"Me había sacado una sonrisa, lo admito."

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-John en serio no te vayas, joder que yo no he sido- dije dejando caer una lágrima por mi mejilla.

- No te imaginé así Salomé- se dio media vuelta y me dejó allí, como si no le importara lo mas mínimo.

Resulta que según él, le he contado a todo el puto instituto que era gay. Dice que no se lo ha dicho a nadie, solo a mi, pero yo no se lo he contado ni a la puta mosca que me despierta todas las noches. Estaba molesta. ¿Por qué no confiaba en mi? Me levanté del banco y volví a casa rápidamente. Me sentía frustrada, quería que me creyera.

-Hola linda, ¿como estás?- me dijo mi tía cuando me senté en la mesa para cenar.

Ni siquiera respondí, que mas da como esté, a ella nunca le importó que su sobrina viviera toda su infancia en casas de acogida y en orfanatos.

Rodé los ojos y cogí una tostada para untarla de chocolate y llevarmela a la boca. Abrí la nevera y me serví algo de zumo de naranja. Me terminé la cena en silencio y recogí lo que había ensuciado. Mi tía me observaba esperando que le dijera algo, pero no lo hice. Después de recoger todo simplemente me subí a escuchar musica a mi habitación.

Eran las 6 de la tarde. Llevaba mas de una hora intentando dormirme para olvidar por un rato pero me era imposible. Me incorporé en la cama y suspire. Era hora de darse una vuelta. Cogí mi móvil y algo de dinero y salí de allí sin avisar. Caminé un rato hasta llegar a un pequeño bar y entré. La mayoría de los presentes eran mayores de 50 años, y casi todos estaban muy pedo, pero no me importó. Quería estar sola pero rodeada de gente y ese era el mejor lugar.

-Hola...- dijo el camarero apenas sin verme. Se dio la vuelta e hizo una mueca extraña.- bombón- terminó la frase.

-Venga si...ponme un café con leche- dije rodando los ojos. El me miraba de arriba bajo, observando cada centímetro de mi cuerpo que estaba al otro lado de la barra- ah y deja de mirarme- dije borde. Lo menos que quería era que ahora el puto camarero me tocara los cojones.

-Tranquila bonita- sonrió. Se fue un segundo (mientras yo me sentaba) para luego traerme aquella tacita de café. Le pagué.

-Gracias- cogí la taza y empecé a darle pequeños sorbitos.

- A ti muñeca- me guiñó un ojo- y bueno, ¿Qué hace una chica tan preciosa por aquí?

- Ah, ¿te refieres a la del fondo del local? Supongo que ligando con algún desesperado cincuentón.- di otro pequeño sorbo.

-Me refiero a ti- dijo negando con la cabeza y rodando los ojos.

-Entonces lo de "preciosa" sobra. Y lo que estoy haciendo aquí no te incumbe. - me terminé el café de un trago y me levanté. El se quedo mirándome unos segundos pensativo.

-¿Vendrás mas veces por aquí? Me encantaría verte otro día.

- En tus sueños seguro que vengo- le guiñe un ojo, le sonrei y salí de allí. Caminé lentamente hasta la plaza cuando alguien me tocó el hombro. Me di media vuelta y ahí estaba el camarero. Mira que es pesado eh.

- Al menos dime como te llamas- me sonrió.

-Salomé- dude al decirlo

- Yo Connor, pero espera, ¿Eres española?- pregunto curioso.

-¿Que mas da?- dije dándome la vuelta para ahora andar mas rápido de camino a casa.

Seguía molesta por lo de John, pero el interés de este muchacho en mi me hizo gracia. Me había sacado una sonrisa, lo admito.

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