Capítulo 14: Claroscuro

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"Quien con monstruos lucha cuide convertirse a su vez

en monstruo.

Cuando miras largo tiempo a un abismo,

el abismo también mira dentro."

-Friedrich Nietzsche

Amelia

—Amelia—escuché su voz—. Amelia, despierta.

El rostro de Dorian se iba haciendo más nítido, su mano golpeaba con suavidad mi mejilla. Me sentía débil, me había desmayado cuando la intensidad del dolor en Sahar se volvió insoportable; no debería estar en este mundo, a ella le pega más que a cualquiera toda esta impureza.

El rostro de Dorian cambió al de Amara, no había sido más que una ilusión provocada por el débil estado en el que me encontraba.

—No estás bien del todo—dijo—, recién acabas de volver de un viaje que requirió mucha energía, y tu cuerpo no deja de ser sólo una Coraza, como lo llaman ustedes.

—Pude sentir el dolor de Sahar, me desmayé por eso.—Amara me ayudó a incorporarme.

—Las dos cosas, querida—sonrió de camino a la casa—. Estuviste caminando por la playa en medio de esta fría noche, sola. Casi me preocupo, luego recordé que no tenía por qué hacerlo: eres el Diablo—se burló.

—Cierra la boca.

Abrió la puerta; en silencio y con su ayuda subí las escaleras. Mis piernas apenas me respondían, ella tenía razón sólo habían pasado horas desde mi despertar, el viaje astral requirió energía que este cuerpo no resiste, sumado a eso estaba la duración del mismo y más que eso estaba el hecho de que yo era Spýrito y la Coraza era frágil ante un Spýrito liberado.

—Voy a morir—susurré.

—No digas eso, Amelia—contestó Amara cuando me vi acostada en la cama.

—No entiendes, esta piel, esta carne, este falso cuerpo no resistirá mucho tiempo. Pero será agradable—sonreí en el susurro—, porque ahora que soy libre podré resucitar y hacer de este cuerpo algo eterno, podré llevarlo conmigo a mi hogar. Ya no pertenecerá al Creador de este mundo, y eso va a joderle—reí.

—Descansa, Amelia.

Me quedé dormida al instante de escucharla decir aquello. Esa noche no soñé, estaba sumergida en un descanso profundo por lo agotada que me encontraba, nueve meses dormida empezarían a pasar factura al día siguiente y en adelante, lo tenía claro.

La luz del día que se colaba por el lucernario me obligó a abrir los ojos, salí de la cama directa al cuarto de baño, encendí la regadera y me quité la ropa para meterme debajo pensando en las noticias que vi la noche anterior en la portátil, y en todo lo que Amara, Aiden y Calleigh me relataron; estábamos lejos del peligro, yo no quería estar lejos del peligro.

Busqué algo de ropa en el armario, mientras me vestía vi un periódico sobre la mesita de noche con un pedazo de papel encima: Tu desayuno está servido en el salón comedor, regreso pronto. Con Amor, Amara. Besico, Diablo.

—Maldita perra—susurré tras leer la última frase.

¿Por qué tenían que hablar precisamente con ella sobre mi identidad y lo que los libros de Mikhael y Alexandra decían? Ahora se la pasará usando ese apodo conmigo.

Me vestí y salí a correr por la playa observando lo azul que estaba el cielo, una playa de Estambul muy pacífica, ¿cómo Amara se habrá hecho con esta propiedad?

Vestida de Luna. Tomo 3©Where stories live. Discover now