Capítulo 10

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Me estoy sosteniendo como puedo, tratando de recuperarme por lo visto. Ha sido tan....no sé ni como describirlo.
Sólo puedo llorar. Derramar lágrimas descontroladas en silencio para no despertar al personal o interrumpir su velada.
¡Maldita sea!
¿Si ahora siento esto?, ¿cómo será más adelante?

Siento una mano sujetarme. No sé quién es pero le abrazo y estallo. Me da igual todo, me siento hundida por completo.

- Lo, lo he, lo he visto. - Confieso entre sollozos. - Christian se estaba follando a esa, quiero borrarlo de mi mente, no sé que la estaba haciendo bajo las sabanas, ¿es eso lo que significa follar?. - No lo sé, nunca he visto porno ni sé lo que es. Mi inexperiencia es completa, jamás me enseñaron, supongo que siempre me vieron como una niña y pasaron de tocar el tema.
Debe de ser difícil hablar de eso.

Quién sea me devuelve el abrazo, y acaricia mi pelo con suavidad. Estoy temblando y aun tengo un poco de fiebre. A lo mejor estoy abrazando una puerta, y el delirio me hace pensar que estoy abrazada a Christian, a su musculoso pecho, y parece tan real. Es tan placentero sea lo que sea...

- ¿Qué has visto, Ana? - Pregunta una dulce voz, tan relajante, y tan apacible que consigue tranquilizarme.

- Christian, estabas haciendo cosas con una mujer, ha sido tan gore, nunca lo había visto, ahí bajo las sabanas, y esa mujer abierta de piernas, ¿que hacías? , ¿qué es eso?, y... - Me aparto inmediatamente avergonzada. - Un momento, ¡pero si estas aquí! . - Me acomodo la bata que se ha caído al suelo a causa del abrazo.Tapando cada parte de mi cuerpo, y completamente roja por haberme mostrado en ropa interior. Aún que ya lo hice una vez.

- Yo no he hecho eso Ana, estoy aquí, ¿pero si yo estoy aquí y tu has visto eso...?. - Se le oscurecen los ojos y se adentra en la habitación.

Yo prefiero no hacerlo.
¡Que vergüenza!

- ¿Cómo se puede ser tan estúpido? , salir inmediatamente de la habitación. - Grita Christian histérico.

Me tapo los ojos para no ver quienes eran, muerta de la vergüenza, fijo que me culpan a mí de todo. No entiendo porque lo estaban haciendo en la habitación de Christian. Cada vez entiendo menos.
Entonces, le veo salir de la habitación con las sabanas de la cama, tirándolas por las escaleras y acordandose de todos sus muertos. Está muy enfadado, debería irme a la cama por si le dá por hablar del tema, y preguntarme porque estaba llorando si se supone que puede hacer lo que quiera con otras.
Ojalá mañana no recuerde nada. Eso sería genial. Tan genial que no pasará.
Voy a voltearme para irme a mi habitación, pero Christian me sostiene.
Debo ser más rápida con mis movimientos, porque siempre consigue detenerme.

- Lo siento porque hayas tenido que ver esto, Anastasia, hay mucha gente impresentable , no tienes que asustarte, es normal que lo hagan, pero no en mi dormitorio. - Recordar esa parte provoca que eleve su tono.

- Yo, estoy muy cansada, muero de sueño. - Ver eso me ha quitado el hambre ahora pensar en los bollitos me dá náuseas, y va en serio. Necesito un baño.

- Oye Ana, no lo he hecho, pero, ¿en serio no sabes nada de...?. - Lo sé, le impacta. Es raro. Pero es por esperar, tuve oportunidades de hacerlo, pero no con alguien a quién quisiera. Para mí es más importante, no seré de cualquiera.

- No, y ahora quiero irme a dormir, por favor. - En realidad sigo necesitando ese baño.
Así que no espero a que responda, corro hasta el baño, cierro la puerta y adiós a lo que he comido.

Agotada, no consigo levantarme del suelo del baño, menos mal que Gail lo ha fregado antes, porque estoy completamente tumbada, y sintiendo que aún no estaré bien del todo.
¡Con el hambre que tenía!
Acordarme no me ayuda.

- Ana, levántate del suelo. - Christian me ayuda a levantarme, cogiendome en brazos, y acurrucandome en su pecho.

La verdad es que se está bien. Puede que esta sea mi nueva aficcion. Las excasas veces que he estado en los brazos de Christian. Exactamente dos que recuerde, ahora, hace diez minutos, y la noche que dijo Gail. La cuál no cuento porque estaba inconsciente. Ahora casi lo estoy, pero esta vez no lo olvidaré. Se me quedará gravado, la primera vez que abrazé a mi marido y me correspondió.
Quizás lo añada a alguno de mis capítulos, podría ser un título de alguno.
Y es que puede que lo nuestro no se califique como romance, pero esto no lo olvidaré. Son momentos, pequeños momentos, y pueden parecer absurdos, pero que para mí significan mucho, y por supuesto tienen un gran valor.

- Quiero dormir, no me encuentro del todo bien. - Es verdad, puede que esté dramatizando, pero sólo un poco. Es para darle emoción.

- Tranquila, no tienes fiebre. - Besa mi frente, e inmediatamente recuerdo lo que dijo Gail sobre los besos. - Tienes que dormir, Ana. - Me deja sobre la cama, y me tapa con las sabanas. - (Por suerte limpias porque nadie las ha mancillado)

- Gracias por esto, y siento lo de antes. - Me volteo, haciéndome la dormida.
No es que tenga sueño, pero no quiero que me hable del tema.

- Oye Ana, ¿qué hacías en mi dormitorio?, si lo has visto es porque has estado allí.

Mierda. Eso sí que no lo he tenido en cuenta a si que no tengo excusa, sólo me queda hacerme la dormida.

- ¿Querías verme, Anastasia?. - Acaricia mi espalda por encima de las sábanas, y después me retira el pelo para hablarme al oído. - No tengas miedo a decírmelo. - Susurra, provocando temblores por todo mi cuerpo.

No puedo decirle la verdad. La verdad es que ha estado mal, pero ha sido un impulso, quería verlo para creerlo. Mi intención no era entrar a hacer un trío, y menos siendo virgen, a lo mejor le pone si le digo eso, pero prefiero callarme.
No pienso hacer un trío jamás, eso debe de saberlo. No me gusta compartir, ni a él tampoco.

- Quería verte, pero no sabía lo que estaba pasando, es solo eso. - Me invento la primera excusa que se me pasa por la mente.

- ¿Por qué?. - Insiste. - ¿y cómo es que te has puesto así?

Me armo de valor, y me volteo para mirarle a los ojos, y responderle.

- ¿Como te pondrías tu si me ves a mí en esa situación?. - Supongo que le daría igual. A mí no.

- Le mataría. - Me agarra de los brazos y tira de mí, hasta que me quedo lo suficientemente cerca de él como para rozar sus labios. - Dejaría de existir, Ana. - Dice a punto de sobrepasar los límites. - Porque tú, eres mía.











Señora GreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora