Capítulo 1

3.2K 289 21
                                    

Me bajo del taxi y sonrío ampliamente. He vuelto a mi casa, a Seattle, y lo he echado tanto de menos que aún me parece un sueño volver a estar aquí.
Admiro mi hogar, una mansión de las afueras. Mientras , el taxista se marcha feliz, por haberle recompensado con una propina de cincuenta dólares. Me lo puedo permitir, soy escritora, al igual que mi marido. Ambos unimos nuestra fortuna hace tres años. Nunca me ha querido, yo apenas le he conocido, ni si quiera estuvimos juntos en la noche de bodas, ni hubo luna de miel, pero no me importó. Mi marido es un completo desconocido, y es ahora cuando supongo que empezaré a conocerle.
Mi mansión me espera, está como la recordaba, tan llamativa ante las otras casas, y lujosa como siempre. Los árboles frutales han florecido, Christian sabe cuidar de las plantas, es bueno saber algo sobre mi marido.
Toco el agua de la piscina, está a la temperatura perfecta y un enorme donuts hinchable, flota en el centro, lo que aumenta mis ganas de deshacerme de la ropa, y tirarme sobre éste, pero debo saludar a mi marido, hacer acto de presencia.
Recojo una manzana del manzano y me deleito con el sabor de la jugosa fruta, justo en su punto. Es increíble lo paradisiaco que parece todo esto.
Aún con una enorme alegría invadiendome, me adentro en el interior de la mansión, y nada más entrar, un hombre al que yo no he contratado, ni he visto en mi vida, me coge la maleta, mientras me ofrece amablemente, una fina copa de cristal llena de vino.
Acepto gustosa la copa, y sonrío sin que apenas se me vea el rostro, ya que la pamela negra que llevo, se me ha descolocado un poco.

- Buenos días, ¿viene a ver al señor Grey?, porque ahora tiene compañía. - Dice, manteniendo su postura firme.

- Por supuesto, quiero ver a mi marido, ¿y tú quién eres? - Dejo la copa de vino sobre la mesa, y milagrosamente consigo sostenerme. Las putas plataformas que adornan mis pies, son preciosas, pero me están matando.
En fin, quería estar presentable este día. La vuelta a mi hogar.

- ¿Es usted la señora Grey? - Parece sorprendido. Nunca me ha visto, es normal que haya dudado.
Christian no le ha podido hablar de mí, apenas hemos estado juntos, tan sólo en nuestra boda, cuando me dijo que me fuera, y el día que me llevó al aeropuerto para verme partir.No Me conoce en absoluto, así que no tiene motivos para hablar de mí al personal. Ahora también el mío.

- Si, soy yo, he vuelto para quedarme, ¿no te parece increíble? - Sigo alucinando. Me hace muy feliz volver a estar aquí.
Ya quiero ver a mis amigos, mis familiares, y todo lo que dejé atrás. He aprendido mucho estando fuera, en Inglaterra, pero no he podido resistirme a la tentación de volver.Al fin y al cabo, esta también es mi casa, y tengo derecho a disfrutarla tanto como mi marido.

- Es un placer verla, yo soy Jackson Taylor, guardaespaldas de su marido, uno de ellos, y estoy aquí para servirla. - Sólo le falta hacerme una reverencia.
Parece que Grey está rodeado de gente con tremenda educación. Me pregunto si él también la tendrá, y cuál es su compañía...

- Vale, ¿donde está mi marido?, quiero informarle de mi vuelta a casa.

Me adentro más en la mansión, y corro por los pasillos no haciendo caso a las palabras de Taylor, incitandome a detenerme y estarme quieta.
Casi resvalo por mis tacones, pero logro sostenerme. Alzo la vista y observo con más detenimiento mi hogar. Unas cuantas mujeres me están observando, ninguna lleva sujetador, son todas rubias, y llevan cortos uniformes.
¿Qué coño es todo esto?, ¿mi personal?
De eso nada, ahora que estoy aquí, no voy a permitir que una mujer llamativa, por decirlo de alguna forma, me sirva. Los uniformes serán más recatados, y nada de pintarse tanto los labios, esto es un trabajo, mi casa, no una puta casa de citas...
¿Qué coño se ha montado mi marido aquí?
Como se nota que esta casa necesita una mujer . - Que no quiera follarse a mí marido. - Para poner orden.

Ignoro a las mujeres, y me dirigo al que era mi dormitorio, y espero que lo siga siendo...

Abro la puerta de mi dormitorio, y mi shock es tan grande que casi marco el número de la ambulancia.
Parte de mis cosas, mis muebles, mi pequeño rincón, ya no están. No ha dejado ni la cama...
Esto es el colmo.
Ahora mi dormitorio parece un sex shop, y hay cosas que no son mías. Yo no utilizo todas estas cosas...
¿Pero qué coño es esto?
Desde luego lo único que sigue igual es el jardín, a no ser que en la parte trasera haya montado un club de strictis o algo así.
Ya sé algo más sobre mi marido, al parecer, es adicto al sexo.

Salgo del dormitorio, y me quedo pensativa.
¿Dónde voy a dejar mis cosas?
En fin. La casa es enorme, seguro que encontraré otro sitio donde instalarme. Puede que me pida la planta de arriba para mí. Haré reformas, si él quiere está vida, me parece divino, pero entonces yo también tengo derecho a montarme mi paraíso, y será aquí, eso desde luego, porque esta también es mi casa.

Dejando atrás mis pensamientos, me quedo inmovilizada en el pasillo. Y es entonces, cuando una mujer semidesnuda, sale de un dormitorio junto a un atractivo hombre con el pecho al descubierto.
Si, ese es mi marido....y la mujer, ni puta idea.

- ¿Y tú qué haces aquí? - Me observa de arriba abajo, seguramente sin saber quién soy, de ahí su fulminante, y provocativa mirada. - ¿Quién eres, y cómo es que no te he visto antes? - Su pregunta responde a la duda.

- Soy tu mujer, y no me has visto porque me mandaste fuera, pero he vuelto, espero que no te importe, que te iba a decir...¿qué le ha pasado a mi habitación?. - Me cruzo de brazos, ansiosa por recibir una respuesta.

Señora GreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora