Como siempre los fines de año nos reuníamos en la casa de mis padres en un pueblito cerca de Necochea. Pasábamos 4 días de descanso y buena compañía.
Era un ritual, todos juntos con las personas queridas. Muchas veces mis amigas traían a sus novios y como algunas con el pasar de los años sus maridos. También lo hacían mis amigos quienes se casaban traían a sus esposas.
Ese año no fue diferente. Federico, Carla, Marcos, Pablo con su reciente esposa quien se había acoplado muy bien al grupo, Cintia y su nuevo novio Andrés, Sofía, Antonella, Martin. Éramos un montón este año y eso me encantaba.
A cargo de la comida estaban los hombres. Nosotras del postre y las ensaladas.
Esa noche fue un descontrol de alcohol, baile, juegos. Yo no me sentía muy bien por eso abandone la fiesta temprano. Llegada las 7 todos estaban agotados, muchos se durmieron en los sillones de patio, cerca de la piscina, otros en las habitaciones. Hasta el sillón del living se encontraba ocupado.
Al otro día todos teníamos resaca.
Me levanté temprano y decidí nadar un rato. Estuve durante 1 hora sola en el agua. Cuando salí estaba Andrés con una toalla esperándome. No me había percatado desde cuando estaba observándome.
Nuevamente el almuerzo, los postres, esta vez sin tragos porque estábamos muy asqueados del día anterior.
Disfrutar de la piscina otra vez y luego los juegos verdad o mentira más picantes que nunca. Lamentablemente siempre perdía.
Se hicieron las 19, ya caía la noche, Andrés, el novio de Cintia, había estado muy insistente con saber algunas cosas de mí y cada vez que tenía una prenda intentaba agarrarme de la cintura o rozar mi pierna, eso me estaba molestando. Veía como me miraba Cintia y no me gustaba.
Las preguntas eran más insidiosas, una de las tantas me preguntaron con quién del grupo había tenido algo que ver. Si decía la verdad tal vez Pablo hubiera tenido problemas con su mujer por lo que me abstuve. Como consecuencia tuve una prenda bastante fuera de lugar. Me hicieron que bese de forma apasionada a uno de los presentes. Por supuesto elegí a mi caballero Federico. Sabía que era el único que no tendría problemas en compartir la prenda. Federico por supuesto que se prendió, nos besamos como si estuviéramos enamorados en forma apasionada. Lo amaba así que no fue difícil. Como veía que las preguntas eran muy reiterativas sobre en mi vida sexual decidí retirarme del juego con la excusa de que estaba muy cansada. Debía parar lo que se estaba gestando porque no quería participar. Menos si esto lastimaba a mis amigos. Era claro que a varios de los presentes le molestaba mi vida sexual liberal. Y estaban tratando de molestarme.
A veces nosotras las mujeres juzgamos muchas situaciones que si las hiciera un hombre estarían correctas.
Lamentablemente hemos sido criadas con muchos prejuicios. De los cuales no ataban a mi forma de actuar. Yo decidía quien y cuando sin ataduras.
El juego continúo sin mí. Yo me retire a mi habitación.
Hacía mucho tiempo que no estaba en la casa, los recuerdos me dañaban por eso trataba de evitar ir sola.
Ya en mi cuarto comencé a ver las fotos de una vida muy lejana donde todo era felicidad, me sentía cuidada respetada, querida.
Hacia tanto que no sentía ese sentimiento. Si bien no era una persona triste tampoco me sentía querida como cuando estaban mis padres.
Las imágenes de mi niñez comenzaron a aparecer. Las lágrimas me caían, no quería llorar pero no podía evitarlo.
De repente, tocaron la puerta de la habitación.
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REGÁLAME UNA NOCHE
RomanceLas intrépidas y eróticas historias de una mujer que ha experimentado sus más lujuriosas fantasías. Su erotismo te llevará al éxtasis del placer. Los relatos están basados en hechos reales. Los nombres y lugares han cambiado para respetar la privaci...