Capítulo 6

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Al ver a Azul mi alma se quebraba,  sonreía mucho en las mañanas e ignoraba su presencia tratando de hacerle comentarios creativos a Clavel; al parecer, tampoco ella últimamente quería sostener una conversación conmigo. ¿Qué pasaba conmigo esos días? Yo debía seguir adelante, solo tú en mis pensamientos rescataba toda la difícil situación.

A veces parecía que nada había cambiado. La profesora de cátedra de paz quizo dar la clase fuera del salón y había que llenar una hoja que decía muchas cosas de nosotros. En un momento tuve que ir a preguntarle algo que yo no reconocía en mí. Unos minutos después decidió alejarse de las carpas e ir a la cafetería, tomé algo de impulso y fui a hablar con él; no le respondí la razón. Pero me fui porque comprendí que estaba ahí por la muchacha, yo lo conocía, habíamos pertenecido al otro y sabía sus movimientos. Rompí en lágrimas.

Caminé a paso lento con la mirada fija en el padimento; el paradero, desolado me recordaba la vez en que me besó frente a Jueves para causarle celos. Intenté acurrucarme en esa fría banca y abrazar mis rodillas. Vi que venías pero no le ganaba al inmenso hueco de mi estómago. Preguntaste razones, pero no pude darte una respuesta coherente. Quería irme rápido.

Dos buses y un cuento de Hitler.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora