Pasaron unos meses de aquella noche de locura. Pablo se había reencontrado con su novia de la secundaria y decidido casarse.
Disfrutamos de su fiesta de boda. Él se encontraba feliz. En realidad, estaba muy borracho. Había bebido mucho durante la fiesta. En un momento se acercó a mí mientras su nueva esposa estaba con sus amigas y me besó introduciendo su lengua en mi boca. Me abrazó como agradeciendo mi amistad. Susurró a mi oído "no puedo sacar de mi mente tu cuerpo, te amo mucho". Yo solo retribuí su muestra de afecto con un fuerte abrazo, mientras sentía como su miembro se endurecía. Sabía que si continuaba a su lado la noche se volvería un caos. Decidí alejarme y seguir bailando con los demás.
Luego de haber pasado una noche fantástica en el casamiento, todos nos fuimos a descansar.
Como mi departamento quedaba cerca y la verdad no estábamos para viajar tanto, Federico, Marcos y Carla se quedaron en casa.
Seguimos la diversión en mi departamento, bailando tomando, divirtiéndonos hasta caer rendidos. Nos fuimos a descansar.
Como mi amiga era muy pudorosa y no quería ir con los chicos, durmió conmigo en la cama mientras Federico se recostó en el sillón y Marcos en el suelo con una bolsa de dormir.
Había pasado una hora cuando noté sorprendida los dedos de mi amiga explorando mis piernas.
Nada hacía pensar que Carla pudiera mostrar interés por otras mujeres, el roce de sus dedos con mis muslos debía ser casual. La primera reacción fue levantarme, si lo hacía dejaba expuesta que algo me incomodaba. Además estaba tan mareado que con el primer paso caería y despertaría a todos.
Estaba a punto de llamarla, cuando una de sus manos llegó a mi ropa interior. Di un salto, esto estaba pasando o era un sueño. Sus dedos sin rodeos me masajeaban la vulva con delicadeza aunque con insistencia. Mis labios estaban húmedos. Comencé a excitarme, me salió un susurro, más que un gemido.
¿Qué estaba pasando? Carla era muy pudorosa y tímida, cada vez que hablábamos de sexo solamente quería escapar. No podía negar lo que ocurría, fingiendo que no pasaba nada. Cerré mis piernas lo más que podía, de poco servía, pues la mano estaba bien enterrada en mi entrepierna, y sus dedos frotaban una y otra vez mi clítoris a través de la bombacha.
Mi vulva, independientemente de todo lo demás, comenzó a hincharse, como siempre que empezaba a masturbarme.
Pensé que quizás fuera por el nerviosismo por lo que respondía así, pero un suave calor se insinuaba ya en mi bajo vientre. No soy lesbiana, de eso estaba completamente segura. Miré fijamente a Carla pero ella seguí dormida. Parecía que no se daba cuenta de lo que se estaba gestando, ajena a todo lo que su mano hacía. Sus dedos seguían el ritmo que habían iniciado hacía un par de minutos. ¿Tan poco tiempo?, parecía una eternidad.
La sensación de calor empezó a hacerse más fuerte, ya no podía ocultarlo, estaba excitándome, y de una forma que nunca antes había experimentado. Desesperada traté de moverme, pero mis piernas solo se abrieron un poco más. Espantada me di cuenta de que las tenía completamente separadas, de que aquella mano insidiosa obraba con total libertad. Pensé una y mil formas de acabar con aquello. Pero todos dormitaban. Las sensaciones que estaba experimentando me enloquecían. ¡No podía ser!, lo estaba disfrutando.
Entonces comprendí que no haría nada, solamente esperaría a que ella acabase para poder olvidarlo todo. En unos minutos, todo pasaría. Seguí permitiendo que aquellos dedos de fuego siguieran frotando mi vulva mojada ya por mis propios fluidos.
Pasaron los minutos, y empecé a mover la vulva adelante y atrás, muy suavemente. Pensé que mi reacción era automática, involuntaria, pero en mi interior sabía que lo hacía queriendo. Por un momento me quede horrorizada pensando que realmente estaba empezando a gustarme aquella situación.
La masturbación era incesante necesitaba hacer lo mismo por ella. Mi excitación era demasiado intensa. Nada importaba, solo seguir sintiendo los dedos en mi vagina mojada. Seguí moviendo mi cintura. La intensidad y rapidez de los movimientos de su mano aumentó.
Mi fantasía empezó a desbordarse, me imaginé con mi boca en su clítoris, mientras esos dedos se movían sobre mi cuerpo desnudo. Eso le dio una idea, ¿por qué no? Mire nuevamente, Carla ahora estaba mirándome, esperando una respuesta mía. Abrió sus piernas, invitando a que jugara un poco con ella. No me hice esperar, mis dedos empezaron a hurgar en su interior, mojándose a medida que la frotación continuaba. Emitió un suspiro inaudible, empezando a moverse. Aquello era el delirio. Nunca había imaginado que pudiera ocurrir algo así, pero ahora no quería que acabase. Se movía cada vez más rápido, a la par de mis dedos juguetones, que pasaron a moverse de forma circular, rápidamente, con los movimientos exactos utilizado para llegar al éxtasis, igual a los que realizaba cuando me masturbaba en mi habitación.
El orgasmo no se hizo esperar, llegó en lentas oleadas de placer intenso, húmedo y caliente al mismo tiempo. Empecé a temblar de gusto. Muy pronto iba a derramarse sobre mi mano y aquello la ponía tan caliente que apenas podía controlarse.
Mordiéndose los labios hasta casi hacerse sangrar para no gritar de placer, apretando entre sus puños. Un goce como nunca en su vida lo había sentido, experimentando un placer más allá de todo pensamiento racional. Sentí el orgasmo empezando en su vagina y expandiéndose por todo su cuerpo.
Otro gemido involuntario que no pudo impedir escapó de su garganta en el momento en que pequeñas cascadas de flujo vaginal escapaban de los labios vaginales, mis dedos que se movían fuerte y velozmente sobre su jugoso sexo. Era frenético ahora las dos movíamos nuestros dedos en el cuerpo de la otra en forma frenética para alcanzar al mismo tiempo el orgasmo. El intenso placer nos envolvía.
Poco a poco se fue relajando, los dedos aflojaron su presión, hasta separarse definitivamente de mí. Entre suspiros, que había provocado en mi cuerpo, yo también me separé de ella. Carla abrió los ojos con una mirada de agradecimiento. Supe entonces lo que tenía que hacer, le di un beso en la frente demostrando toda mi comprensión. Me levanté de la cama y dejé que descansara.
Por fin pude entender a mi amiga y supe que había hecho algo muy importante por ella.
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REGÁLAME UNA NOCHE
RomanceLas intrépidas y eróticas historias de una mujer que ha experimentado sus más lujuriosas fantasías. Su erotismo te llevará al éxtasis del placer. Los relatos están basados en hechos reales. Los nombres y lugares han cambiado para respetar la privaci...