Incontrolable.

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Dean practicaba percusión en la puerta de Baby, al ritmo de la música en la radio. Lucifer, apoyado sobre la ventanilla, veía a la gente pasar. Ambos llevaban lentes oscuros por el radiante día soleado, esperando alguna señal del tipo al que vigilaban.

- ¿A quién se le ocurrió que seriamos buena dupla? – Rezongó Dean.

- Empieza con "M-" y termina con "-oose". – Aclaró el arcángel.

Una chica de rubia cabellera, ajustado vestido y torneadas piernas pasó justo enfrente del Impala. Ambos bajaron las gafas solo un poco.

- ¡Wow! Mira eso. – Admiró cada detalle de la chica el cazador.

- ¡Oh, por favor! Cas tiene mejor trasero que esa. – Despreció Lucifer, volteando su mirada a otro lado.

Justamente en ese momento, Castiel estacionaba su Pimpmobile detrás del Impala. Sam, Jack y el ángel llevaban sus trajes de agentes del FBI, caminando su prisa hacia el par de rubios.

- De eso es de lo que hablaba. – Miró por el retrovisor, presumiendo con Dean a su perfecto novio. – Eso se llama belleza.

Lucifer bajo en seguida, dejándole el lugar a Sam y aprisionando a su pareja con besos contra el auto.

- ¿Algún cambio? – El pelilargo se acostumbraba rápido al amor, así que no les presto mucha atención.

- Nada, el sujeto no ha salido. – Giró para ver al par de súper enamorados. – Pero si esos dos no paran, todo el vecindario se va a enterar de que estamos aquí.

- No se vieron hace una hora, es entendible. – Defendió Jack en el asiento de atrás.

La pareja se separó, entrando al auto también, en un extraño silencio.

- La próxima no me dejes con la ardilla. – Rogó a Luci al ángel. – Es tremendamente aburrido, no me gusta su música y quiere que vea mujeres, Cassie.

- Yo no te obligue a nada. – Replicó el Winchester, indignado.

- Dean acostumbra ver mujeres todo el tiempo, no te sientas presionado, padre. – Aclaró Jack con toda inocencia

- Cállate, niño. – Exigió Dean.

Cas y Sam solo podían sonreír divertidos con la situación de los tres rubios del grupo. Así era casi todo el tiempo, Lucifer podía ser el mismísimo Satanás, pero contagiado o no por Castiel, se adaptaba fácilmente a convivir con otros en este tono de broma constante.

Jack estaba feliz de ver a sus padres finalmente seguros de lo que sentían y disfrutándolo, dejando su pasado de soledad atrás. Porque al fin y al cabo, si no hubiese intervenido, probablemente ambos pasarían el resto de sus vidas solos y sin amor de una pareja. Incluso puede que Cas no tuviese más que esa pequeña familia para sentirse amado, y Lucifer fuese consumido por el odio.

Pero ese destino fue cambiado por el nephilim cupido.

Sam y Dean habían dudado un poco al principio, y no se los podía culpar. Pero Lucifer se esforzó día a día para ser perdonado, no por lo que el sintiera, sino para hacer feliz a Cas con la situación, sin que tuviese que preocuparse por un ambiente hostil todo el tiempo.

Por otra parte, la vida de Cas no había cambiado demasiado en su rutina, quizás lo más importante estaba en las pequeñas cosas. Se levantaba con un beso, preparaba el desayuno con ayuda extra, reían un poco cuando molestaban a los hermanos, Jack tenía un nuevo maestro y sonreía más seguido. Otros días, compartía su música en el auto, alguien sostenía su mano en alguna oportunidad, un escolta en los casos más peligrosos, sus heridas no tenían que esperar ni un segundo a ser sanadas y se sentía más seguro que en el propio cielo. Pero sobre todo, cada noche descansaba, sin importar que tan agotador fuese el día, entre los brazos de alguien que le amaba. Esos pequeños grandes cambios le hacían sentir afortunado.

Toda su vida, Lucifer había sido la serpiente que envenena el alma hasta pudrirla y retorcerla hacia la oscuridad. Jamás pensó que terminaría purificado por un ángel con incapacidad para entender cualquier chiste subido de tono que le decía. Era un fracaso, pero feliz de haber fracasado. Uno de esos días, abrazando a Castiel mientras este preparaba café, se preguntó si podría seguir viviendo para siempre como el villano de la película. Al final, la historia acababa yéndole peor que como comenzaba, y los buenos tenían esa pequeña gloria que se sentía como el éxtasis. No lo entendía, porque nunca sintió el éxito de algo bien hecho. Pero ahora era uno de los buenos, y cada día que salvaba a alguien aunque fuese de su equipo, se sentía como un éxito personal, como si su propia mente le premiara con auténtica alegría. Aparte del premio extra que Cas le daba por las noches debido a su buen comportamiento.

Puede que Jack manipulara los hilos. Quizá fue Dios quien realmente lo quiso así. Tal vez destino tenía algo que ver, y cupido un poco más de culpa. A lo mejor, un amor tan puro como el de Jimmy y Nick les corrompió de manera única.

Más allá de los culpables, el resultado de todos los giros inesperados de la vida era perfecto, inesperado, incontrolable. 


FIN.

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