Capítulo 14

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(NARRA CARLOS)

El idiota de Mario se fue corriendo diciendo unas drogadictas de Nutella.

Normal, no sé que tiene ese bote, pero puede contener droga, puede que tenga razón Mario, la tendré que probar.

Pero ahora no.

Ahora estoy intentando decirle a Laura que si quiere venir en la noche conmigo al cine a ver una película de guerra o algo, sólo porque estoy aburrido.

Sí, claro, aburrido, ¿no será que estás enamorado de ella?

Bien, ahora me habla mi conciencia... Pues le voy a contestar.

¡No estoy enamorado de nadie! ¡Yo nunca me enamoro porque eso es una pérdida de tiempo! ¿Lo entiendes estúpida conciencia?

Algún día me lo dirás, jovencito...

Decidí ignorarlo como sea y, allá iba.

- Hola linda -le saludé-

- Hola, no me digas linda -me fulminó con la mirada-

- Oye -le insinué-

- ¿Qué pasa? -me preguntó dudosa y confusa-

- Nada, quería saber que si querrías venir conmigo esta noche al cine a ver una película de guerra o algo que echen por ahí, me aburro -sonreí nervioso-

¿POR QUÉ DEMONIOS ESTABA NERVIOSO? Pues no tengo ni la más mínima idea.

Eso es lo que crees tú.

La ignoré y la miré a los ojos para esperar una respuesta afirmativa.

- Claro, yo también me aburro, y para ir de compras con mi prima prefiero ir contigo, pero... ¡CON UNA CONDICIÓN! -exclamó-

- ¿Cuál? -le miré horrorizado-

- Que veamos "The notebook" -sonrió victoriosa-

- ¿Qué? ¡No! Odio esa película -le reproché indignado-

- Pues entonces no voy, adiós -se iba a ir pero la agarré del brazo-

- Está bien -suspiré- Vamos a ir a ver la libreta esa o como se llame -suspiré de nuevo indignado-

- La libreta esa no se llama, se llama "The notebook" -me corrigió-

- Bueno, como sea. Te veo luego, duerme la siesta que si no después estarás cansada -le aseguré-

Y nos despedimos en una despedida cordial con las manos.

(NARRA LAURA)

Estaba durmiendo en mi hermosa cama, pero sentí mucha agua caer en mi cuerpo y en la cama...

Oh no.

Oh no.

Oh no.

....¡INUNDACIÓN!....¡INUNDACIÓN!....

Me levanté rápida para avisar a los demás.

- ¡¡¡¡¡INUNDACIÓN!!!!! ¡HAY UNA PUTA INUNDACIÓN EN ESTA CASA! ¿ALGUIEN PUEDE OÍRME? -grité asustada y los sonidos de mi voz se escucharon por toda la casa-

Todavía seguía con los ojos achinados de tanto dormir... Cuando los abrí... Estaban Carlos y Elena descojonándose de mí por culpa de esta falsa inundación.

MALDITA SEAN MIS JODIDOS PRIMOS.

- AHHHHH! A TÍ NO TE VOY A HACER NADA ELENA, PORQUE SE QUE TE OBLIGÓ, PERO A TÍ -señalé a Mario- Me las pagarás, me vengaré y bien -sonreí con una sonrisa bastante diabólica-

- Oh....no... Me voy, adiós querida prima -me dió un beso de lo asustado que estaba-

- Adiós, adiós, querido pirmo, ya verás -y se fué corriendo-

Cobarde.

 Algunas veces creo que yo me escapé de un sicario cuando era pequeña pero... ¿y Mario? El pobre es más infantil y bobo de lo que yo pensaba, pero igual lo quiero, mis bromas y las de él eran como las de mi hermano y las mías.

Ya está. No puedo pensar más eso, tengo que seguir página, pero no puedo, intento ser fuerte para que no me hagan daño pero es imposible, cada día que pasa lo echo más de menos...

¡YO TENÍA QUE ESTAR EN EL PUTO CIELO, NO ÉL!

Tiré una botella de cristal y la tiré al suelo de los mismos nervios que tenía y, por desgracia me herí el pie.

-¡Hey! ¡Laura! Ya está bebé, no pasa nada, no digas esas cosas -reconocí esa voz, era Carlos, yo estaba de espaldas, pero ahora mismo no puedo estar sola, soy capaz de cometer una locura-

Me agrandó los brazos para que lo abrazara y mi cuerpo inconscientemente me guió a envolverme en sus brazos.

¡Soy yo la que tengo que tener el poder sobre mí, no lo que sea eso que me ha impulsado! ¿Cómo ha sido eso?

Estábamos abrazados y de repente se me corrió la manga del brazo derecho y se me quedó al aire los moretones y arañazos de mis padres, me lo intenté tapar rápidamente pero él me detuvo.

-¿Qué tienes ahí, Laura? -me preguntó con una preocupación en sus ojos-

-N-nada, e-es s-sólo u-una c-caída... -tartamudeé nerviosa para que no me descubriera, aunque era imposible eso-

-Claro, y yo soy el rey de Roma -rodó los ojos- Son los moretones que te dejaron tus padres, ¿verdad? -asentí llorando-

-¿Te los has curado? -negué con la cabeza-

-Vamos al médico, vamos -me cogió del brazo y me empujó pero me negué-

-No Carlos, por favor, ahí me van a preguntar que con qué me los he echo y entonces no sabré que responderles -lloré, estaba muy lastimada y el pie me dolía mazo-

-¿Y el pie? ¿Cómo? -me preguntó-

-Me herí el pie tirando la botella de cristal -agaché la cabeza-

-Está bien -suspiró preocupado- ven, te lo voy a curar, di cursos de enfermerías en una academia que estuve hace un año.

Fuimos al baño y me senté en el lavabo con cuidado, cogío el botiquín, el cuál se lo indiqué yo donde estaba y me fue curando los moretones de los brazos y el abdomen y el corte del pie.

Me sentía protegida con él, no me pregunten por qué, pues no lo sé.

-Ya está, como nuevo -sonrió- ahora... ¿No podrás venir esta noche al cine, no? -bajó la cabeza-

-Claro que puedo ir, no pasa nada, cojo las muletas de mi tía que tiene reservadas para casos cómo éstos y vamos -le sonreí ruborizándome, menos mal que él no estaba mirando-

-Okey, pues te espero abajo en la sala de estar a las 9:00, adiós princesita -me dió un beso en la frente-

Y como ya se me hace normal esto, me ruboricé, ¡LO ODIO! 

¡ODIO MIS ROJURAS, POR DIOS!

Miré a mis alrededores, no lo quería decir de nuevo en voz alta, menos mal.

Una nueva vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora