Capítulo 5

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Hasta Azul me insistió implícitamente que te pidiera el número deseándome suerte. Mi garganta se hacía un nudo cuando quería soltar aquellas simples palabras, ¿por qué se hacía tan difícil? eras el simple muchacho del paradero, ni siquiera sabía tu nombre...

La noche anterior había trazado un plan inconsciente que de igual manera me traía gran emoción. Llevaría mis audífonos para mostrarte la música que yo escuchaba como la vez que compartimos los tuyos en el camino, hasta había hecho una lista de reproducción de las canciones que más me gustaban.

Los miércoles, Jueves tenía proyecto de grado y no asistía al trabajo, entonces lo único que podía dañarme el plan era la otra muchacha de once con la que compartías risas de vez en vez. Sin embargo, con cada paso hacia la parada me importaba menos. El tiempo corría tras de mí y  no podía invitarte a salir sin tu número.

Estaba nerviosa y miraba cada intervalo de treinta segundos si te divisaba al fondo. Finalmente, ahí estabas, reconocía tu silueta. Repasé las palabras en mi mente y me daba impulso desde el fondo. Pero ya estabas a menos de dos metros y tenías un aire de enojado; lo primero que soltaste fue que la coordinadora de convivencia te había decomisado el teléfono. ¡Qué frustrante! Me tragué mi valentía.

Hablamos muy poco y mi ruta no demoró más de cinco minutos en pasar. Ni yo podía creer la oportunidad que había perdido; hubiese podido decir "Y yo que pensaba pedirte el número" y que surgiera el hecho de que me lo dieras, pero no pude gesticular nada. Hasta mi papá me recalcó la idea.

Dos buses y un cuento de Hitler.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora