Capítulo 2

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Eran las 8:30 de la mañana y sonó el despertador bajo de volumen para que no se despertaran mis padres, por suerte, ayer salieron pero cuando vinieron no nos hicieron nada. Suspiré, llevaba una vida muy dura, echo de menos a mi hermano mayor, se me corrió una lágrima hasta la mejilla, pero por suerte, hoy nos íbamos con mi tía Ángeles, estaba entusiasmada.

Me levanté, me quité las lagañas de los ojos y fuí al baño; me lavé la cara y me puse un poco delineador de ojos y corrector de ojeras (tampoco quiero ser una zorra plástica). De nuevo fui a mi habitación, me puse mis convers negras, shorts amarillos y una camisa de tirantas negras, era verano y hacía mucha calor, me cepillé el cabello y me hice una coleta alta, y al final decidí ponerme mis pendientes azulados y plateados, cuando iba a salir de mi habitación, vi a mi hermanito Pablo con una... ¡¡maleta!!... Wow, pues si que es verdad que las mujeres tardamos más en arreglarnos, reí.

- Hola hermanita, guao, que guapa estás, bueno, vamos que tengo ganas de ver a mi tita Ángeles -lo abracé- Hey hermanito -lo saludé-, tú si que estás guapo, espera, tengo que meter algunas cosas en mi maleta y ya nos vamos. Entramos en mi habitación, cogí todo el dinero que tenía ahorrado y metí las cosas que me hacían falta en mi maleta, le avisé a mi hermano de que le esperaba en la cochera, cogí las llaves y así lo hice. Vi a mi hermano Pablo venir hacia acá, lo tomé de la mano y corrimos hacia el autobús, se nos hacía tarde pero, por suerte, cuando llegamos ahí estaba el bus, entramos, le pagamos al chofer y nos dirigimos dirección a Sevilla.

Por fin llegamos, cogí el mapa de Sevilla que la tía Ángeles nos regaló cuando eramos pequeños y nos guiamos con su ayuda. Nos estacionó hasta una casa, no conocía esa casa, le pregunté a uno de los vecinos y nos dijo que la habían reformado, wow, que hermosa está.

-Vamos Pablito, esta es la casa, la han echo nueva, está hermosa, ¿verdad? -lo abracé-

-Sí Laura, está muy bonita, ¡ya, vamos! quiero ver a tita y a los primos -se apresuró-

-Vale vale, no seas aguafiestas -reí-

Llamamos al timbre, digo, gran timbre con cámara incluida y nos abrió una señora, era mi tía, seguía igual que antes de guapa, tenía su pelo castaño y sus ojos verdes y con ninguna arruga, ya que yo le regalaba esas cremas que vendían en los mercados para arrugas. Se nos quedó mirando.

-Madre mía, ¡que guapos estáis! No habéis cambiado nada... Os estrañé mucho niños míos, pasad, por favor, que os voy a enseñar mi nueva casa -sonrió y nos abrazó tan fuerte que nos dejaba sin respiración-

-Tita, no... p-pu..edo res-pirar... -dije ahogándome-

-Uy perdón, todavía no pierdo la costumbre de dar estos abrazos -reímos al unísono los tres-

-Bueno pasad, a qué esperáis... ¡¡¡¡VAMOOS!!!! -entramos a la casa-

Pasamos un rato viendo la casa y nos agradó mucho, nos indicó nuestras habitaciones, la mía era color rosa, un tocador grande, una mesa con un ordenador portátil y una cama; la de mi hermano era azul y verde, tenía un mini-ordenador portátil para él que era lo que quería, estaba muy contento, pero no había visto a mis primos en todo el día...

-Pablo y Laura, a comer, hay lassaña -dijo mi tía-

-Bieeeeeeeeeeeen -dijimos mi hermano y yo al unísono, era nuestra comida favorita a parte de la pizza-

-Vamos para allá, tita -le grité desde arriba a mi tía-

Cuando bajamos, sentimos a alguien abrir la puerta y.. eran mis primos, ellos se quedaron en estado de shock al verme pero cuando reaccionaron fueron corriendo a abrazarme -Primaa, cuánto tiempo, cómo has estado, dime que bien, porque si no juro que mataré a tus padres con mis propias manos -dijo mi prima Elena -Hija, ya basta, no digas esas cosas -reímos- Wow, que sexy estás prima, te eché de menos -me dio un beso en la frente con cariño -Yo también te eché de menos Mario, te quiero mucho. Y nos pusimos a comer mi comida favorita, lassaña.

Una nueva vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora