Negados.

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Jack ya no dormía. No era un problema gracias a su genética angelical, pero llevar la nocturna y aburrida vida de Cas no era fácil. Además, cuidar a sus padres comenzaba a ser cada vez más difícil. Ahora dormían, lo cual era genial, aunque preocupante tomando en cuenta la naturaleza del morocho.

Sam despertó, avisándole a Jack que ya eran las seis de la mañana. El joven se desperezó de su lugar en la silla, desde donde resguardaba las dos camas que ocupaban su habitación.

El día anterior habían intentado separarlos, pero eso parecía empeorar la salud de Lucifer, por alguna razón. Hoy intentarían otra cosa, unir a Castiel al alma de Kelly.

Rowena había dicho que no necesitaban la exclusiva presencia de Kelly o quien fuese la nueva unión. Por lo que no había porque alargar más las cosas. En cuanto desayunaron y estaban todos más o menos despierto, se prepararon.

Tuvieron que encerrar a Lucifer en la habitación, lo que no parecía molestarle, era su lugar seguro y Castiel no saldría del bunker, por lo que estaba bien. El ángel miraba a su alrededor, como en otro mundo, lo más cerca al autismo que un ser celestial podía estar.

- Bien, Jack. Tienes la sangre de Kelly, por lo que tomaras su papel. – Pidió Rowena, mientras mezclaba unos ingredientes en un cazo. – Beberán algo y el lazo de formará entre tu madre y Cas.

- Pero, ¿Qué hará después de darse cuenta de que está enamorado de alguien muerta? – Interrogó el nephilim.

- Probablemente sufrirá un poco más que solo siendo su amigo, pero es un amor pasajero, cariño. No te preocupes. – Confortó.

Todo parecía estar listo y en orden. Rowena le pasó un recipiente pequeño a Jack, para que bebiera. Luego, este pasó a Dean, que ayudó a Cas a beberlo.

- Listo. – Dijo la bruja, exhalando para comenzar a recitar las palabras del hechizo.

Lucifer, por otro lado, no parecía tan tranquilo como lo había dejado. Algo comenzaba a doler su pecho, como una pequeña astilla en su corazón. El dolor se fue haciendo menos soportable con el paso de los segundos, hasta que ya no se sintió seguro en la habitación. Tenía que salir de allí por algún motivo. La puerta no se abría y por mucho que golpeara, nadie parecía escucharlo. La hiperventilación nublaba su juicio. Solo necesitaba salir de allí. ¡Que alguien lo sacara!

La puerta estalló bajo sus poderes, pero no había tranquilizado su respiración. El dolor en su pecho se volvía insoportable, camino por el pasillo hacia donde su cuerpo lo llevaba. El lugar era algo borroso y el aire se alejaba más y más de sus pulmones.

- ¡CASTIEL! – Gritó con su último aliento.

El hechizo había sido comenzado ya cuando el estallido se escuchó, Rowena no había querido que detuvieran esto, porque algo malo podría pasar. Pero cuando Cas escuchó su nombre, salió de allí como si nada más importara.

Lucifer yacía en el suelo. Su respiración era un recuerdo lejano. Esa imagen movió algo de esos sentimientos adormecidos en el ángel, que corrió a su auxilió.

Sin darse cuenta, volviendo a unirse al arcángel.

El rubio despertó dando una bocanada de aire y recuperando su color. Como si la vida se les fuera en ello, se abrazaron negados a volver a separarse. 

Incontrolable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora