Capítulo 6

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Creí ser una simple tapadera. Pero ver esto me hace plantearmelo.

Estoy en la biblioteca, tiene todos mis libros, y encima primeras ediciones. Todos y cada uno de ellos, no le falta ninguno.
Ha estado leyendo mis escritos, ha querido saber algo de mí, su mujer. A lo mejor no he sido tan invisible. Puede que hasta le haya gustado lo que ha leído.
No sé como sentirme, tiene mi trabajo, se ha molestado en formar parte de mis lectores. Esto es increíble.

- Ese lo compré por Internet, estaba agotado en la tienda, acababa de salir y ya estaba acabada la pre-venta, increíble, bonita historia, aúnque yo hubiese dramatizado más al final. - Su voz me sobresalta. Nunca sé cuándo está, aparece de pronto.

- ¿Has leído todos? - Lucho por seguir conteniendo mis lágrimas.

Todo este tiempo he vivido alejada de él, sabiendo que no me quiere, que no me casé por amor, y hasta en alguno de mis libros lo mencioné. Hubo un tiempo en que me pregunté si los leería, si quería conocerme alguna vez, dado que después de la boda, desapareció, yo me fuí, y él no sé molestó si quiera en escribirme una carta, o un triste mensaje.
Entonces entendí que todo había sido una farsa, un matrimonio por conveniencia, y nada más. Pero tiene todos mis libros, hay páginas marcadas, los ha leído, él, que es experto en crear historias fascinantes, una de mis grandes fuentes de inspiración.
Y no sé si abrazarle, o caerme muerta de la ilusión que me hace esto.

- Por supuesto, no es mi estilo, soy más de historias realistas, pero sé reconocer buenas obras de arte, son impresionantes, supongo que tuviste un gran maestro.

- Mi padre, él me enseñó, murió tras la publicación del segundo libro; Una Muerte bajo la lluvia, escrita en enero, acabada en abril, publicada en junio, murió cuándo estaba en una firma de libros, en la librería de la señora Picker.

- Tú única obra dramática, real, sentimental, llena de reflexiones, una gran obra. - Me entrega mi propio libro, y me tiembla el pulso cuándo reconozco el ejemplar. Fue ese día, pero me llamaron y dejé de firmar, así que repartieron libros ya firmados por mí. - Estaban firmados de antes.

- ¿Estubiste allí?.

- Si, estuve, quería saludar a mi mujer, pero no estabas. - Deja el libro en su sitio. - Sólo quería felicitarte, ya sabes, por cortesía.

Ya. Eso me cuadra más.

- Gracias Christian...- Voy a acercarme a él, pero me detiene.

- Mejor no te acerques Ana, y tápate. - Me tira una bata. - Ya casi está la cena, no sé que harás tú, pero yo me muero de hambre, baja en cuánto puedas, tenemos que hablar. - Se marcha cerrando la puerta tras de mí, con tanta fuerza que hasta pego un salto.

No sé de que querrá hablar ahora. Todo ha quedado claro, no soy lo que necesita. A lo mejor desea pedirme el divorcio. Seguro que se siente dolido por mi rechazo. No deseo que se lo tome a mal, ni que piense que no me atrae, porque si que lo hace, pero debe entender mi situación. Antes de hacer nada, necesito sentirme querida. No como un objeto sexual.
Aún así, admito que me ha entrado curiosidad, he estado a muy poco de descubrirle. Seguramente se habría desnudado, acercado, me habría besado en los labios, o quién sabe donde.

Mis labios se humedecen pensando. Ahora es cuándo más curiosidad tengo, justo cuándo no lo hemos hecho. Irónico.

