Capítulo 3: Esta vez ganare, pero todo tu ser.

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Hola...Gracias por la paciencia.

Ezio estaba insatisfecho, quería al sirio, en su cama, en su bañera, en su sala, en su cocina, deseaba que aquel hombre estuviera con el 24/7.
"Muy empalagoso" pensó mientras garabateaba su cuaderno, la historia del comienzo de la administración, era aburrida,  pero debía tomar la clase, su celular vibró sacándole de sus pensamientos posesivos de encerrar a Altaïr en una torre, era un mensaje, se emocionó al ver la frase escrita, pero se desilusiono al ver el remitente, su ex novia Cristina que aún no aceptaba el rompimiento, puesto que Ezio no le gustaba los romances lejanos había decidido romper la relación, pero parecía que la chica no entendía tales palabras, recordó que no le había dado el número al sirio, así que apuntó los números importantes en su libreta, apagó el celular,  le quito el chip, mirando por última vez la pequeña tarjetita sonrió y  lo tiró a la basura.
Aburrido pero agradecido que acabo la clase, Ezio salió de la aula, sus sentidos se invadieron y sintió la presencia de Altaïr, o eso pensó porque sin darse cuenta estaba siguiendo un camino diferente, cuando entró al otro edificio, ahí estaba Altaïr en las escaleras sacando algunos libros de su mochila, parecía revisar algunos apuntes, se acercó sigilosamente como le habían enseñado.
-Eres aplicado- susurro en su oído, a espaldas del sirio, este suspiro, no se había sorprendido pues había visto al italiano.
-¿Acaso eres un novato?, tu sigilo es como la de un niño- mentía, ya que se había dado cuenta del italiano por las pulsaciones erráticas de su corazón que sentía cuando estaba cerca de Ezio, cualquier otra persona hubiera sido difícil haberlo previsto.
-Ughh soy un maestro asesino, soy muy sigiloso- se quejó con un pequeño puchero, para Altaïr aquel italiano que osaba a rebasar su altura por algunos cuantos centímetros era totalmente tierno, por lo que beso aquel puchero, rozando sus labios en el casto beso.
-A todo esto, ¿Qué haces aquí?- pregunto alejándose antes de que el italiano se calentara.
-Vine a invitarte a comer- respondió Ezio cuando salió del atontamiento que le provocaba el sirio.
-¿pensé que tenías clases?- dijo al ver el resplandeciente italiano revolotear.
-Ya acabe, vamos, te invito a cenar- dijo pero el orgullo de Altaïr se negaba a aceptar tal propuesta.
-No, iré a comer al comedor de la hermandad- contestó caminando a la salida, Ezio lo siguió, no se rendiría  tan fácilmente.
-Entonces voy contigo- comentó, Altaïr lo miro inquisitivo, pero lo dejó pasar tampoco se iba a negar que lo había extrañado, Ezio se preguntaba por qué estaba siendo empalagoso, no era común en él, pero una sensación en su plexo solar le decía que debía estar con Altaïr, recuperando el tiempo perdido.
-Bien, vamos-Ezio lo siguió, y ambos fueron a la hermandad.
No lo diría en voz alta, pero nada del menú del comedor se le antojaba, no obstante Ezio pidió lo que más conocía que era una hamburguesa, mientras Altaïr había pedido una orden de hotdogs.
-En serio, es lo único que tiene, una hamburguesa tan sencilla- exclamó al mirar la hamburguesa, ni siquiera llevaba papas a la francesa.
-Al final de acabo es comida, deja de quejarte y cómela- ordenó y una sensación de dejavu lo invadió, Ezio suspiro resignado, y empezó a comer.
-Bueno, al menos no es costoso- comentó sin malicia, luego le robó un mordisco de hotdog al sirio.
-oye- se quejó, pero el italiano ya no escuchaba, término de comer, dejando la bandeja en la mesa.
-¿Me dejarás estar en tu habitación hoy?-pregunto guiñando un ojo, y siguiendo a Altaïr.
-No- Altaïr estaba dispuesto a ser necio con aquel italiano, pero al ver su cara de decepción lo hizo sentir culpable- Bueno, sólo podrás mirar- cambio.
-Genial, vamos- Ezio quería conocer más del sirio, al llegar a la entrada de la habitación, Altaïr se arrepintió.
-Sabes que, mejor no- tartamudeo, pero el italiano fue rápido y abrió la puerta, se decepcionó del lugar.
-Demasiado pequeño, y muy simple- le dijo mirando con decepción.
-El director Miles es tacaño- Altaïr se adentró, dejando sus cosas, Ezio abrió la puerta para encontrar el baño, estaba limpio, pero excesivamente sencillo.
-Aquí no me podré bañar contigo- Ezio simuló decepción, y Altaïr sonrió.
-Creo que es mejor que vayas a tu departamento-dijo, pero Ezio lo tomó de la cintura, y lo beso, el sirio se dejaba complacer, Ezio era un amante activo.
-Hoy me quedaré contigo- le dijo separándose y sentándose en lo que creyó que era su cama, pues sólo había una colchoneta.
-No deberías- le dijo siguiéndolo en la colchoneta.-Una persona de clase noble se puede lastimar- se burló, Ezio carcajeo.
-Seguramente, pero valdría la pena- exclamó acariciando la mejilla del sirio su mirada se suavizo-Dime Altaïr, ¿Por qué me siento tan bien estando a tu lado?- pregunto acercándose, para besarle, Altaïr sentía lo mismo, pero también sentía comodidad, entendimiento, paz.
-Respóndeme ¿Qué haces para que quede hechizado de ti, en tan poco tiempo?- respondió Altaïr con otra pregunta, pero no se detuvo en la respuesta, pues estaba besándolo, era extraño, sentir tales sentimientos en 72 horas, pero ahí estaba los dos enamorados, como si su amor hubiera durado siglos, beso fuertemente al italiano, silenciando el razonamiento que pedía respuesta, pero que ellos no podían dar, ya que se estaban guiando en su instinto.
Los instintos de Altaïr demandaban a que desnudara al italiano y lo hiciera suyo, misión que cumpliría con creces, bajando por la barbilla hasta la clavícula que mordió fuertemente dejando la marca de propiedad.
-Salvaje- reprendió el italiano, pero miró a Altaïr, sus doradas orbes lo miraban con deseo y lujuria.-Me entregó ante ti, al fin, es tu territorio- confeso besando a Altaïr.
Ezio se preguntaba cómo podía ser tan feliz, sintiendo las salvajes embestidas dentro de él, o bien aquella excitantes gruñidos en su oído, aún no lo sabía pero lo deseaba, Altaïr no había sido tan rudo, pues lo había preparado bien, y gracias a que había llevado un lubricante, no le había dolido, y ahora buscaba placer en los brazos del sirio, en aquellos adictivos labios y los estaba encontrados en cada empuje.
Estaban cómodos en la habitación, sobre la colchoneta, ambos se tranquilizaban de la actividad anterior, habían dejado que sus pasiones los controlará, ahora desnudos debajo de las cobijas, no hacía frío, pero después de tener tan calientes sus cuerpos, ahora sentían el frío, Altaïr se abrazaba a Ezio.
-De verdad, si es extraño esto- Ezio fue el primero en hablar, se sentía satisfecho, y lleno de júbilo.
"Almas gemelas" pensó el sirio, pero la respuesta que automáticamente había parecido en su mente, se escuchaba un poco ridículo.
-Es extraño pero no incómodo- comento besando al italiano, Ezio correspondió, luego se acomodaron para dormir, se sentían completos.
A la mañana siguiente ambos asesinos se preparaban para ir a la universidad, se habían bañado por separó, debido a la pequeña cabina, y Altaïr tuvo que soportar las quejas del florentino.
-oye ¿A qué hora tienes libre?- pregunto el italiano, y Altaïr recordó su horario.
-Después de las 6, ¿Por qué?- dijo colocando algunos libros en su mochila y Ezio sonrió.
-¿Me acompañas a comprar un chip de celular?- pregunto y Altaïr iba a negarlo pero casi pudo ver orejas de perro y una cola en Ezio.
-Bien, vamos- contestó y Ezio sonrió.
-Te espero detrás de la torre del reloj-le dijo ilusionado y ambos fueron a la universidad.
Altaïr miraba por la ventana de su clase, el profesor leía las leyes nacionales, dejaba que su mente vagara en el delicioso cuerpo del italiano, recordando el excitante sabor de la piel, el elixir exquisito de su boca, dejó de pensar antes de que tuviera una erección en plena clase.
"¿Qué me hizo? "Pensó dirigiendo su mirada al libro.
La tarde llegó y Altaïr fue hacia el lugar acordado, detrás del edificio del reloj, era una zona bastante discreta, sólo había pocos árboles, y luego seguía la pared divisora de la escuela, aún era temprano, pero quería esperarlo, vio a un grupo de sujetos acorralando a un joven, no quería entrometerse pero si lo dejaba no vería bien a Ezio.
-Hey, déjenlo- gritó llamando la atención de aquellos abusivos sujetos, eran típicos atletas fornidos, Altaïr se preguntaba cuando fue que esas cabezas huecas se creían mejor.
-¿Quién eres?, ¿Su novio?- uno de ellos empezó a burlarse, Altaïr rodó los ojos, otra vez, un cliché.
-No, déjenlo y váyanse- "antes de que mi novio ¿Novio?," pensó y las dudas empezaron a surgir.
-No te metas idiota- lo ignoraron, Altaïr no era idiota, el joven lo miraba con dolor en sus ojos, el joven era moreno, tenía rapado las partes laterales de su cabeza
"¿Mohicano?"  Pensó, luego vio las súplicas en su mirada, entonces, Altaïr agarró el hombro del primer sujeto y le hizo dar la vuelta.
-Repito por cortesía, déjalo- argumentó, el sujeto le intentó golpear, pero Altaïr apartó la mano, y le golpeó el estómago, los otros se abalanzaron contra el sirio, para Altaïr era común pelear con muchos hombres, así que un parvada de niños sin cerebro era para él una piedrita.
-Bastardo- gritó uno de ellos, pero la mayoría de aquellos estaban corriendo lejos, y supuso Altaïr que ese tipo era el jefe.
-me las pagarás- corrió el tipo, y se fue.
-Hey ¿Estas bien?- pregunto al joven asustado.
-Sí, estoy bien, gracias por ayudarme, pero no debiste- el joven se acercó, y miro a Altaïr.
-¿Por qué?- sabía que no debía ayudarle, pero en verdad quería estar a solas con Ezio.
-Ellos son los consentidos del director- le dijo, se limpió un poco y suspiro- te agradezco que me hayas salvado, mi nombre es Connor- miro el reloj - me tengo que ir- el joven salió corriendo, Altaïr ni si quiera se presentó, se encogió de hombros.
-Cuidado hombre- la voz de Ezio lo alegro, supuso que había chocado con el otro joven, cuando lo vio, parecía que irradiaba luz celestial, se dio una palmada mental.
"¿Qué demonios me pasa?" pensó, jamás había tenido tales reacciones tan ridículamente cursis.
-¿Viste al niño?- pregunto Ezio, se veía realmente apetecible, Altaïr suspiro.
-Connor, lo estaban atacando- contestó, se acercó y beso al italiano, este tomo su cintura y se apretó a él.
-¿Lo salvaste?, que buen samaritano- la frase tenía un poco de burla, pero Altaïr también río
-lo hice porque si no, estarían aquí y sería molesto para nosotros- contestó separándose.
-Ahhh, ya decía yo,- contestó, ambos salieron al centro comercial por el chip de Ezio.
Sólo era comprar un chip, ¿Porque estaban en una tienda de ropa? Altaïr se preguntaba, mientras veía al italiano comprar.
-¿Quieres algo?- el italiano estaba dispuesto a complacer a su amado.
-No gracias, vayamos a comprar el susodicho chip- la paciencia era algo que siempre le faltó al sirio, no obstante le sobraba al italiano.
-No seas así, vamos- agarró la mano de Altaïr y tomó algunas prendas que para Ezio le parecía que se verían atractivas en el sirio.
-Auditore, no sobrepase...- la frase quedó en el olvido pues Ezio lo metió a un probador y le lanzó la ropa.
-Pruébalo- ordenó y Altaïr miro la ropa, no le disgustada y probarla no le quitaría nada, al terminar se miró al espejo, notando que la ropa no le quedaba nada mal, empezó a pensar en la elegante ropa del italiano, siempre elegante aun cuando fueran deportivos, tenía el cuerpo para presumir, Altaïr frunció el ceño, también tenía un cuerpo para presumir, así que con la seguridad del mundo, salió del probador, Ezio lo miro y sonrió.
-Te ves fabuloso, sabía que te quedaría- se acercó mirando su obra de arte, era hermoso en todo sentido.
-Sí, me veo bien, lástima que no tengo el efectivo- confesó el sirio mirándose en el espejo otra vez, ahora la luz total de la tienda le dejaban ver que aquella blusa negra le entallaba bien, los pantalones azules jeans, pero lo que le parecía  totalmente elegante, era aquella bufanda roja colgando de su cuello y la campera blanca, Altaïr estaba acostumbrado a camuflarse entre la multitud por lo que atuendos sencillos era lo único que usaba, se preguntaba cómo le hacia Ezio para vestir tan atractivamente y no llamar la atención.
-Genial, señorita, me lo llevo-dijo emocionado, Altaïr lo miro enojado.
-Auditore, no- pero poco le importó al italiano, que ya había sacado la tarjeta de crédito, y recibía la bolsa donde llevaba la ropa del sirio.
-Quita ese ceño fruncido- riendo Ezio tocó las cejas del sirio, este se apartó apenado, mientras Ezio tomaba la tarjeta, al salir Altaïr lo seguía mirando con enojo.
-Te has pasado- exclamó con tono de advertencia, pero Ezio río al ver el amenazante puchero.
-Como tu novio, tengo derecho a comprarte cosas- susurró, y Altaïr se sonrojo.
-Eso...- no pudo refutar aquella lógica, era cierto.
-¿A sólo que no seamos novios?, pero después de lo que hemos hecho, no creo que seamos sólo dos hombres tocándose, yo no lo permitiría- empezaron a caminar, Altaïr sonrió, era cierto, ya eran novios, porque el tampoco permitiría ser sólo dos amantes en secreto, en ese momento pensó en su familia, y sus creencias, y rápidamente la eludió, ya sabría cómo resolverlo, de ahora en adelante estaría con Ezio, tomó la mano de Ezio.
-La siguiente vez, yo te compraré algo- sonrió y Ezio lo miro suavemente.
-No uso nada barato, mis gustos son de altísima calidad- exclamó y Altaïr le dio un codazo.
-En eso tienes razón, yo no estoy con cualquier mundano- siguió la broma.
-Lo sé- Ezio contempló su destino, presentía que ahora que encontró a Altaïr, su camino siempre estaría atado a él.
Después de ir por algunas malteadas, y por insistencia de Altaïr, por fin pasaron a la tienda de celulares para comprar el dichoso chip.
Compraron el chip en la tienda de celulares, Altaïr sospecho cuando la encargada le pregunto si quería adaptarlo al mismo número, pero Ezio negó, afirmando que el número lo tenía un extorsionador.
"¿Quién extorsiona a un asesino?" se preguntó, pero sólo miro como Ezio colocó el chip en el celular y apareció su información.
-Cambiemos números- la emoción se veía en los ojos de Ezio, Altaïr sacó su celular que a diferencia de Ezio, no era el último modelo, pero al menos funcionaba para sus necesidades.
-Bien, vamos- le dijo dictando el número de una manera rápida, pero Ezio logró apuntarlo todo, marco y el celular de Altaïr sonó.
-Genial, ya tengo tu número- exclamó realmente feliz, y Altaïr amo ver aquella hermosa expresión.
