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(...)

El partido de voleibol lo habíamos ganado mi equipo y yo.

Mi equipo era con mi inseparable amigo Dylan Brashier, junto a Sam, Bella y Olivia; mientras que el equipo contrario eran Connor, su tío, Sebastian, Clarie y Will. El tío de Dylan prefirió ser árbitro, y lo interesante de este partido fue que los padres de Connor se sumaron al juego. El señor Brashier era de mi equipo y Elaine del lado contrario; y por otra parte, el equipo que fuese a ganar, cada uno de sus integrantes tendría como esclavo al equipo perdedor.

La división fue así:
Sebastian sería esclavo de Sam, Will de Bella, Clarie de Olivia, el tío de Dylan sería esclavo del sobrino menor de los Brashier, Elaine de su esposo, y, en desacuerdo, Connor sería mi esclavo. Y sería así durante los siete días del viaje. Ah, olvidaba decir que ellos harían la cena de hoy y la comida de mañana. Quién asignó las parejas fue nuestro querido árbitro. A mala hora de que me quería alejar un poco de Connor ¿lo escoge para mí?

No tenía idea de qué podría hacer que Connor hiciera por mí, tal vez podría pedirle que no me hablara o que no jugase conmigo. ¡Bah! Menuda tonta que soy, parezco niña dramática.

La noche había caído y, como era costumbre de cada vez que iba a la playa, me puse un vestido largo encima de mi traje de baño, me descalcé y salí a caminar en la arena mojada. Me relajé bastante y mi mente se despejó. Me encantaba sentir la arena húmeda de la playa bajo las plantas de mis pies; obviamente no me alejaría mucho de las casas de playa. Luego, en una de esas, sentí algo bajo mi pie, me agaché y vi una concha pequeña. Me arrodillé, tomé en mis manos y en ese momento escuché a alguien hablarme.

—Hey, hermosa.

Miré hacia adelante -que era de donde provenía esa voz- y me alarmé. Oh no, ¿qué diablos quería Richard? Me paré, me giré y traté de correr lejos de él.

—Hey, espera —me tomó de la muñeca y le miré asustada.

—¿Qué? ¿Qué rayos quieres de mí? No iré contigo a ninguna parte.

—De eso quería hablarte.

—No voy a escucharte.

—Por favor, es importante. Creo que merezco ser escuchado y que me des una segunda oportunidad.

—¿Por qué todos hablan de segundas oportunidades? A ver, dime, tienes cinco minutos.

—Los aprovecharé. Bueno, la verdad es que quería pedirte disculpas sinceras por todo lo que hice, por lo que te hice pasar. Y es que casi te mato y eso no es correcto.

—Acepto tus disculpas. Y no te preocupes, ya quedó en el pasado.

Cuando iba a empezar a caminar su voz me hace detenerme.

—Exacto, pero sí te diré que estés precavida, hablo de esa familia, sobre todo con ese par de hermanos.

Me giré.

—¿Qué? ¿De qué hablas?

—Ellos no son lo que piensas, bueno, Dylan no tanto, es más separado de ellos; pero Connor, Sam y Sebastian, junto a Mendes, son unos doble cara.

—¿En qué sentido? —inquirí ocultando mi asombro—. ¿Cómo es que los conoces?

—Ellos eran mis amigos, prácticamente crecimos juntos y cuando teníamos catorce nos separamos. A mí me gustaba una chica y Mendes lo sabía, esa chica se llamaba Lauren, una bonita morena de ojos rasgados, cachetes algo abultados y cara redonda, ¿te es familiar?

—Me describes a la chica —me interrumpí y alzó la ceja—...no, a nadie, pero me es familiar.

—Claro que te es familiar la chica que causó tu ruptura con Mendes, hermosa.

The Decision (Shawn Mendes, Connor Brashier)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora