No era difícil encontrar a un cupido, el amor estaba en todas partes después de todo. Pero Cas no necesitaba a cualquiera, sino a uno en particular, quien lideraba a todos los demás.
Investigaron juntos a los Winchester por bastante tiempo, hasta dar con un lugar al que el objetivo visitaba con frecuencia. Dean estacionó el Impala, a pocos metros de la secundaria. Un parque muy grande se extendía al otro lado de la calle. Castiel caminó sin dudar al anciano sentado en uno de los bancos del parque alimentando palomas, Sam y Dean le siguieron.
- Es bueno verte hermano. – Dijo el amable hombre. - ¿Cómo va el amor?
- ¡No quiero esto! ¡Necesito deshacerlo! – Exigió ante la sorpresa de los hermanos. – Solo dime como.
- Deshazte de todos tus sentimientos. Puedo hacer eso. – Sentenció, con la mirada aun en las palomas. – Pero entonces nada ni nadie causaría emociones en ti.
- Eso es en un caso en que sea una unión predestinada. – Habia estudiado lo suficiente para enfrentarse a esto. – Pero esta unión no nos pertenece a Lucifer y a mí.
El anciano sonrió, ofreciendo un lugar a su lado para quien deseara sentarse. Dean aceptó.
- Lo suyo es un caso particular. ¿Por qué borrar un regalo de Dios que te hace tan feliz, Castiel?
- No es un regalo, no me hace feliz. ¡Es una maldición! – Insistió.
Los ojos del señor finalmente lo miraron. No le gustaban estas situaciones, donde el amor era rechazado por su poseedor. Había tantas personas deseando que llegará a sus vidas, pero muchos otros aborrecían sentirlo. Sabía que su hermano habia deseado por mucho tiempo sentir, al menos experimentar eso que los humanos vivían cada día. Ahora que estaba en medio de esa tormenta de emociones, no lo quería.
- Hay una forma. – Lamentó. - ¿Estás seguro de esto?
- Si. – Confirmó.
El cuchillo se parecía a los de demonio, solo que un poco más suave en su forma y con un elegante mango. Sam y Dean seguían al ángel a una distancia apropiada, dándole su tiempo.
La puerta se abrió finalmente, y Lucifer respiró con alivió.
- ¡Al fin! Me estaba muriendo aquí...
Pero entonces entraron los Winchester también para su sorpresa.
- ¿Tenemos reunión de amigos?
Los ojos de Cas le trasmitían un mensaje no muy alegre, un mensaje de tristeza absoluta. El ángel pasó el cuchillo a Dean, dudando por un segundo.
- Solo hazlo. – Suplicó.
- ¿Qué está pasando? ¿Por qué tanto misterio? ¿Cas?
Lucifer se removía inquieto en su silla, el morocho sabía que podría liberarse en cualquier momento, por lo que apresuró las cosas. Sam dispuso una silla a un lado de la de Satán, donde Castiel se sentó, aferrando su puño al reposabrazos.
- ¡¿Vas a decir algo?!
- Es la única solución. – Dijo Cas, enfrentando la confusión en el mayor. – Nos desharemos de lo que no nos pertenece.
- ¿Quién eres para decidir sobre mí? ¡No quiero esto! – Reclamó.
Una señal y Dean se acercó con esa cosa. Lucifer tiró de las cadenas, forzando su resistencia.
- Quietó. – Ordenó Sam, mostrando que no dudaría en apuñalarlo con la daga de arcángel si continuaba insistiendo.
- ¡No hagas esto, Castiel! – Rogó el rubio. - ¡No tienes que hacerlo!
El menor evitó su mirada, listó para lo que viniese. En cuanto el cuchillo se acercó, algo se logró distinguir, algo que los unía. Una energía que los mantenía conectados. Dean atravesó el espacio vacío entre las manos de ambos y cortó esa unión.
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Incontrolable.
FanfictionNick, libre de Lucifer finalmente, es acogido por los Winchester. Dean pone a Castiel a cargo del recién llegado. El ángel comienza a indagar en estos extraños síntomas que le causa el recipiente de su hermano, comenzando a dudar de qué le pertenece...