Una vez me encuentro en la cocina, tomo asiento enfrente de Christian, quién se encuentra leyendo un libro, y lleva unas bonitas lentes de pasta. Le quedan genial. Parece un profesor de literatura o algo parecido.
Es tan...
¡Oh!, ¡oh!, conozco lo que estoy sintiendo. Estoy llegando a ese punto donde empiezo a necesitar a una persona. Me estoy...enamorando.
Todo él parece muy deseable, y hasta me atrevo a observarle con más impetú. Prestando atención a sus detalles.
Sus ojos son grises, tan claritos e hipnotizantes que podría perderme en ellos por el resto de mi vida. Su cabello está alborotado, rojizo, y las facciones de su cara parecen hechas por el mejor escultor. Sonrisa perfecta, nariz pequeña, pómulos marcados, y esa expresión que tan deseable le hace.
Sus brazos son enormes, eso me gusta, es algo que me atrae, y su cuerpo en general es de por lo menos un gimnasta profesional.

Mi boca se entreabre sin querer, aún fascinada, pero enseguida la cierro y me muerdo la lengua sin predecirlo.
Esto me pasa por quedarme embobada. Es el karma.

Christian me sonrie, y me señala el plato de sopa de letras.
Y por un momento veo su nombre escrito en el plato. Mi mente está jugando conmigo, y casi me caigo de la silla de la impresión.

- ¿Qué te pasa?, ¿no te gusta la sopa?, porque es lo que hay. - Empieza a comer.
Pero yo como gilipollas me quedo de nuevo observando.
En resumen: ¡Estoy pérdida! - Oye, no está de adorno, va en serio. - Insiste, devolviendome a la realidad.

- Vale. - Cojo la cuchara, que justo se encuentra colocada a la izquierda.

Toda la mesa está decorada perfectamente. En el centro una rosa roja destaca, rodeada por pequeñas velas plateadas. Las servilletas tienen forma de cisne, y los platos tienen un estampado de corazones. Sin embargo Christian no muestra nada, lo que me hace pensar que esto no lo ha decorado él, y que además ni se ha dado cuenta de lo romántico que resulta.
Mi mirada se desvía, y Gail me guiña un ojo. Ha sido ella, y cuando una mujer viene con el segundo plato, de pronto lo estropea todo.
Lleva su anillo de casada en el escote, y me está sirviendo más sopa sin haberla pedido, un poco más y desaparezco entre sus pechos. Además, se está inclinando tanto que casi está pidiendo que Christian la empotre.
Sé leer entre líneas...
Y por un momento creo que va a hacerlo, al levantarse, pero no, ha ido a por un vaso de agua.
Gail se acerca, y me salva.
En serio, me he sentido aprisionada, ,me faltaba el aire...

- En otra ocasión, ya se la habría follado, así que ten cuidado Ana, que aquí hay mucha gata suelta, - Me devuelve a la silla antes de que vuelva Christian.

¿Me lo ha dicho en serio?, ¿en serio con otras la hubiese cogido y llevado en privado a follarsela aún que resultase evidente?
Flipo....

Christian vuelve a colocarse, y cuando coge a la chica por el brazo, empieza a desbocarse mi corazón, lo va a hacer...
Entonces la aparta, y alcanza mi mano.
(Ana 1 - Otras 0) - Pega saltos de alegría mi subsconsciente.

- Ana, antes te he dicho que teníamos que hablar, y bueno si que es por algo, quiero algo de ti. - Me sonríe. De verdad quiere algo de mí.

- ¿De mí? - Me tiembla tanto el pulso que hasta se me cae la cuchara.

- Quiero...- No termina la frase, y eso me altera.

- ¿Si?. - Le incito a seguir con la propuesta.

- Quiero que acompañes mañana a Taylor a comprar una cama, el estilo femenino lo tiene en el culo, y si no lo haces te comprará la más fea, ¿has visto ese cuadro?. - Me señala disimuladamente el horrible cuadro que el otro día comenté con Gail. - Es un regalo de Italia, dice que es arte, yo creo que es una mierda. - Sigue comiendo una vez le ha dicho las verdades a Taylor a las espaldas...

Señora GreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora