Capítulo 12

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Era martes por la mañana y también uno de los días más tristes de mi vida, ése era uno de los mejores colegios en los que había estado y me había hecho sentir que por fin tenía un lugar, que yo sí podía encajar en alguna parte. Aquellos dos días de la semana solo habían sido requeridos para presentar exámenes e irnos temprano; en los finales siempre repartían los grupos en todos los salones, pero habíamos acordado reunirnos al final del día para despedirnos de nuestra directora de grupo.

Mi profesora de matemáticas era una de las personas que más admiraba, hacía su trabajo con tanto amor que me hacía amar los números, con ella realmente sentía que podía estudiar física pura sin algún temor. Me consideraba una de sus mejores estudiantes y cuando me equivocaba en alguna pregunta de los trabajos, me las valía igualmente; adoraba el aprecio que guardaba a sus estudiantes a pesar de querer mantener una armadura de hielo.

No pude evitar las lágrimas cuando se sinceró. Haber culminado ese año me expresaba que yo estaba creciendo, ya no tenía 7 años y tenía que seguir adelante. El timbre sonó y realmente necesité el abrazo de Azul, pero que él me lo correspondiera y que encajáramos en el cuerpo del otro me hizo llorar más. Estaba cerrando una etapa y me despedía de la última oportunidad de amarlo.

Ya mis mejillas estaban secas, y mis ojos siguieron sus pasos hasta los zapatos de aquella muchacha, subí la mirada viendo el abrazo en que se fundían, sintiendo esa presión por volver a deshacerme. Tomé aire y caminé hasta la salida sabiendo que no me esperabas. Ignoré el saludo de una mamá en el auto y rogaba por no encontrarme a nadie más en el camino.


Dos buses y un cuento de Hitler.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora