esto?
― Es un poco pronto ― digo algo azorado ―, pero feliz cumpleaños. Tengamos una cita en tu verdadero cumpleaños, ¿vale? De todos modos, quería darte un regalo.
― Guau, ¿de verdad? ¿Estás seguro? ― dice.
Sus suaves mejillas se ruborizan volviéndose rosas. Es tan mono. ¿Por qué no me había dado cuenta de lo mono que era cuando éramos amigos? ¿Y cuándo había empezado a darme cuenta? Ahora cada vez que le miro, pienso que es tan adorable que no puedo soportarlo. Quiero comérmelo a besos.
― ¿Puedo abrirlo? ― pregunta.
― Claro ― asiento.
Desata el lazo y con cuidado quita el papel para que no se rompa. Le miro, nervioso. En cuanto ve lo que hay dentro se queda boquiabierto.
― Oh...
Se queda ahí, estupefacto. ¿Estaba equivocado? Sudores fríos me recorren la espalda.
― ¿No puedes usarlos? ― pregunto con timidez.
― Sí, puedo... esto... ― Ji Yong levanta la cabeza y asiente, pero parece que está reprimiendo algo.
― Lo siento ― digo rápidamente ―. No sé mucho de cosas de arte, sólo pensé que los colores eran muy guays, y que podrían gustarte. Pero si no, puedes tirarlos...
― ¿De qué estás hablando? ¡Son carísimos! ― sonríe ―. Aún no he utilizado pasteles al óleo, pero he pensado en hacerlo si pudiera, pero son tan caros, y hay tantos colores... ― acaricia los pasteles tiernamente ―. Son hermosos.
― ¿Eres feliz? ― pregunto, mirándole a los ojos.
― ¿Estás seguro de que puedo quedármelos? ― parece algo preocupado ―. Te salieron muy caros, ¿no?
― Bobo, no te preocupes por eso. Ahora mismo tengo la cartera un poco vacía, pero me da igual si tú eres feliz.
Le rodeo con mis brazos y le abrazo, pero sigue estando tenso.
― ¿No estás feliz?
― Claro que sí. Me haría ilusión cualquier cosa que me dieras, SeungHyun.
― ¡No! ― grito.
Me mira con ojos llorosos llenos de sorpresa.
― Ah, perdona ― me disculpo de nuevo.