Capítulo 9

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La locura me ha costado muy cara. Debido a lo que tomé, me dieron fiebres altas. Por suerte el doctor Écija, ha conseguido estabilizarme.
Y también los cuidados de mi marido, que ha estado ahí conmigo, entregado, y comportándose como nunca había hecho.
Sin embargo ahora, ha vuelto a cambiar todo, se han ido las fiebres, y con ello sus cuidados.
Ahora me encuentro frente a una hoja en blanco de Word, dispuesta a redactar un nuevo capítulo del libro que deseo publicar. Pero la inspiración me ha abandonado, y es a causa de la tristeza. Mis ganas de estar metida en mi nuevo dormitorio sin salir.
Christian ahora es distante, ya no viene a visitarme, ni me cuenta cosas. De hecho no ha venido en todo el día a casa, y me pregunto que razones tiene para no estar.
Creo que lo sé, pero eso me rompe en pedazos mi corazón.

- Ana, te he traído pizza, hoy es viernes. - Entra Gail con una bandeja. Ésta tiene un plato con pizza y un vaso de coca cola. Esto me gusta

- Gracias Gail. - Respondo en un hilo de voz.

Me hubiese gustado que la trajera Christian, y que todo siguiera cómo estos días atrás. Yo estaba enferma, hay cosas que no recuerdo.
¿Dije algo para alejarle?
La idea me reconcome la cabeza, y no me deja en paz.

- Niña, me alegro que estés bien, estábamos asustados, eres parte de esta casa, y tu vuelta ha sido maravillosa. - Se sienta conmigo en el otro lado de la cama.

- No sé, más bien diría que ha sido todo muy inesperado, me dió un impulso y volví. - Muerdo mi cacho de pizza. La verdad es que moría de hambre, pero me ha dado miedo salir de la habitación.

- Me encanta como ha quedado todo, por fin tiene un toque femenino, el ambientador que has puesto es ideal, antes olía a tabaco, tienes que cuidarle Ana, y obligarle a dejar de fumar. - Sonríe, como si tuviera la certeza de que yo podría hacer eso.
Y para Christian no soy tan valiosa, ni tan importante, no cambiará por mí, no soy yo la elegida quizás. Puede que cambie, pero no será por mí. Nunca le saldrá del corazón algo así, sería como un sueño, porque yo me estoy enamorando, dato que desconoce.
No me atrevo a decirle que le quiero, decirlo estropearía las cosas. Al menos no recuerdo haber dicho algo así. Lo que menos deseo es mostrar mis sentimientos, y mostrar mi debilidad. Podría ofenderse, dado que nuestro matrimonio solo es por conveniencía.
Me ha cuidado cuando lo he necesitado, pero ya está. Estoy curada, no necesito cuidados, de ahí su forma de ignorarme ahora, que hoy ni le he visto.

- No puedo hacerlo Gail, Christian es así, no podemos cambiarle. - Dejo la bandeja sobre la cama agachando la mirada.

- Escúchame, lo que hizo por tí, no lo ha hecho por nadie, ni si quiera por ella. - Me levanta la barbilla para que la mire. - Por nadie Anastasia, además, él jamás abraza, ni tampoco dá besos, a no ser que sean morreos o chupetones, y sin que signifiquen nada.

- ¿Qué quieres decir?. - Me intriga, conmigo tampoco ha hecho eso.
No me ha abrazado, no me ha dado un beso, ni ha mostrado ese tipo de cariño. Ni si quiera nos hemos acostado. No ha habido nada.

- Tú estabas dormida, entré una noche a verte, él estaba contigo, pude ver lo que siente por tí, nunca duerme con nadie, pero ahí estába, abrazado a tí como si quisiera devolverte del delirio, Ana, no te ha dejado en ningún momento.

- Pero ahora no está. - Mis ojos se cristalizan. - ¿De verdad pasó eso?

- Te lo juro por lo que más quieras, me quedé sorprendida, le dá miedo dormir con alguien, nunca dice los motivos, pero contigo ha dormido, Ana , contigo ha hecho cosas que no hizo con ninguna, ni si quiera por Leila.

- Por ella hizo otras cosas, cómo casarse conmigo para estar a su lado, soy una tapadera.

- Eso no es verdad, ví como te miró en la boda, estabas impactante, pero eras solo una niña. - Sostiene mi mano, animandome. - Él era un hombre, y por muy hermosa que eras, no pudo entregarse, me lo comentó Taylor hace un tiempo.

- ¿Habló de mí?, yo pensé...Me callo, la verdad es que no sé qué decir.

- Si que habló de tí, a Taylor le dijo que eras preciosa, y le habían encantado tus ojos azules.

- No es verdad Gail, se deshizo de mí. - Una parte de mí se lo cree y no puedo evitar sonrojarme.

- Quería que fueras más mayor, niña, no estabas preparada para cargar con alguien como Christian, de hecho fuiste causa de muchas peleas con Leila, nunca soportó que se casará contigo.

- Pero si lo hizo por ella. - No entiendo nada. Se casó para que su padre no sospechara, no porque sintiera algo por mí. Ni si quiera me conocía.

- Era muy celosa, y tu una hermosa niña, si hubieras estado, aún estando con Leila, la hubiera dejado para estar contigo, de hecho Taylor y yo hicimos una apuesta, más bien todo el personal, apostamos que acabaría contigo, tanto Taylor como yo. Y eso que no te conociamos, porque estabas nerviosa en la boda, y Christian no te presentó.

- ¿Una apuesta?, pues hubieras perdido Gail, jamás me escribió ni se interesó por mí.

- Pero fue a verte cuándo escribiste tu segundo libro, a Leila casi le dió un paro cardíaco, recuerdo que me mandó a por helado, y empezó a ponerse histérica, y hasta le llamó, siempre le rechistó que comprará tus libros, no era tan bonito como te lo imaginas.

- No sé qué decir, no puedo creerlo.

- Pues creetelo y duerme, que ya es tarde....





Hace horas que tengo los ojos abiertos. No puedo dormir porque necesito verle otra vez, hablar con él, y preguntarle que ha pasado para que otra vez se muestre distante. Pero no puedo.
Tengo un hambre voraz y sé que unos pastelitos reposan en la encimera. Ya los estoy visualizando, con su chocolate, su nata, y su crema por dentro. Necesito uno urgentemente.

Me deshago de las sábanas, y bajo sigilosa las escaleras. Pero entonces me detengo al escuchar un gémido.

No puede ser, no quiero creerlo...

Un sujetador cuelga de la escalera, y no es mío, es más grande que cuatro de mis pechos. Quizás eso necesita, acariciar unos buenos pechos enormes como los de la sirvienta del otro día.

No sé si es la adrenalina, o que, pero entro en la habitación, y me recive una mujer desnuda. Inmediatamente salgo muerta de la vergüenza por haber visto cosas...
¿La estaban tocando bajo las sabanas?
No puede ser. Tengo que borrarlo como sea de mi mente.
¿Cómo ha podido hacerme algo así?

Señora GreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora