Humanidad.

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Sam compraba algunas cosas en la tienda, Jack y Lucifer bebían malteadas, Dean cargaba el tanque, y Cas revisaba las notas que el cazador menor había hecho sobre el caso en el que trabajaban.

El rubio se había percatado de las pequeñas miradas que se le escapaban al ángel hacia Lucifer, sin que pudiese controlarlas. Cuando Dean rio, Cas supo que lo había descubierto, sonrojándose.

- Nunca te imagine enamorado. Es muy divertido. – Se burló el humano. – Eres muy obvio.

- No lo había entendido antes, y creo que aún no lo hago, pero sentirlo es extraño todavía. – Confesó. - ¿Actuó demasiado extraño?

- Nah. – Quitó importancia, mientras cerraba el tanque del impala. – Solo te comportas como una adolescente, es normal al principio.

Cas arrugó su frente, sopesando las palabras de su protegido.

- ¿Eso es malo? – Sus ojos vagaron de nuevo hacia el arcángel. – Siento el peligro, pero también me gusta estar a su lado.

- Creo que Sammy sabe más de estar casado con el enemigo, - Bromeo. – pero es el dilema que los humanos pasamos muchas veces.

- A veces no me gusta la humanidad. – Se quejó.

Dean rio una vez más.

- No es tan fácil, ¿Eh?



El sujeto al que seguían tenía una familia entera preparada contra los cazadores y el ángel. Lo que no esperaban era al nephilim y su padre. Habían salido de allí sin problemas teniendo a padre e hijo al frente, pero eso no evito las heridas de todas formas.

Castiel curaba una herida un poco grave en el pecho de Sam bajo la supervisión de su hermano mayor. Poco a poco, bajo la luz de su gracia, la herida desapareció.

- ¿Mejor? –

- Gracias, Cas. – Sonrió el pelilargo.

Se dio la vuelta, topándose con la mano de Lucifer sobre su frente.

- ¿Creíste que no me iba a dar cuenta? Huele a tu sangre por todas partes. – Señalo la camisa empapada de carmesí que buscaba cubrir con su gabardina.

Puede que fuese grave o que terminara desmayándose a medio camino a casa, pero a Cas le importaba más el bienestar de su familia. Lucifer jamás había experimentado eso, el que algo fuese más importante que tu propia vida. Allí es donde sus diferencias resaltaban más. El ángel se había adaptado a una vida de familia que el solitario arcángel desconocía por completo, y quizás allí estaba el toque de humanidad que le faltaba y, en Castiel sobraba.

Nunca había tenido algo que realmente pudiese llamar suyo y pudiese proteger. Cuando la vida, en uno de sus giros inciertos, le dio a Jack, no tuvo claro que hacer con ello. En cambio, el ángel parecía hecho para ser padre, hecho para amar incluso al mismísimo Satanás. 

Al mirarle, Lucifer era capaz de ver más pureza en Castiel que en el propio Dios.

Viéndose a sí mismo, curando al ser que había dañado mucho más en tantas otras ocasiones, creía que lo habían contagiado tanto de amor como de humanidad. 

Incontrolable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora