El Enemigo

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La abadía de Kelso era presidida por la orden Premonstratense, una orden que existía desde que el cristianismo se expandió al Reino Unido y que había perdido relevancia conforme los siglos pasaron y la religión anglicana ganó terreno y terminó siendo la religión oficial. Los escoceses se habían dividido entre la religión católica y la anglicana y eso permitió a la orden sobrevivir a los cambios que la corona británica había establecido.

Eso era lo que Cardinale les había contado antes de que los llevaran a las "habitaciones" que les habían arreglado para qué descansaran. Una vez ahí, Izō, vio que las habitaciones eran sencillas y austeras, ya que solo contaban con una cama un pequeño cubículo que albergaba lo necesario para cubrir sus necesidades y nada más. Izō contempló con curiosidad aquella habitación que como único adorno tenía una cruz con un hombre clavado en ella, aquello le pareció bastante extraño. ¿Por qué tener un dios que sufre?

A la mañana siguiente, Izō y sus tres compañeros se encontraban sentados frente al abad que estaba al frente de la orden, era un hombre que a simple vista se veía mayor, pero que sin duda gozaba de una excelente condición física visto lo que pudo hacer contra aquellos individuos la noche pasada según había podido apreciar. Todos escuchaban atentos las explicaciones que en ese momento el reverendo les estaba dando, al parecer, él era el que mejor estaba enterado de todo.

—En estas tierras está surgiendo un poder oscuro, que se había mantenido oculto desde hace siglos.

—¿Y qué es? —preguntó Izō con interés.

—Un poder tan grande, como siniestro que no debió ser invocado y nunca ver la luz del día. Desafortunadamente la ambición del poder ciega a los hombres que son capaces de las peores atrocidades con tal de obtenerlo.

«Durante las primeras épocas, los hombres vivían en armonía, la lucha entre el bien y el mal (sí bien esto es relativo) siempre han existido, pero se mantenía el orden. Existían ya desde entonces, personas con dones tan extraordinarios como la longevidad y el poder de ver el futuro. Estas personas además de ser viejas y sabias eran extremadamente poderosas, tenían conocimiento sobre el universo y la vida y que ha estado vetados para los hombres comunes por siglos».

—¿El cosmos? —se había aventurado a preguntar Mystoria.

—Es una variante de éste, desconozco cómo funcionan sus fuerzas o sus habilidades, pero sin duda la esencia del poder o la fuerza capaz de dotar al ser humano de capacidades excepcionales, sin lugar a duda, es la misma.

Aquello desconcertó a los cuatro jóvenes que escuchaban atentos. Todo lo que les decía les parecía increíble. no podía entender a qué se refería el hombre, pues él se había enfrentado a los yōkai y en su experiencia ellos también utilizaban el cosmos, así que una variante era improbable, era el cosmos, sea cual sea la criatura, cosa o persona, sin duda el cosmos era lo que dotaba de fuerza a todo lo que tuviera vida en el universo.

—Eso suena absurdo—expresó de manera brusca—incluso los yōkai utilizan su fuerza a base del cosmos, yo mismo pude sentirlo.

—Como ya les dije, desconozco como es que ustedes se entrenan para obtener sus habilidades, pero a lo que me han explicado el joven Cardinale y el joven Shion, ustedes pueden sentir a una persona cuyo cosmos supere al promedio ¿o acaso entendí mal? —los cuatro negaron—¿acaso sintieron los cosmos de los enmascarados de ayer o los nuestros? Sí mal no recuerdo, los jóvenes solo sintieron la presencia de uno de sus compañeros y otro que le acompañaba, pero nunca el de los enmascarados, ni tampoco detectaron el nuestro—eso los dejó sorprendidos.

«Nosotros obtenemos nuestro cosmos, si así quieren llamarlo, de otra fuente, que procede del conocimiento reunido y perfeccionado durante milenios y que nuestra orden desde hace unos siglos se ha visto obligada a desentrañar para mantener el orden establecido y no caer en manos de la oscuridad, el poder de las runas».

Un Camino Hacia El HonorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora