Seis meses habían pasado de haber regresado al Santuario, Izō, poco a poco se había ido acoplando al ritmo de éste, en su mayoría, gracias a la ayuda de Mystoria, se habían vuelto muy cercanos y no podía estar más agradecido por contar con él, claro que Shion también se había procurado de estar con él cada que podía, lo que invariablemente le había llevado a conocer a Dhoko. El chico no le parecía muy avispado, pero si impulsivo y le sorprendía que Shion se llevara tan bien con él.
Cardinale, seguía siendo Cardinale, solo lo había sorprendido el hecho de que guardara gran amistad con Káiser, recordaba que, al pasar por el templo del gran león, salvo por los «amigables zarpazos» que recibió de parte de las mascotas del santo, realmente se veía feliz de verle, expresión que sólo fue reservada para el de la quinta casa. Con los demás se seguía comportando un tanto distante y con él, seguía teniendo esos extraños cambios de humor y raramente le veía fuera de los entrenamientos.
También había podido conocer al resto de la orden, había descubierto que los doce caballeros más poderosos al servicio de la diosa Atenea no eran muy unidos entre sí, pero que existía cierta familiaridad y respeto entre casi todos los miembros de la orden, exceptuando dos: Escorpio y Sagitario. Había escuchado sus historias, pero Izō, no entendía ese sentimiento de idolatría que tenían los caballeros hacia ese santo llamado Odysseus de Ofiuco. Trataba de pasar de ellos la mayor de las veces, aunque había momentos que eso no podía ser.
Con el tiempo se había formado su propia opinión respecto a cada santo, Ox, era un tipo que era preferible no molestar, aunque claro su tamaño ya era suficiente para intimidar a casi cualquiera, su fuerza era de temerse, pero era un buen tipo. Caín, era gentil, tenía una personalidad amable la mayoría de las veces, aunque no socializaba mucho con los menores y en unas cuantas ocasiones había podido comprobar por qué el signo de géminis era considerado el signo más poderoso de los doce.
Death Toll, a diferencia de otros santos, no le caía mal, simplemente sus personalidades eran tan opuestas que el simplemente no podía tolerarlo mucho tiempo, le sorprendía que Káiser, con lo serio que era, pudiera llevarse tan bien con su dramático y algo escandaloso vecino y por cierto que este ultimo solo se relacionaba con Cardinale, Cáncer y Caín, ni a sus ex discípulos tomaba mucho en cuenta. Shijima, le agradaba, aunque no convivía mucho con él.
La arena del coliseo estaba en absoluto silencio, era el entrenamiento de la tarde y se enfrentaban Izō y Gestalt y es que el duelo entre estos dos santos llamó la atención de todos desde la primera vez que se vieron. Eran duelos parejos, en los que la balanza se podía inclinar a favor de cualquiera de los dos y eso era lo que emocionaba a los que habitaban el Santuario. Bueno a casi todos.
Izō, respiraba con dificultad, llevaba buen tiempo intentando agotar las fuerzas del centauro, pero este no cedía al igual que él. Debía admitir que aquel imponente santo no le agradaba en lo más mínimo, había algo en su personalidad que no terminaba de convencerle y algo le decía que el sentimiento era totalmente correspondido. Así que era entendible que los espectadores se emocionaran, ya que ese era el momento en el que podían demostrar su animadversión.
Tenía toda su concentración puesta en su adversario, necesitaba terminar aquel enfrentamiento cuanto antes, estaba agotado, pero no era fácil ganarle a Gestalt una batalla cuerpo a cuerpo, pues su imponente físico le daba la ventaja, pero no pensaba amilanarse por eso y ya le había ganado en un par de ocasiones. Se lanzaron uno contra el otro. La meta de aquel encuentro era sacar al rival del círculo que estaba trazado a su alrededor. Al sentir el impacto, Izō supo que no tenía nada que hacer, un golpe lo había dejado fuera y en el suelo. Gestalt se retiró sin dedicarle una última mirada.
Mystoria le ayudó a ponerse en pie, Shion le dedicó una breve sonrisa para luego irse junto a su amigo Dhoko. Se levantó de malas, no podía creer que ese tipo le haya vencido. Ya tendría su revancha. Comenzó a caminar dejando atrás a su compañero que de inmediato le dio alcance con una tenue sonrisa. Solo dos personas podían cabrear a la cabra y sin duda, Gestalt, era una de ellas.
Ambos comenzaron su ascenso por las casas zodiacales, la tarde comenzaba a caer y era hora del té. Le sorprendía que siguiera con aquella tradición que aprendió de niño; a causa de los entrenamientos, había tenido que modificar el horario, pero era una tradición que le gustaba continuar, solo que ahora, se tenía que conformar con las infusiones que podía conseguir en occidente que no eran tan de buena calidad como los de su tierra natal. Mystoria siempre le acompañaba.
Entraron al templo de Capricornio y a lo lejos se escuchó un trueno que anunciaba que una tormenta estaba próxima a desatarse, ambos se dirigieron a la cocina e Izō comenzó a preparar el té.
—¿Has escuchado la leyenda del templo del portador de serpientes?
Izō, al escuchar la pregunta se detuvo un momento para mirar a su compañero y asentirle ligeramente. Era una leyenda que le gustaba escuchar cuando niño, el templo que durante la era del mito ocupaba un espacio entre las casas de Escorpio y Sagitario, pero que, por la arrogancia de su entonces dueño, Asclepio de Ofiuco, un hombre que se comenzaba a ver a sí mismo como un dios, fue condenado por los mismos dioses al olvido.
—¿Sabías que el dios que lo condenó fue el propio Zeus por petición de Hades?
—¿Qué? —preguntó con verdadera curiosidad mientras servía el té.
—Sí, Asclepio, a demás de ser uno de los caballeros de Atenea, fue un médico que se atrevió a desafiar al dios Thanatos e incluso al propio Hades, pues tenía la habilidad de curar a los que aún no atravesaban el Aqueronte, por lo que las almas que ya pertenecían al dios le eran arrebatadas, ofendiéndolo gravemente y le pidió a Zeus se hiciera cargo de él, so riesgo de causar un desequilibrio en el orden del mundo.
—No entiendo a donde quieres llegar—dijo sinceramente el de Capricornio.
—Escuché a Gestalt decir que el retorno de Ofiuco estaba cerca.
—¿El Ofiuco mitológico o SU Ofiuco?
—Te recuerdo que la mayoría aquí admiramos y respetamos a NUESTRO Ofiuco.
—Pero no todos lo tienen por encima de nuestra diosa, ni serían capaces de traicionarla por él.
Izō, hizo un gesto que invitaba a Mystoria a negarle que Gestalt sería capaz de algo así; esa era la razón por la que el caballero no le agradaba, le tenía lealtad a alguien que no era su diosa, era un santo fuerte y como enemigo, sería terrible. Lanzó un suspiro, se estaban desviando del tema, aun no entendía a donde quería llegar o por qué le decía aquello.
—Muchos aquí le deben casi hasta la vida.
—En ese caso, si aquello es verdad, estaríamos en problemas, pero no podemos hacer mucho caso, después de todo, solo es una leyenda.
Dijo con la esperanza de dar por concluido el tema, la verdad es que él también había escuchado esos rumores y no de boca de un santo de oro, pero no le había dado mayor importancia al asunto y Mystoria debería hacer lo mismo, la guerra contra Hades estaba cerca y ellos no debían distraerse, su prioridad era la Guerra Santa, proteger a su diosa y la tierra.
—Supongo que debemos esperar a ver como se desarrollan las cosas.
La lluvia se oía golpetear con fuerza afuera del templo y ambos se sumieron en un cómodo silencio cada uno sumido en sus propios pensamientos con respecto a la conversación que acababan de tener. Cuando concluyeron su té, Mystoria fue el que rompió el silencio.
—Es hora que regrese a mi templo—informó el de Acuario.
—Tal vez deberías quedarte hasta que pase la tormenta.
—No—negó suavemente—un poco de lluvia no me hará mal, no te preocupes.
Izō, no insistió y se despidió de su amigo que se perdió entre la lluvia al comenzar a subir rumbo a Acuario, y sus pensamientos fueron hacia el ultimo templo, Cardinale no se había presentado a los entrenamientos y eso lo había molestado más que el hecho de haber perdido con Gestalt, volvió dentro. No entendía cómo es que seguía intentando comprender al rubio.
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Priemer capítulo de esta tercera parte.
Un capítulo corto porque perdí los borradores que tenía y ahora toca improvisar. Saludos.
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Un Camino Hacia El Honor
FanfictionIzō de Capricornio, santo dorado del s. XVIII. Una historia que narra su camino para obtener su armadura, su regreso al santuario y por qué lo llaman «el asesino de demonios». 1ª parte. Entrenamiento. Camino que recorrió para obtener su título como...