Llamé a mi mamá y le dije que almorzáramos juntas. Busqué una ruta que me llevara hasta el lugar y en una calle de mueblerías encontré en la que ella trabajaba. Me presentó a sus compañeros y me hizo subir al segundo piso para poder hablar. Cuando me tomó entre sus brazos, el llanto volvió porque ella siempre me volvía a mi vulnerabilidad.
Le conté todo y de alguna manera quería que con tan solo hablarlo, se solucionara todo. Pero no fue así, no obstante, mis lágrimas cesaron frente a ella y la tristeza se quedó toda dentro.
Las charlas con mi mamá siempre me sanaban, cuando por fin empezó la hora del almuerzo, fuimos a la plazoleta y ordenamos hamburguesas. Siempre sabía como hacerme sonreir. Siempre sabía qje decirme. Siempre. No sé como me había tocado un ser tan perfecto como madre al yo ser tan desagradecida e inútil.
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Dos buses y un cuento de Hitler.
Short StoryPara el muchacho del paradero que siempre me sacó una sonrisa con sus ocurrencias. Espero poder leer alguna vez esa tarea de literatura de la que tanto fantaseabas y jamás entregaste.