Capítulo 7

2.5K 275 29
                                    

Me encuentro posiblemente en una de las mejores tiendas de muebles de la ciudad, y no lo voy a negar, la sala de decorativos para el hogar, me está tentando. Creo que me llevaré un par de cosas, además de la cama.

Tras una hora y media metidos en un outlet con el aire acondicionado al tope, salimos y nos dirigimos hasta el coche. Taylor resulta ir más lento, está cubierto por unas cuantas bolsas, y se ha empeñado en que no le ayude, porque su señor no se lo permitiría.
Su señor es un cabezota y a saber lo que estará haciendo. Tengo miedo de volver y encontrarme algo que no deseo ver. Me veo tentada a preguntárselo, pero creo que no es un buen momento, está guardando el equilibrio como puede, y la montaña de bolsas parece la torre de pisa, inclinada y a punto de caer.

- Ya está, por fin hemos llegado. - Taylor suelta las bolsas en el maletero. Parece que es hora de volver a casa.

Me quito las lentes de sol una vez dentro del coche, y me sigue tentando la idea de preguntarle a Taylor si sabe si mi marido  está con alguien. Aúnque de saberlo dudo que me lo diga, es su fiel lacayo, no el mío.
Y ahora que lo pienso, a lo mejor necesito uno...

Me dejo vencer en el asiento y prendo mi teléfono móvil. Tengo unos cuántos mensajes de mi grupo de amigas, se han enterado de mi vuelta, y seguro que van a querer quedar conmigo. Pero me encuentro algo desanimada, no sabía que estar casada me rayaría tanto. No sé porqué me importa si está con otra, ya sabía eso cuando me casé, o más bien no, pero me mandó fuera. En esos tres años se habrá follado a una innumerable lista de mujeres, no soy tan idiota, y hasta puedo llegar a entenderlo.
A veces me pregunto que hubiese pasado de haberme quedado con él.
¿Se hubiera enamorado de mí?
Yo creo que más bien, yo de él, y hubiese sufrido como una campeona. Como ahora me tocará, porque no dejará su adicción por mí, que me conoce de cinco o seis días.

- Taylor, no quiero ir a casa. - Agacho la mirada. Necesito divertirme antes de encontrarme con el panorama, porque seguro que lo hay.

- ¿Y eso por qué?, el señor nos está esperando...- Le interrumpo.

- Puedes irte tu si quieres, pero yo soy la señora Grey, tan propietaria de esa casa como tu señor, y me voy, no quiero ir . - Abro la puerta del coche para salir, y Taylor imita mi acto, saliendo de éste e impidiendo que vaya más lejos.

- Señora, las órdenes del señor son muy claras, protegerla, llevarla a casa, traerla...- Vuelvo a interrumpir. Sé perfectamente las órdenes que ha impuesto mi marido, y con muchas no estoy de acuerdo.

- ¿Vigilarme hasta la saciedad?, a él no le importa Taylor, seguro que se está follando a otra en mi antiguo dormitorio, que ha transformado por la mujer a la que quería de verdad, ¿es qué tengo motivos para volver?. - Emprendo camino, consciente de que Taylor me sigue.

- Está bien señora, pero no corra tanto, Grey me mata si la dejo sola por ahí. - Lo sé, por eso soy comprensiva y voy más despacio.
Hoy no llevo los tacones, se nota.

- Mis amigas están en el bar de Danland, está aquí al lado, también celebran fiestas para niños, pero lo han alquilado para nosotras, si no te apetece el plan, puedes tomarte el día libre, Grey no se va a enterar de nada, ni si quiera se va a dar cuenta. - Le incito a irse, seguro que luego le va a decir cosas a Christian, y si se viene no podré contarle a Kate lo odioso que resulta a veces.

- El señor me va a matar como haga eso, será mejor que no me tiente, es el cumpleaños de mi hija.

- Razón de más para irte, tu hija te necesita, ¿cuántos años hace?

- Seis, es muy pequeña aún...- Se nota que falta poco para convencerle. Quiere que le convenza.

- Pues ya está, no va a pasar nada, será nuestro secreto...

Tras haber tentado al pobre de Taylor, ha acabado llendo al cumpleaños de su hija. Mientras, yo ya voy por mi tercera copa, y ya empieza a tentarme la locura, me apetece bailar, y llamar al estúpido de Christian para felicitarle por follar tan fácilmente.

- Ana, no tienes buena cara, ¿qué te pasa?, no has soltado prenda en toda la noche. - Me motiva Kate a confesarlo todo, de forma que no quede nada dentro de mí clavandose como una puta aguja directamente en el centro de mi corazón.

- Es que mi vida no es la soñada. - Me tambaleo y casi la mancho su vestido nuevo, blanco. - Basta llevarlo de ese color para que ese día te manches con lo que sea. - Soy millonaria, he escrito libros, pero tengo un marido que se acuesta con todas, y está enamorado de una que ya no se encuentra entre nosotros, - Me entra la risa, pero precisamente porque eso me está matando.

- ¿Que se ha ido a otro lado?. - Pregunta Melbourne, una de las chicas más ingenuas que conozco.

- Se ha ido al cielo, está muerta. - Me bebo la copa apurandola como si fuera un líquido milagroso que hace olvidar todas las penas.
Dicen que lo es, pero yo corroboro que es una mierda...

Me levanto de mi asiento, y empiezo a encontrarme mal, así que acabo tumbada sobre un enorme castillo hinchable. Está blandito. Hace que no me monto en uno desde que empezó mi periodo de preadolescencia.
Sonrío, y todo empieza a volverse divertido a mi alrededor. No sabía que el alcohol te hiciese flotar como en una nube, y todos se están riendo.
Mis ojos están muy abiertos, y empiezo a sentir cosquillas en mi estómago, además de unas terribles ganas de saltar.

- Anastasia, sal de ahí, te has tomado unas pastillas, la idiota de Melbourne las ha traído y las ha hechado en tu copa, creyendo que era la suya. - Es Kate. No sé lo que está diciendo, pero ahora la que tiene mala cara es ella

Sin pensarlo marco el número de Cristian, espero no interrumpir una de sus veladas.
Y entonces veo sus llamadas perdidas. Unas cuantas.
En nada me atiende, no estaría follando entonces, o me tiene ganas...

- ¿Dónde coño estas?, he pillado a Taylor en una fiesta, cuando tendría que estar contigo, y en nuestra casa. - Grita como un histérico.

- ¿Qué?, ¿de qué fiesta hablas? - No sabía que estuviese de fiesta, fijo que pasandolo en grande.

- Creo que de Peppa Pig, y yo que sé, es una mierda de fiesta infantil. - Escucho el ruido de un globo explotando.

- ¿De quién?, ¿del cerdo ese?, pues te pega. - Trato de no reirme a carcajadas. También es un cerdo por acostarse con otras...

- No me hagas repetirlo, ¿quieres?, y dime donde estás. - Su insistencia me hace gracia.

- ¿Y que haces en una fiesta de Pepa pig?. - De todo lo que me ha dicho, me he quedado con eso.

- Es el cumpleaños de mi sobrina, ¿dónde mierdas estas?. - No se cansa de insistir.

- Estoy en un castillo, la graciosa de Kate dice que me han dado pastillas creo, o no sé qué coño me está gritando porque no la entiendo. - Me entra más la risa. - ¿te vienes? - No sé porque me resulta todo tan gracioso.

- ¿Qué?, ¿donde mierdas te metes?, ¿y qué castillo?

- El tuyo, el que has abandonado por una mazmorra sexual, no te jode. - Continuo bromeando, acabando así con su paciencia. - ¿Quieres que te dé la dirección?

- Eso estaría bien. - Responde, nervioso y a punto de gritarme. Seguro que se está conteniendo.

- Una lástima, no va a poder ser, porque no me la sé

Señora GreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora