Te escribí un mensaje resumiendo la situación y me fui a la cocina a almorzar; le conté a mi papá y agradecí que faltara tan poco para acabar el año porque hubiesen tomado la decisión de mandarme en el transporte escolar. Ya se me había quitado la conmoción cuando me pediste detalles y todavía me daba cosa mandarte un audio, así que tan solo escribí algo no tan largo pero sustancioso.
Dijiste que era triste que al día siguiente no nos íbamos a poder ver porque tenía labor social por la tarde. Mi mente maquinaba toda una historia al saber que te importaba que nos viéramos, se sentía como cuando a una niña le compraban la muñeca que más deseaba, así de feliz me hacía hablar contigo. El resto de la conversación fue muy breve y sin relevancia.
En la noche mi mamá empezó a discutir porque nadie sacaba a los perros y decidió hacerlo ella por sus méritos arrastrándome a mí también para no estar tan sola. Hizo la típica pregunta de: ¿Cómo te sientes referente a Azul? y tuve que contarle de ti para que viera que ya lo estaba superando, que me sentía mejor y que yo podía. Entonces, decirlo me hizo caer en cuenta que ya estaba involucrada, sentía algo fuerte por ti.
ESTÁS LEYENDO
Dos buses y un cuento de Hitler.
Short StoryPara el muchacho del paradero que siempre me sacó una sonrisa con sus ocurrencias. Espero poder leer alguna vez esa tarea de literatura de la que tanto fantaseabas y jamás entregaste.