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Tenía una cita con mi novio en media hora, sería una cita sencilla y solamente saldríamos a caminar por las calles de LA; lo cual era un poco extraño, porque hoy era nuestro segundo aniversario de noviazgo. No voy a quejarme, no importa adónde vayamos ni cómo celebremos, siempre y cuando sea con él.

Me acerqué al espejo, tomé mi delineador aplicando una delgada línea a mis ojos y pinté mis labios de color rojo intenso. En ese momento escuché un maullido detrás de mí, miré a través del espejo y vi a mi gato. Sonreí. Me acerqué a mi mascota y acaricié su pelaje marrón claro con manchas blancas y, cuando mi mano llegó a su cuello e hizo un camino hasta llegar detrás de su oreja, obtuve un ronroneo suyo.

—¿Qué pasa, bebé? —manifesté con voz divertida—. Oh, mi hermoso Milky.

Mi gato fue un regalo por parte de mi novio, me lo obsequió en mi cumpleaños del presente año.

Lancé al aire una serie de besitos a Milky, lo bajé y volví a mi tocador. Coloqué una cadena delgada de plata en mi cuello y un par de anillos en mi mano izquierda: uno en mi dedo meñique y otro en mi dedo índice. Tomé mi frasco de perfume y rocié un poco en mi cuello y en mis muñecas; por consiguiente, el aroma dulce -que tanto le gustaba a mi novio- llegó a mis fosas nasales. Ya estaba lista, sólo era cuestión de esperarle.

"Estoy afuera, Harley"
Ese mensaje hizo timbrar mi teléfono, sonreí más grandemente y bajé las escaleras. Antes de abrir verifiqué en el espejo -que yacía junto a la puerta- que todo estuviese en orden. Arreglé una vez más mi pelirrojo cabello natural, me di una última mirada y chequé la hora en el reloj de pared que yacía sobre el espejo. 20:30 pm. Mi novio siempre era puntual.

Abrí la puerta y ahí lo vi de pie bajo la luz de mi pórtico. Lucía tan atractivo como siempre: una camisa blanca lisa, una chaqueta roja y jeans y botas negras. Parecía que nos pusimos de acuerdo, ya que mi vestimenta consistía en un blusón color rojo, skinny jeans oscuros y unos zapatos negros de tacón.

–Shawn.

Me sonrió, dio un paso hacia mí y nos envolvió en un abrazo. Al apoyar mi cara en su pecho, me convertí en testigo del aroma fino y fresco que poseía su colonia. Y, ante ello, dibujé una sonrisa.

—Hola Harley —besó mi frente y me miró a los ojos acariciando mi mejilla con su pulgar—. ¿Lista?

—Sí.

Me giré, cerré la puerta con llave y emprendimos nuestra caminata tomados de las manos. La luz de la luna caía en nosotros y el silencio cómodo era un toque perfecto; pero no pude evitar notar que sus ojos avellana no tenía el mismo brillo de siempre. Era como si se hubieran apagado, como si se hubiese ido una parte de su felicidad. Desconocía totalmente el porqué, tampoco sabía a qué se debía ello; y me hacía pensar en el color gris, en lugar del blanco. De noche era la oscuridad y de día, la luz; y a Shawn siempre lo veía como un sol que alumbraba mis días en cualquier forma, pero ahora no era así.

Después de unos minutos, en los que claramente sentí cómo su mano había sudado un poco, llegamos al parque en el que nos conocimos -y también era aquel parque en el que habitualmente solíamos pasear-, nos aproximamos a una banca que estaba frente a la fuente; la cual era iluminada  por unos faros de luz blanca y azul. Junto a la banca había un rosal, el color de sus flores hacía juego con las luces de la fuente; y en el otro extremo había un árbol con un tronco de ancho y tamaño considerable. En dicho árbol, en sus raíces, había una pequeña rosa roja que hacía un perfecto contraste. Era la razón por la cual amábamos este lugar, asimismo sentarnos específicamente en esa banca; porque habían muchas rosas y a ambos nos encantaba aquella flor.

"Las rosas son muy bellas, tanto como tú" me dijo en una ocasión.
Esa frase formaba parte de uno de los recuerdos más preciados que tenía, ya que ese día me pidió ser su novia.

—Tengo algo por contarte. Y no puedo contener la felicidad que siento por mi noticia.

—Soy todo oídos, Harley —contestó mirándome con atención.

—Esta mañana me llegó un correo muy peculiar que decía que me aceptaron en la universidad más prestigiosa del país. Shawn, estoy muy emocionada.

—¿En serio? Me siento muy feliz por ti —se inclinó y sus labios gruesos se posaron en mi mejilla por un instante.

Sí, ahora, ambos, pertenecíamos a aquel plantel; aunque debo aclarar que no entraríamos a la misma carrera, ni al mismo semestre. Shawn iba un año más adelante que yo.

—Shawn —le hablé.

—¿Sí? —respondió con voz un poco perdida.

—¿Qué ocurre? Antes te veías más feliz por mí.

—Claro que lo estoy, realmente lo hago; pero creo que este año no estaremos juntos.

—¿Cómo dices? —inquirí asombrada.

–Cariño, te pido que por favor no te alteres; pero... mi mamá quiere que regrese a Pickering y que estudie un año allá.

Analicé mentalmente, y en silencio, lo que mi novio acaba de decirme. ¿Acaso dijo que se iría por un año a su ciudad natal? Aquella pregunta hizo eco en mi mente. Y, como si me hubiese caído encima un balde de alguna helada, todo en mi cerebro hizo clic rápidamente: no lo vería por un año. Oh no, si él se iba, cualquier cosa puede ocurrir; cualquier cosa puede separarnos, o pudiera ser posible que ya estuviese ocurriendo a partir de ahora. Se va a ir a Canadá y, junto con él, mi corazón.

—Quiero pensar que no es verdad —contesté después de varios momentos de quietud.

—Créeme que yo también deseo que eso no sea real, pero no está en mí. Lo siento mucho, Harley —se disculpó acariciando un mechón de mi cabello y llevándolo a la parte trasera de mi oreja.

—¿No volverás? —pregunté angustiada.

—Lo haré, cariño, claro que sí. Las promesas que te hice cuando te pedí que fueras mi novia, no han muerto.

—Shawn, no..., es que... usualmente las relaciones a distancia no funcionan.

—Es lo que te iba a decir.

Silencio otra vez, ambos mirábamos la fuente. Mi corazón se rompía lentamente conforme los segundos transcurrían, las lágrimas se acumularon en mis ojos y mordí mi labio tratando de contener las ganas de soltar algún llanto. Me pregunté a mí misma desde cuándo me había hecho tan sensible, ¿o acaso era la situación del momento?

—Harley, por favor no llores.

Borré con el dorso de mi mano cualquier rastro de lágrimas que se había dibujado en mis mejillas, me puse de pie y, dos segundos después, Shawn también lo hizo.

—Qué curioso, ¿no? Es nuestro segundo aniversario, ¿y estamos terminando?

—No, yo nunca dije que terminaríamos —manifestó Shawn tomándome suavemente de las mejillas.

—¿Estás sugiriendo que seamos novios a distancia?

—Así es. Sé que no es la mejor opción, pero no quiero dejarte.

—Shawn, yo..., ¿y si tú te...?

—No. No lo pienses, porque no será así. Mi corazón es, fue y siempre será solamente tuyo.

No tenía buen presentimiento sobre esto. ¿Qué estoy pensando? No. Todo saldrá bien, debía pensar positivo. No voy a permitir que mis esperanzas mueran junto con nuestra relación. No obstante, la felicidad que yo tenía se había esfumado, ahora entendía porque él tenía ese semblante en su rostro. ¿Qué debería hacer ahora? ¿Debería aceptar los hechos e intentar una relación a distancia?

The Decision (Shawn Mendes, Connor Brashier)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora