"Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece...."
-Eclesiastés 1-4
Nueva York, Estados Unidos
Amelia
Amshel escuchó lo que Ivel y yo le contamos sobre nuestro corto encuentro con Eloah, sus agresivas reacciones eran de esperarse. Eloah se había atrevido a amenazar a su hermana y la bebé que crecía en su interior; Ivel no estaba angustiada, no de una forma en la que te dieras cuenta al momento de verla, disimulaba muy bien su malestar.
No me sentí culpable por pensar en que esa bebé no debía nacer, todo lo que representara un arma en poder de Eloah debía ser destruido, pero esa niña no tenía culpa, Ivel tampoco la tenía. Sólo quería proteger a su hija como Sahar nos quiso proteger a todos nosotros en el pasado.
Amshel, que conocía muy bien a su hermana pequeña, la abrazó. Era extraño verlo en modo "hermano cariñoso y protector", el ser del que descendían ambos era alguien que no sabía de amor incondicional, del cariño real dentro del núcleo familiar, un ser que sólo conocía de rencores y envidias no podía tener descendientes que se quisieran de la forma en que estos hermanos se querían. Sin embargo, ellos, ahora mismo, delante de mí, distaban mucho de su progenitor y su abuelo. El calor maternal vivía en ellos y al tener un tío como Mikhael debió ayudar a que se amaran de forma tan incondicional; tal vez ella, su madre, conociendo la realidad y negándose a seguir creyendo la mentira en la que vivía, encontrando la muerte en el proceso, les enseñó sobre el amor. Aunque ignoraba la forma en que murió, sabía que había sido a manos de humanos pero nada más.
—Ambas tienen mi protección pase lo que pase—le decía Amshel a Ivel—. Haremos lo imposible para que Él no llegue nunca a mi sobrina, su influencia no la tocará. Te lo prometo.
Amshel, Ivel y Azana podían llegar a dar la sensación de no ser fiables, sus actos los condenan, y no pretendo bajar la guardia ante ellos, pero también tenían un lado que, a medida que iba conociendo, se asemejaba al mío con mis hermanos. Los tres estaban solos en un mundo del que no sabían era una farsa, hasta hace poco. Un mundo que ayudaron a construir sin conocer el trasfondo de todo.
Fueron utilizados.
—Lo heriste—dije interrumpiéndolos.
—Le llevará algún tiempo recuperarse de eso—respondió Ivel alejándose de su hermano y sentándose a mi lado de nuevo—. No tiene a Sus Ancianos terranos cerca, son los únicos que podrían ayudarlo mediante el urushdaur. Puede vivir en esencia, pero por medio de un cuerpo físico le es más fácil llevar a cabo rituales por sí mismo cuando alguno de sus Siervos falla, y la mitad de esos Ancianos que le serían de ayuda ahora mismo.....
—Murieron en la Basílica—terminé.
—¿Qué pasó esa noche?—inquirió Amshel.
—La primera intención del evento era castigar a los que se habían estado oponiendo a algunas formas, que tiene Murdock, de llevar las riendas del mundo. La segunda intención era que a través de ello quienes pensaran en cuestionarle algo más a mi marido, se lo pensaran dos veces—explicó Ivel—. Pero Murdock planeaba algo más, los reunió a todos e hizo que las quimeras que liberaron esa noche en el recinto atacaran a todos los que allí estaban mientras que algunos sicarios pagados por él fueron tras los parientes de esos miembros fallecidos.—Esa parte no me la sabía—. Él quiere dejar todo esto, hermano, por eso atacó a la gente que lo puso allí en primer lugar.
Escuché un ruido en la puerta, Ivel se levantó al mismo tiempo que su hermano. La vi sonreír después de que la puerta se cerrara, fue a recibir a quien sea que hubiese llegado.
YOU ARE READING
Vestida de Luna. Tomo 3©
Gizem / GerilimEl Cielo se tiñe de rojo, llueven huesos hechos cenizas. -¿Qué haces aquí, Aiden? Ya no eres bienvenido, es un punto que creí no tendría que aclarar. Me bebí de un trago el coñac y deposité el vaso sobre el escritorio. -No tienes que hacerlo, como c...