Capítulo 5

2.3K 261 25
                                    

No me veo capacitada para esto. No conozco la teoría, ni mucho menos la práctica. Me siento completamente pérdida, pero ver a Christian tan relajado, y dispuesto a dominar la situación, me relája un poco. Parece saberse la lección de memoria.
Sus movimientos son constantes, decididos, no le teme a nada. Parece tan seguro de sí mismo, que hasta me contagia un poco.
Pero el miedo vuelve en cuanto le siento detrás de mí, jugando con el tirante del corsé, y bajando sus manos hasta el nudo de éste, que mantiene aún mi cuerpo sin exponer.
No sé si gritar, o dejarme vencer. Pero es Christian quién decide por mí, me echa para atrás y acerca sus labios a mi oído.

- No te noto muy segura, tu cuerpo me lo dice todo, estas temblando, tus piernas parecen firmes, pero tal como las estas apretando, una apegada a la otra, me hace pensar que tienes miedo, ahora dime que es lo que tanto te preocupa. - Se separa de mí, y me voltea para que le mire a los ojos.

No sé si decirle la verdad, que me perdí las charlas de educación sexual, que no sé cómo se pone si quiera un condon, ni como me sentiré al hacerlo. Necesito motivos para hacerlo, por eso no lo he practicado aún, ni nunca he sentido algo parecido. Haber como le explico todo esto a un adicto al sexo, que seguramente ve el acto como algo normal, algo que forma parte de la vida, y que todos hacen. Pero a lo que yo temo.

- No pasa nada. - Me tiembla la voz, tanto que ni si quiera sé si he pronunciado bien la frase.

Se supone que debe entenderme, pero no estoy segura de que vaya a hacerlo.
Dar explicaciones no es mi fuerte, y menos en este tipo de situaciones.

Me casé con él como una oportunidad, viendo que era un hombre bueno. Siempre me respetó, de hecho me mandó lejos para terminar mis estudios, donde en el proceso me convertí en escritora. Siempre le admiré, le conocí más por sus libros que en persona.
Quizás debió tomarme entonces. Pero estaba enamorado.
¿Y ahora qué?
No siente nada por mí, no lo va a hacer porque me quiere. Eso realmente me echa para atrás, yo deseo que me quieran, no ser un juguete sexual.

- ¿Y si no pasa por qué tiemblas?, puedo entender que estés nerviosa, no me conformo con cualquier cosa, pero por algo estas aquí Anastasia, por tu belleza, porque te follaría sin descanso, y más si sigues intrigadome tanto. - Baja sus manos hasta mi bajo vientre.

Sabe donde tocar exactamente, y me excita. Pero el miedo no me deja abandonarme, estoy bloqueada. Tan solo soy una chica follable.
¿Se supone que eso es un halago?

- Por favor. - Me separo de él. - No puedo hacerlo, ¿vale?, no puedo hacer esto. - Al fin admito la verdad.

Y ahora fijo que se va a enfadar.
Tan solo quiere a las mujeres para esto, y si no voy a poder darle lo que busca, seré una decepción. Una mala elección. No ha debido casarse conmigo.
Fuí una tapadera entonces, y ahora no sé lo que soy, por eso mi cuerpo está bloqueado, porque necesito que me lo haga alguien que me quiera, sabiendo que puedo confiar.
No sé cómo lo hace mi marido, pero parece que no precisamente lento y con delicadeza.
Si lo hago, sentiré placer a la par que dolor en el momento. Pero después cuando termine todo, seguramente me ignorará hasta que tenga ganas otra vez, y conmigo, porque al parecer tiene donde elegir, y me sentiré vacía, no querida.
Cuando se supone que las primeras veces son especiales. Pero esto no lo es, no quiero follar sabiendo que no me quiere, y a lo mejor hasta piense en otra. No soy ninguna tapadera, soy una persona humana con sentimientos, y no lo veo claro. Sufriré después.

- ¿Cómo dices?. - Se ríe, pero seguramente no porque le haga gracia la situación. Es puro nerviosismo, ahora no soy la única.

Me apuesto lo que sea a que ninguna le ha rechazado, y ahora su propia mujer lo está haciendo. No porque no me atraiga, porque es jodidamente impresionante, si no por sus sentimientos. Si no me quiere, si ni va a intentar estar solo conmigo, tampoco va a ver más. El no quiere amar, pero yo no quiero follar sin amor. Es sencillo.

- Que no puedo hacerlo, no estoy acostumbrada a esto, no te conozco, no sé cómo lo haces ni nada...- Me interrumpe, y no precisamente con voz suave.

El ambiente está muy caldeado. Creo que nunca le he visto con esa expresión tan fulminante. Seguramente el control lo tiene dominado, pero conmigo todo es diferente.
Se ha cruzado conmigo. No con cualquiera que le dé igual lo que sienta el hombre que se la está follando. Yo no soy de esas.

- Desde luego lo hago mejor que con cualquiera de los que hayas estado, ¿qué te frena?, ¿es qué lo único que deseas es provocar?, ¿vengarte?

- No, no deseo vengarme....- Vuelve a interrumpirme. Me va a costar un mundo explicarme dada la situación.
Así no voy a poder hablar con él.
Joder. Siempre tiene que ser la voz cantante...

- ¿Y por qué haces esto? , ¿eres una calienta poyas acaso? , porque no tenias pinta, parecías ser distinta, pero ahora lo dudo, si no querías hacerlo no haber venido aquí así, podías haberlo dicho antes. - Se pone la camiseta de mala gana y me agarra del brazo. - Cuidado con lo que haces nena, no soy partidario de compartir, y menos a mi mujer, así que procura cambiar...- Esta vez soy yo quién le interrumpe.

Se está llendo por las ramas, me está llamando ramera indirectamente.
Y no sé cómo serán las demás con las que se acuesta. Pero a mí que no me venga con estas.
A saber como sería esa tal leila tan adicta al sexo, y él no se queda atrás. Increíble que me exiga algo que él no hace.

- ¡Soy virgen!, si, no me han tocado, no he tocado a nadie, ni me he tocado yo misma, así que no soy lo que buscas, ni lo seré nunca. - Me deshago de su agarre.

No me dá tiempo a quedarme a observar su reacción, sólo salgo corriendo sin mirar atrás y me encierro en la primera habitación que veo entreabierta. Cierro la puerta y me quedo realmente atónita.
Esto es....insuperable.

Señora GreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora