Fuck you. *:･ﾟ✧ Hwang Hyunjin fanfic.

ﾟ✧ ࿐ྂ Me apetecía verte.

Aquella mañana fueron los rayos del sol colándose por la ventana los que me despertaron, pero no me moví cuando mis ojos se abrieron. Sentí que Chan había acabado abrazado a mí aquella noche y, aunque no soliese importarme que ocurriese, me sentí un poco incómoda por algún motivo que no comprendía. Me giré sobre mí misma para mirarle y comprobar si seguía durmiendo y, al cerciorarme de que así era, me deshice con cuidado de su agarre y me deslicé fuera de la cama. Le tapé bien y me dirigí a mi armario para buscar ropa para el día, con absoluto desinterés. Tras sacar un conjunto que parecía sacado de la sección de maternidad de una tienda de mala muerte, me quedé estática por un par de segundos, cayendo en la cuenta de que definitivamente aquella no era la ropa que quería ponerme aquel día. "¡Es cierto! ¡He quedado con Hyunjin!", pensé y me puse de forma casi inmediata a buscar algo más bonito que ponerme. ¿Por qué me importaba tanto ir arreglada? De nuevo eran la estupidez y la emoción las que estaban actuando en vez del sentido común y la precaución, pero ya me daba igual.
Sin dudarlo por un solo instante más me dirigí al baño y me preparé lo más rápido que pude, dejando solo el maquillaje a medias para que el ya poco pintalabios que solía usar no desapareciese del todo al comer. En cuanto me vi lo suficientemente preparada volví a mi habitación para buscar algún bolso en que llevar al menos el móvil, la cartera y las llaves, aunque no fuese especialmente bonito o no conjuntase del todo bien.

-¿Ya estás despierta...? -Oí la cansada voz de Chan, poco después de entrar en la estancia.- ¿Y preparándote...? ¿Tienes que ir a algún sitio ahora...?

Reí con suavidad y me senté en el lado contrario de la cama, llevándole a rodar hasta mí para abrazarme por la cintura. ¿Por qué de repente se me hacía raro?

-No, pero ya sabes que prefiero prepararme con bastante antelación. -Expliqué, acariciándole el pelo.
-Es cierto... -Susurró, enterrando el rostro en mi costado por un instante.- ¿Quedaste con Hyunjin...?
-Sí. -Afirmé, sonriendo vagamente.- ¿Te molesta?
-Ya sabes que un poco, pero bueno... Tú no te enamores de él y ya...

Aún sonaba medio dormido y, aunque siguiese sintiendo esa extraña sensación de incomodidad, no pude evitar reír con suavidad al verle. Me di cuenta de que se había quedado dormido otra vez, en una posición incómoda y estúpida, abrazado a mi cintura, así que le di un par de toques en la cabeza para despertarle.

-Chris, ya pasan de las doce. -Apunté, con voz dulce.- Te toca levantarte.
-Jo, pero... -Se quejó, abrazándose con más fuerza a mí.- ¿No podemos quedarnos durmiendo...? Puedo darte mimos.
-No, pero si te apetece puedes hacerme el desayuno. -Ofrecí, riendo justo después.
-Vale, ya voy...

Para mi sorpresa no tardó a penas en arrastrarse hasta el borde de la cama para levantarse luego, desperezándose casi al instante y levantándose para buscar su camiseta. Tras haberse arreglado un poco -lo mínimo-, se aproximó a la puerta y me miró arqueando una ceja, metiéndose las manos en los bolsillos. Definitivamente le sentaba bien acabar de levantarse.

-Vamos, ¿no tenías prisa? -Soltó, burlón.
-Ya voy, idiota. -Aseguré, riendo.

Me puse en pie y le seguí sin pensármelo demasiado hasta la cocina, donde cumplió con su palabra y comenzó a prepararme el desayuno. Como era algo tarde y comeríamos muy pronto preparó poca comida, así que en menos de diez minutos estábamos sentados, tomando cada bocado con parsiomnia. Hablábamos de vez en cuando, siempre evitando hacerlo con la boca llena, sobre las mismas tonterías que de costumbre, y en un abrir y cerrar de ojos habíamos terminado.

-Wow, la verdad es que siento como si hubiésemos comido en menos de un minuto. -Apuntó él, riendo.
-Ya, la verdad es que sí. El desayuno más rápido de mi vida.

Nos levantamos, recogimos los platos y nos pusimos a lavarlos para evitar molestar a mis padres cuando decidiesen hacer la comida, ayudándonos el uno al otro. Considerando que el desayuno había sido ligero y solo para dos, no tardamos a penas en acabar, así que decidimos aprovechar el tiempo y subir a mi habitación a jugar un rato a algún videojuego. En cuanto encendí la consola, metí el juego en el lector de CDs y le tendí el mando a Chan, él se echó a reír, alegre, mirándome a los ojos.