Izō y Mystoria llegaron hasta el centro de Inverness al anochecer, en las calles de la ciudad se podían ver los vestigios de la escaramuza que había tenido lugar un par de horas antes. Rápidamente se dirigieron hacia el viejo monasterio que se erguía en el centro de la ciudad y que ahora se encontraba medio derrumbado, sintiendo el cosmos de Shion. Se apresuraron a prestarle auxilio, tan buenamente como podían, ya que, al estar la ciudad recuperándose de una batalla, usar su cosmos era imposible.
Después de un buen tiempo de búsqueda entre los escombros, finalmente encontraron a Shion, que se hallaba protegido por el muro de cristal junto a los monjes de la Orden. Junto a ellos, algunos hombres sepultados, algunos todavía se encontraban con vida. Shion, como siempre, les dedicó una suave sonrisa una vez que estuvieron a salvo de cualquier otro derrumbe y los monjes de la orden se alejaron de ellos para ver si había algo que podían hacer por las almas que se encontraban atrapadas.
—Supongo que ya saben que los ingleses llevan el as de ganar, ¿no? —vio a sus compañeros asentir—. Nosotros no tuvimos tanta suerte, fallamos en nuestra misión. No logré hacerme con la espada, aunque el anciano murió aplastado por los escombros—una risa amarga—somos más inútiles que un montón de escombros.
Izō no pudo evitar sorprenderse internamente, aquel comentario sonó más algo propio del santo de Piscis que de Shion, de pronto se preguntó si no estaban pasando demasiado tiempo con él. Mystoria los sorprendió a ambos con una ligera carcajada, algo que era tan impropio en el santo de Acuario como de él mismo y se dio cuenta que habían pensado lo mismo.
—Aléjate de Cardinale, creo que aún estamos a tiempo, empiezas a sonar como él—dijo recuperando toda su seriedad, pero sin dejar el tono de broma.
—Debemos preocuparnos más por ti, ¿no? pensé que no reías—Mystoria lo miró arqueando una ceja y estuvo a punto de contestar.
—¿Cómo está Cardinale? —interrumpió Izō la frase que ya se formaba en los labios de Mystoria. Shion dirigió su vista en él.
—Dentro de lo que cabe bien, esta mañana nos ordenó que nos hiciéramos con la espada los más rápido posible...— se mordió el labio. El gesto duda de Shion no pasó desapercibido para el de Capricornio—nos despachó a todos, no permitió que nadie se quedara con él.
Fue todo, Izō salió disparado sin decir nada, dejando a sus compañeros pasmados ante tal acción y no se movieron por unos segundos, sin saber cómo tomar aquella acción, una vez pasada la sorpresa, lejos de intentar detener al santo de Capricornio, fueron tras él para acompañarle. Un mal presagio se instalaba en el pecho del defensor de la decimoprimera casa.
El alba estaba despuntando cuando llegaron a la abadía, Izō fue directo a la habitación en la que se suponía descansaba Cardinale solo para encontrarla vacía. Buscó en todo el monasterio, una parte de él se negaba aceptar la verdad que su mente le gritaba. Abría cada puerta que se hallaba a su paso con la esperanza de encontrar al exasperante Pez, pero tras cada una solo se encontraba el silencio. Estaba a punto de salir de la abadía, siendo detenido por Shion y Mystoria. Los miró con enojo y estaba dispuesto a pelear con ambos.
—¿Qué ganarás precipitándote? —le dijo Mystoria bastante serio. Era consciente de lo similares que eran sus personalidades, él raramente explotaba, pero le haría frente a Izō sin pensarlo dos veces.
—Podrías pasar todo el día buscándolo, recorrer el país entero sin éxito y perder un tiempo que podría ser vital para él—Shion enfatizó la última palabra—y peleando entre nosotros tampoco ayudará. Veré si puedo localizarlo con mi telequinesis.
El aire conciliador de Shion consiguió que los otros dos se relajaran o al menos se controlaran un poco, ambos asintieron y los tres se fueron cada uno por su lado. Izō, salió de la abadía y se perdió en el bosque y, después de mucho tiempo, se permitió exteriorizar sus emociones. Que más daba, nadie le veía. Arremetió con cuanto árbol se cruzó en su camino. Se sentía un completo idiota, ¿cómo es que no se dio cuenta de las intenciones del santo?

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Un Camino Hacia El Honor
FanfictionIzō de Capricornio, santo dorado del s. XVIII. Una historia que narra su camino para obtener su armadura, su regreso al santuario y por qué lo llaman «el asesino de demonios». 1ª parte. Entrenamiento. Camino que recorrió para obtener su título como...