El tiempo transcurría despacio, las cosas se encontraban en calma, pero todos en el santuario sabían que era una ilusión pasajera, era ese momento de tranquilidad antes de la tormenta e Izō, era consciente de ello al igual que los demás, así que se dedicaban a entrenar y esperar noticias de los movimientos que el ejército de Hades hiciera y dar comienzo con la Guerra Santa. Después de todo, para ello se estaban preparando.
Los días de Izō en el Santuario, eran monótonos, solo interrumpidos por la rivalidad que existía entre él y su vecino de Sagitario, las visitas que Cardinale le hacía de vez en cuando o alguna misión que se le asignara, en todo lo demás, era bastante rutinario, los entrenamientos matinales, sus rondas de guardia, el entrenamiento vespertino y sus charlas a la hora del té con Mystoria, pero nada rompía con su rutina, ni la del santuario en general.
Salió de su templo a cumplir con sus labores, siempre era de los primeros en llegar, junto con Mystoria, Shijima, Káiser y Caín cuando decidía pasarse por el coliseo, así que esa mañana se sorprendió de ver a Cardinale ya ahí y a lado de Shijima, eso era toda una novedad para él, no así para los demás o esa impresión tuvo. Cardinale, lo miró y le saludó con una sonrisa, para luego volver su atención hacia el de la sexta casa, ignorándolo completamente y él, no pudo evitar molestarse por ello.
¿Desde cuándo eran tan cercanos?, se preguntó de pronto, tratando de apartar su enojo. Su amigo le llamó la atención al golpearlo levemente y la voz de Káiser dando inicio al entrenamiento, lo sacaron de sus cavilaciones. Hubo algunos cambios de pareja de esa mañana, aunque no la de él que seguía siendo Mystoria. Ambos comenzaron con los ejercicios que Leo les había indicado, aunque su atención seguía puesta en el rubio y el pelirrojo.
—¿Qué te pasa? —preguntó Mystoria al notar la desconcentración del otro.
—No es nada, solo estoy cansado.
Vio a su amigo arquear una ceja en clara señal que no le estaba creyendo el cuento, pero para su suerte, haciendo gala de su natural discreción, Mystoria, se guardó cualquier comentario que pudiera tener al respecto para otro momento, intuyó Izō. Lo conocía bien y sabía que algo tenía y Mystoria, cuando era cercano a alguien se preocupaba con sinceridad y podía ser muy receptivo con su alrededor, por algo tenía el título de «el santo más noble», volvió a caer al suelo y decidió terminar con la práctica de esa mañana.
Se sentaron en las gradas para observar el resto de las practicas que aun se desarrollaban dentro del coliseo o al menos quiso convencerse de ello, pero no podía evitar seguir los movimientos de Cardinale y Shijima, para luego volver a desviar su vista hacia Death Toll y Káiser y sus otros compañeros; para su mala suerte, sus esfuerzos no estaban dando resultado y Mystoria fue el encargado de hacérselo saber, que volteó a verlo con una pequeña sonrisa en los labios.
—¿A quien quieres matar a Shijima o Cardinale y por qué? —preguntó sin ocultar su diversión, pues el rostro de Izō podía permanecer estoico, pero sus ojos lo delataban y él había aprendido a leerlo. Recibió una mirada molesta como respuesta—. Oh, si no quieres que yo ni nadie se dé cuenta, deberías ser más discreto.
Izō, creyó que su compañero iba a comenzar a reírse, así que mejor se fue a cumplir con su ronda de vigilancia topándose en el camino con Gestalt, que lo miró por un momento e Izō se tensó, el de Sagitario continuo su camino. Solo se enfrentaban en el coliseo y con los demás de testigos, el resto del tiempo pasaban uno del otro. Era una especie de pacto mudo, pues no se dirigían la palabra y parecía ser que era en lo único en lo que estaban de acuerdo, aunque en ese momento no le hubiera molestado descargar todo su enojo en él.
Cuando concluyó su guardia, se fue directo a su templo, ese día no tenía intenciones de pasarse por el coliseo, así que comenzó a subir por las doce casas. Pasó por el primer templo y como siempre encontró a Shion y Dhoko jugando ajedrez y lo saludaron de manera respetuosa; Ox, no estaba en su templo; Caín, le saludó con un leve movimiento de cabeza, aunque tuvo la sensación que no era su compañero el que le saludaba; en Cáncer, Death Toll, como siempre, martilleaba afanosamente aquellos ataúdes que tanto gustaba de fabricar; los leones de Káiser, le miraban amenazadoramente pero no se interpusieron en su camino; en Virgo, se topó con el dueño y Cardinale, aparentemente iban de salida, vio a Shijima con intenciones de saludarlo, pero pasó de largo ignorándolos a ambos completamente.

ESTÁS LEYENDO
Un Camino Hacia El Honor
FanfictionIzō de Capricornio, santo dorado del s. XVIII. Una historia que narra su camino para obtener su armadura, su regreso al santuario y por qué lo llaman «el asesino de demonios». 1ª parte. Entrenamiento. Camino que recorrió para obtener su título como...