Sé sentaron a comer en la parte de comedor de la plaza, Altaïr pidió comida china, mientras Ezio se devoraba una pizza individual.
-Estas noche ¿te quedas en mi departamento?- pregunto el italiano colocando más salsa en su pizza, el sirio lo pensó, si bien era muy cómodo el departamento de Ezio, debía negarse.
-Yo no...- intentaba decir, Ezio lo miro y sonrió.
-Está bien, no quiero obligarte- su sonrisa escondía algo, pero Altaïr no lo lograba descifrar.
Salieron de la tienda notando que ya era de noche, Ezio se adelantó, miró al sirio con una sonrisa burlona.
-Hagamos una apuesta-comentó, intrigando  al sirio-hagamos una carrera, si llegó a la torre del reloj antes que tú, vivirás en mi departamento, si tu llegas antes, yo dejaré de insistir- tentó al sirio,  este sonrió, no había porque negarse, confiaba en sus habilidades.
-Bien, hagámoslo- Altaïr corrió, Ezio también, ambos corrían rápidamente, subían las paredes de algunos edificios, no era difícil para dos maestros asesinos, y la noche les resultaba perfecto para ocultar sus siluetas, el sirio miro a Ezio, y se sorprendió pues creyó haberlo visto con su rostro cubierto por una capucha blanca, y su ropa había cambiado a la tradicional de asesinos, no obstante, la imagen fue fugaz, y volvió a ver al italiano con su ropa normal.
"Una ilusión" se dijo, estaban a punto de llegar a la torre del reloj, Altaïr iba a la delantera.
"No ganaras esta vez" Altaïr se tropezó, y Ezio ganó.
-Gane, gane, por primera vez ganó- gritó en la saliente de la torre del reloj, Altaïr se preguntaba que lo había hecho tropezar más no lograba ver nada.
-Eso es trampa- gritó subiendo a donde se encontraba Ezio, quien le regaló una cálida mirada
-No es trampa, cumple tu palabra- dijo colocando sus dedos en la mejilla, colocó sus dedos detrás del cuello y lo beso, Altaïr perdió sus sentidos ante aquel devastador beso.
-En una semana me mudó contigo- contestó el sirio, y Ezio sonrió satisfecho.
-Perfecto, mientras acondicionare el departamento- exclamó besando al sirio.
Altaïr firmaba el último papel para dejar la habitación, Ezio lo esperaba abajo del edificio de la hermandad, con todas sus pertenencias, si reflexionaba el asunto, estaba feliz de no vivir en la incómoda habitación, pero su orgullo como hombre no le permitiría revelar tal agrado.
-Gracias por haber usado el servicio- la señorita le tendió alegremente el documento, Altaïr sonrió.
-Gracias,- dijo y salió de la sede, Ezio lo esperaba recargado en su coche. Un Standard rojo, demasiado llamativo para el gusto del sirio, pero era inevitable decirle algo.
-Vamos- le dijo y ambos entraron al auto.
-No entiendo tu manía de querer que este en tu apartamento- le dijo y Ezio sonrió- te arrepientes y te mató Auditore- amenazó.
-Jamás me arrepentiría- Ezio manejo hasta llegar al estacionamiento del condominio donde residía, dejó el auto y cargo algunas maletas del sirio, mientras Altaïr cargaba su mochila.
Cuando llegaron al apartamento Ezio se dirigió a su habitación, y dejó las maletas.
-¿Por qué no puedo ocupar el cuarto vacío?- pregunto notando que dormiría en el mismo espacio que Ezio.
-Ese cuarto es de mi hermano- una simple respuesta, el sirio soltó un bufido
-Necesito mi intimidad- se escuchaba como una chica, pero parecían una pareja de casados. -La perdiste en la carrera- Ezio tomó la otra mochila y la dejó, Altaïr suspiro.
-Dime donde dejar mis cosas- comentó y Ezio río, mostrándole el lugar.

Espero les haya gustado la nueva actualización.
Nos vemos en la siguiente.

Un sentimiento en la distancia [Ezio x Altaïr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora