ESE ABSURDO SENTIMIENTO LLAMADO AMOR

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Los días pasaban explorando cada uno de los rincones del cuerpo de Pablo. Una y otra vez nos matábamos en la cama, como si su lujuria se combinara con la mía. Era increíble, con él descubría un sentimiento nuevo todos los días.

Nuestros encuentros se hicieron un hábito de todos los días. A pesar que ninguno había decidido que comenzaríamos una relación, esto era algo parecido. No necesitaba estar con otros hombres, solo con él y su duro cuerpo me bastaba. Me reflejaba en sus ojos azules. Era una copia perfecta de mí, y mi locura. Me llevaba al placer con solo encontrarnos.

Federico había entendido que no podía ser lo que pretendía que fuera, por lo que estaba saliendo con otras mujeres. Cada semana con una distinta. Siempre trataba de refregármelas pero a mí no me importaba. Solo me daba tristeza ver que no era feliz. Y yo era la culpable.

Una noche nos encontrábamos en mi casa. Ya habíamos comenzado con nuestros juegos sexuales. Pablo me tenía recostada en la mesada de la cocina, lamiendo mi vulva, succionaba mi clítoris con su boca. Gemía de placer. Sus manos recorrían mis senos. Cuando se cansó de jugar con mi vulva, subió a mi boca, besándome en forma apasionada, quería devorarme. Su duro pene se frotaba en los labios de mi genital femenino. Lo quería dentro de mí. Era una caldera enardecida, embriagada por el olor de su cuerpo.

Tocaron la puerta. No quería contestar pero eran insistentes.

Decidimos parar, vestirnos e ir a ver quién era el insistidor visitante. Detrás de la Puerta estaba Federico y su nueva conquista. Venía a visitarnos con una propuesta.

Yo estaba muy caliente. Así que me fui a bañar. Además mi cuerpo se sentía pegajoso. Pablo había rociado en mi cuerpo un vino para lamerme. Pasaron, mientras yo me bañaba.

En lo único que pensaba era en despedir a la visita para continuar con lo que estábamos haciendo. Tenía en claro lo que quería hacer esta noche y no incluía una cena de amigos.

No sé qué hablaron pero, cuando me acerqué a la sala; los dos me estaban esperando.

La joven conquista de Federico estaba toqueteando el torso de Pablo. No sé por qué me molesté. Él solo me miraba.

Federico se acercó y me dijo

— Vinimos a jugar un poco con Ustedes, queremos hacer cambio de parejas, ¿qué te parece?

Yo no entendía, pero al parecer Pablo había aceptado. No me gustaba la idea, pero acepté también. Sabía que esto era solo una treta de Federico, estaba tratando de molestarme. Lo conocía tanto.

Pablo se quedó en la sala con Sara la conquista semanal de mi amigo.

Federico y yo fuimos a la habitación. Él se acercó y me dijo.

— Podremos terminar lo que comenzamos una vez.

Introdujo su lengua en mi boca y comenzó a moverla. Nos sentamos en la cama. El besaba mi cuello mientras con su mano tocaba mis senos. Yo solo podía pensar que otra mujer estaba disfrutando del cuerpo de Pablo.

Pero que me pasaba, lo nuestro era solo sexual. ¿Por qué me molestaba tanto?

Trataba de estimularme. Federico me acostó en la cama y sacó mi vestido. Fue directamente a mis pechos con su boca, los lamia y succionaba.

Bajó mis bragas y metió su mano en mi vagina. Yo no quería seguir. Entonces, sostuve su mano. No quería follar con él.

Le dije

— Espera, no quiero hacer esto. Perdóname.

Me miro con una sonrisa y dijo.

— ¿Qué pasa? ¿Nunca me dijiste que no, es una venganza por lo que te hice?

Le dije

— No, no quiero follar contigo ni tampoco que tu novia se siga follando a mi hombre.

Él se rio. Por fin era posesiva con alguien. Pensaba si hubiera logrado generar ese sentimiento que estaba sintiendo ahora. Me pasó el vestido y me lo coloqué.

Dijo

— Porque no vas a buscar a Pablo.

Solo salió de mi boca.

— No puedo — mis ojos se mojaron. La tristeza se trasladó a mi cara.

No quería salir de la habitación. Con solo ver a esa chica encima de él me volvería loca.

¡Por Dios! ¿Qué me pasaba?, en realidad sabía qué. Me estaba enamorando por primera vez. Era el fin de mi vida como la conocía. Experimentaba un sentimiento tan fuerte que me generaba sufrimiento.

Federico se levantó y salió de la habitación. Yo me quedé en ella. Era tal el sentimiento que brotaba de mi alma, que las lágrimas corrían por mis ojos. Estaba viviendo un infierno. Solo imaginaba a Pablo dentro de esa chica, gozando con ella. No conmigo y más me dolía.

Nunca había sentido tanta tristeza en mi alma con todo lo que me había pasado. Estaba cortándome en pedacitos. No podía parar lo que se gestaba en mí.

Pablo entró a la habitación. Me encontró llorando. Estaba desconsolada. Se acercó a mí y tomó mi cara.

Preguntó

— ¿Qué te pasa hermosa? ¿Por qué lloras?

Yo no sabía que contestarle. No estaba en mí reconocer mis debilidades. Siempre trataba de ser fuerte, impactante, implacable. Pero no podía en esta ocasión.

Me tomó en sus brazos y llevó mi cabeza a su pecho.

Solo escuché que dijo.

— Yo también te amo, Mariana. Eres mi complemento.

Esas palabras dieron un respiro a mi corazón. Me había enamorado por primera vez.

REGÁLAME UNA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora