CAPITULO 14. LA CAJA MUSICAL

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 CAPITULO 14. LA CAJA MUSICAL

Si bien los seres humanos somos seres con el defecto de dejarse llevar por las emociones del momento, a lo que me refiero es que la ocasión amerita la acción, solemos tomar una decisión mas por el simple hecho de encontrarnos en una situación favorable o inmediata, que por simple razonamiento. Un ejemplo serian las personas que están asombradas por la programación de distintos aparatos eléctricos, y en su vida han encendido un ordenador, también las personas a las que les fascinan los programas de temática detectivesca o de salas médicas que se presentan en algunos canales de programación por cable, pero en su vida pueden observar un poco de sangre sin poder evitar el tener la sensación de vomitar a causa de ello.

Tal vez las únicas decisiones que se piensan muy bien es cuando se encuentra el dinero de por medio; mas que por interés o asombro, tal vez me equivoque o tal vez no, a final de cuentas solo soy alguien tras una computadora tratando de escribir una historia de un día a otro por un simple impulso sin justificación alguna, así que, que podría saber yo.

Y todo esto va a que solo por un simple impulso la chica rara decidió subirse a un autobús sin pensarlo, y sin fijarse a donde se dirigía, y por puro impulso de idiotez «juraria que he escuchado eso en otra parte» aborde el mismo transporte que ella sin haberme fijado antes el lugar a donde se dirigia, todo por simple instinto de supervivencia ya que el autobús en el que llegamos se había ido sin nosotros, y solo necesitábamos sentir que íbamos a algún lado .

Después de que el autobús llegara a su destino nos dimos cuenta de que aun estábamos muy lejos de el lugar a donde nos dirigíamos. En pocas palabras nos había dejado en medio de la nada.

—Que —enojado— no te fijaste a donde se dirigía el maldito autobús. 

—Pero, si yo pense que tu sabias a donde se dirigia. Me dijo.

—Como iba a saber, a donde se dirigía, si tu fuiste la que se subió primero al autobús.

—De que hablas, si yo te iba siguiendo a ti como puedes culparme.

—Pero... tu....si tu.... es que... ah—suspiro— bueno vale, entonces hay que seguir todo lo que resta de camino a pie.

—Estas loco, ese letrero de ahí dice que el pueblo mas cercano esta a 5 kilómetros de aquí, y aun asi no podemos asegurar que ese es el lugar en donde están todos los demás.

—Oh —sarcasmo— perdona, como pude ser tan desconsiderado, creo que llamare a mi pegaso volador, para que nos lleve, o la señorita prefiere un unicornio.

—Pues el unicornio no suena tan mal, así que sera ese.

—Ah —suspiro— porque me molesto, se ve que tu no entiendes nada.

—Mira quien lo dice, tu solo estas dándome ordenes, y te la pasas gritando todo el tiempo.

—Pero eso es por todo lo que provocas, además sera mejor que comencemos a caminar o sino nunca los alcanzaremos y nos quedaremos aquí para siempre.

—Claro, pero si no te has dado cuenta estamos a mitad de la nada, a donde nos podríamos dirigir.

—Eso no lo se pero sera mejor que nos apresuremos.

Y así caminamos durante un largo rato, adentrándonos en la parte menos civilizada de todo el lugar, pasaron varios minutos hasta que por fin se comenzaban a observar los lotes de casas que urbanizaban cada vez mas el paisaje. Tenia ya demasiada sed, y hambre para poder seguir caminando, pero desgraciadamente no traía nada de comer en mi mochila, por haber salido de la casa antes de que estuviera listo, todo por culpa de ese maldito despertador. Si la alarma hubiera sonado a tiempo nada de esto habría pasado. «gruñendole el estomago» 

ME ENAMORE DE UNA OTAKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora