Capítulo 10: Sol de Medianoche

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"Éramos blanco y negro, esa tonalidad gris con la que nuestro destino fue pintado. Gris tormenta..."

-Amanda

Seattle, Estados Unidos

Faye

Ayudé a Amanda a incorporarse, tenía la cara llena de suciedad y un golpe en la frente. En la mano se había hecho un corte poco profundo, se soltó de mi mano con brusquedad para evitar que siguiera revisándola por si tenía alguna otra herida que fuese grave; volvió a mirar hacia el cielo, los tres helicópteros que habían estado sobrevolando Seattle todos estos días comenzaron a caer por las calles cercanas, pero no parecía que Amanda estuviera preocupada por eso, miraba otra cosa.

—Le diré a Sahar que no vuelvo a ayudarte—me quejé.

—Dime que ves lo mismo que yo—dijo, ignorando mi comentario.

Miré hacia el punto donde ella miraba.

—¿Polvo, suciedad, fuego, personas cayendo desde ese edificio buscando salvarse pero igual consiguen la muerte en el intento?

—Observa, Faye, presta atención. Están peleando frente a tus ojos—replicó, sorprendida por lo que ella presenciaba pero yo no.

—¿No te habrás golpeado fuerte la cabeza?—le pregunté, volviendo a mirar y esta vez sí que pude ver lo que ella—. Pero, ¿qué demoni...?

La gente a mi alrededor buscaba refugio, sus gritos se oían lejanos junto a los sonidos de las sirenas de patrullas, ambulancias, camiones de bomberos. Yo me encontraba absorta viendo cómo criaturas aladas aparecían y desaparecían ante mis ojos, enfrentándose con espada en mano.

Elohim—susurró Amanda.

—¿Pero quiénes son los de alas negras?—pregunté cuando volvieron a aparecer y se desvanecieron tras chocar las espadas.

—¿Pero quiénes son los de alas negras?—pregunté cuando volvieron a aparecer y se desvanecieron tras chocar las espadas

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Amanda

Antes de entrar al hotel escuché un sonido de metal chocando contra metal, agucé la vista hacia el lugar de donde provenía y fue entonces cuando vi a aquellas criaturas peleando en el aire al mismo tiempo que un avión se precipitaba contra el edificio de enfrente, la explosión que le siguió dejó caer escombros. Tropecé al intentar entrar al hotel y caí golpeándome la cabeza, me corté la mano con uno de los cristales que llovieron desde el mismo hotel porque el estallido fue tan estruendoso que la onda hizo que los edificios cercanos se vieran afectados también.

Escuché la voz de Faye, me ayudó a ponerme de pie y apenas presté atención a sus palabras porque mi atención se centró en las ahora nítidas criaturas. Al principio Faye no les veía, le insistí y cuando al fin pudo verlos se asombró.

Elohim—susurré.

—¿Pero quiénes son los de alas negras?

—Ahora entiendo—dijo en un murmullo la voz del señor Alyosha a espaldas nuestras—, han estado allí todo el tiempo.

Vestida de Luna. Tomo 3©Where stories live. Discover now