Verdad Velada.

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Las cosas retomaron relativamente su curso cuando Mystoria regresó. Durante días, Cardinale, se había mantenido alejado de los entrenamientos y tampoco se había pasado por su templo, tal y como había previsto y sí por casualidad se topaban durante sus guardias, el rubio simplemente hacia como que no existía. Izō, en más de una ocasión había intentado acercarse a él, pero el de Piscis siempre lograba evadirlo.

Mystoria, no se había sorprendido cuando le relató lo sucedido en el templo de Piscis, así como tampoco la actitud evasiva que tenía en ese momento. Lo que sí le había sorprendido es que Izō, haya sido el que fuera a buscar al rubio, nunca creyó que tuviera el valor para hacerlo, miró hacia el coliseo y deseó por un momento tener el valor de él y acercarse a Caín, pero sabía que no iba a suceder, así que ayudaría a su amigo en lo que pudiera.

—Dale su tiempo—aconsejó a Izō—a Cardinale no le gusta que lo presionen, volverá.

Izō, deseó que su amigo tuviera razón, pero con Cardinale nunca estaba seguro de nada, no había nada que hacerle. Decidió hacerle caso al consejo que Mystoria le había dado, tendría que dejar que fuera Cardinale el que se acercara o esperar algún tiempo para intentar conversar con él. No había más que ser paciente, pero no por ello dejaba de estar pendiente de lo que hacía su compañero.

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Las primeras noticias del despertar del ejército de Hades llegaron unas semanas después y todos se pusieron en movimiento, las expediciones por parte de los rangos bajos eran más frecuentes y los santos de oro tenían la orden de no moverse del Santuario, aunque a todos les preocupaba el hecho de que Atenea aún no hubiera encarnado, pues eso los dejaba en desventaja contra el ejército del Dios del Inframundo.

Cada uno de los santos de oro se tomó la noticia de diferente manera, pero en general, estaban listos para lo que se avecinaba, aunque Cardinale al igual que Gestalt y Ecarlete, se había mantenido alejado de todo sin salir de su templo, ni emitir opinión respecto a la situación en la que se encontraban.

Izō, no comprendía la actitud de sus compañeros, especialmente la de Cardinale, no podía consentir que siguiera en su actitud evasiva. De pronto sintió que le había dado el suficiente tiempo y era hora de encararlo, pero antes debía atender otro asunto.

Llegó justo a tiempo para que Ox, no usara su «gran cuerno», en contra de los pequeños y otro joven que en su vida había visto y no pudo evitar pensar que no se había equivocado con la idea que tenía de Dhoko, porque estaba seguro que ese acto de irresponsabilidad, fue idea del de Libra, pues Shion jamás hubiera ido en contra de una orden y mucho menos hubiera ido en búsqueda del recipiente de Hades. El otro joven no tenía idea de quien era, pero llevaba una armadura, así que debía ser algún santo de Bronce que los chicos conocían.

—Hades ya despertó—escuchó a Ox a su espalda—y nosotros seguimos sin noticias de nuestra diosa.

—No deben preocuparse—dijo una voz de pronto.

El caballero de Virgo hizo acto de presencia en ese momento, se veía tranquilo. Claro que aquello no sorprendía a nadie, Shijima siempre lucía ese aire de tranquilidad, que en momentos como ese podía llegar a irritar a cualquiera, especialmente a Izō, pero no era el momento para ahondar en eso. Ambos esperaron a que el recién llegado hablara, Shijima se tomó su tiempo hasta llegar junto a ellos.

—Nuestra diosa llegará, se encuentra en el futuro, pero pronto se reunirá con nosotros—se escuchó la voz de Shijima.

—¿El futuro? —preguntó incrédulo Izō.

—¿Estás seguro Shijima? —terció Ox.

Izō no se involucró en la pequeña charla que tuvo Ox con el caballero de Virgo. Las palabras de Shijima le asombraron en demasía, pero al menos ya tenían esperanza de que su diosa estaba cerca y solo había que esperar a que llegara. Debían estar alertas para lo que pudiera acontecer mientras llegaba Atenea del futuro; confiar en lo dicho por Shijima y creer que la diosa estaba cerca.

Un Camino Hacia El HonorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora