Era lunes por la tarde, y ya solo faltaba otro día para salir a vacaciones. Tenía muy pocas ganas de llegar a mi casa con el drama de ver a gente ajena a mi familia y dejé pasar por lo menos quince buses, sin embargo, fue mutuo y me gustó quedarme contigo.
Una hora después, tomé la ruta y me senté atrás con la mejor energía que podía dar. Unos muchachos se rian muy fuerte al otro lado e hicieron mover a un pasajero al frente. Saqué un paquete de comida e intenté relajarme, miraba por la ventanilla la hora de llegar a mi casa.
De repente, uno se hizo a mi lado y el otro a mi diagonal, siguiente a una señora detrás mío. Respiré profundo y traté de no intimidarme. Vi como una señora en unas sillas más adelantes me miraba con preocupación, pero quitaba la mirada. El olor a marihuana llegaba a mis pulmones, la estética de sus vestimentas me incomodaba y su hablado coloquial me lastimaba los oídos.
Les pregunté algo siguiéndoles la conversación, pero me sentía indefensa frente a ellos, ni siquiera pude inventar un nombre cuando me lo preguntaron. Miré hacia atrás, y ke grité ayuds con mi mirada a la muchacha. Se reían de cosas sin sentido y a veces decían que me iban a matar.
La de atrás se reclinó y me susurró: "mami, yo le recomiendo que si usted no quiere que la apuñalemos, nos pase el celular" tomé una bocanada de aire y pedí permiso para salir del asiento y busqué rapidamente a alguien a quien pedirle ayuda.
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Dos buses y un cuento de Hitler.
Short StoryPara el muchacho del paradero que siempre me sacó una sonrisa con sus ocurrencias. Espero poder leer alguna vez esa tarea de literatura de la que tanto fantaseabas y jamás entregaste.