Dos días habían pasado desde el incidente en el restaurante. Lana aún se escondía en su cuarto, ni siquiera había salido para buscar comida. Aunque se repetía a sí misma que se encontraba en perfecto estado, la verdad era que el miedo se había instalado en el fondo de su mente. Viejos hábitos habían vuelto, como el hacer cosas en determinado orden o sumar mentalmente todos los números que se le aparecieran esperando que esa suma de nueve o un múltiplo del mismo. Consideraba que si se corría de aquellas cosas provocaría al karma o algo similar y algo desastroso ocurriría.
Esa mañana sus padres habían llamado para chequear como se encontraba. Claramente la muchacha omitió los detalles importantes para no preocuparles. Ellos le comunicaron que en dos días mas estarían volviendo y le giraron un poco más de dinero. Esa parte le hacía sentir incómoda. Debido a sus nervios no había podido conseguir un buen trabajo aún y por ende no lograba tener su independencia económica. Hacía algunos trabajos freelance pero eran tan esporádicos que solo le servían para gastos de ropa. Sus padres no le hacían reclamos por ello pues Lana estudiaba y se las ingeniaba para tener un promedio decente, pero de igual forma se sentía mal por ello y casi nunca les pedía nada. Eso, entre otros motivos...
Su celular sonó avisándole de un mensaje. En realidad eran varios. Uno del grupo de la universidad. Estaban planeando el próximo cuatrimestre, los horarios y las asignaturas. Lana no se preocupó, tan solo le quedaban cuatro materias y solo tenía que decidirse por dos. Se había prometido no exigirse demasiado. Otro de los mensajes era de su mejor amiga, Tammy. Le reclamaba atención ya que hacía varios días que no sabía nada de ella. Se tomó su tiempo para contestarle, le debía el contarle todo lo que le había sucedido en los últimos días. Le habló de Leandro, de lo irritante que era y de lo muy atraída que se sentía hacia él. Incluso le habló sobre la llamada que recibió, tan inoportuna. Tammy se mostró preocupada por esto último y le rogó que no se deje amedrentar. Lo mejor era ignorar lo sucedido pero para Lana era imposible.
Su mejor amiga pasó a contarle que en diez días había estado con tres muchachos diferentes pero que en realidad solo había disfrutado mucho con uno solo. Lana sonrió por la libertad que tenía Tammy para vivir su sexualidad. La adoraba por ello y se peleaba con cualquiera que la insultara por esto mismo en su presencia. Una vez incluso llegó a pegarle una bofetada a un chico que sin saber que era su mejor amiga le dijo que no estaba interesado en chicas tan fáciles. Tammy no era "fácil", de hecho creía que ese termino no debía existir, simplemente era una mujer que disfrutaba de su sexualidad y sabía lo que quería y cuando lo quería.
Mientras esperaba que su amiga le respondiera el último mensaje que le envió, revisó la última notificación que le arrojaba su teléfono. Era un mensaje del messenger, de su contacto anónimo "Ariel".
"Como estas tanto tiempo?" Le preguntaba.
"Bien y tú?"
"Aburrido. Aun espero que algo emocionante me sacuda. No tienes nada nuevo para contarme? Algun muchacho que te alborote?"
Lana frunció el ceño confundida. No le convencía la forma en la que Ariel le preguntaba aquello. Pero decidió ser honesta. Evidentemente necesitaba distintas opiniones sobre el tema Leandro.
Le contó todo e incluso le expuso el por qué no había vuelto a hablar con él. Tenía miedo a que el muchacho estuviese tan enojado por lo que había sucedido que no quisiera hablar con ella nunca más y puesto que él tampoco se había acercado, el resultado de una nueva comunicación entre ellos le provocaba dolor de estomago. A veces era demasiado cobarde.
"Quizás ese muchacho no es para ti, lo habías pensado?" le respondió aquel extraño.
"Por qué lo dices?"
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Sálvame
RomanceUn corazon roto y un pasado que atormenta... Nada parecia querer cambiar en la vida de Lana Shark, una triste y solitaria muchacha de ojos verdes, hasta la madrugada del 9 de julio... Esa noche todo cambio para siempre.