A veces los adolescentes nos comportamos como verdaderos estúpidos. Y yo, sin lugar a dudas, era el mayor imbécil de todos.
Me sentía perdido en un mundo que no parecía dispuesto a ayudarme a sobrevivir; acababa de llegar desde Australia a un país que no conocía, cuyas costumbres no entendía y cuya lengua aún se me dificultaba, y nadie lograba brindarme el confort que necesitaba. La música sonaba vacía y ya no llenaba el hueco en mi alma que antes solía llenar, y el cariño de mis padres nunca parecía suficiente para calmar la tormenta constante que rugía en mi interior. La adolescencia es complicada, supongo, y todos tenemos derecho a tomar algunas malas decisiones. Yo las tomé todas.
Conocí a un crío de mi edad, alguien que se creía muchísimo más de lo que era o podría ser, y por algún motivo admiré su vida y la de su grupo de amigos. Eran desconsiderados, unos rompecorazones, les encantaba gastar su vida en malos vicios y adoraban actuar con prepotencia ante el resto, porque se sentían en la cima del mundo. Yo no me parecía a ellos, no aún, pero terminé viéndoles de vez en cuando y cambiando poco a poco.La única persona a la que realmente toleraba era Hyunjin. Era frío, muy poco expresivo y muy serio, pero parecía tan incómodo entre aquellas personas como yo lo estaba. Aunque yo evitase estar junto a ellos en el tiempo que pasaba en el instituto y él fingiese no conocerme cuando nos encontrábamos en el centro, podía percibir desde la distancia que aquel no era su sitio, al igual que tampoco era el mío. Solo hablábamos entre nosotros, aunque nunca en exceso, y manteníamos cierta distancia, pero sentía por su carácter que era alguien en quien podría haber confiado, incluso en aquel mal ambiente.
Un año más tarde conocí a Jeongin, en una de las clases que teníamos en común. Parecía un niño y me enternecía en cierto modo, así que le dejé entrar en mi vida sin apenas oponer resistencia y pronto nos volvimos amigos. Como creía que yo nunca quedaba con nadie, que no tenía más compañeros, tardó a penas un par de días en presentarme a su grupo de amigos, y fue entonces cuando ocurrió. No sé si fue el brillo en sus ojos, el rubor fruto de la vergüenza en sus mejillas o la tímida sonrisa que se dibujó en sus labios cuando nos presentaron, pero sentí al verla que mi corazón se saltaba un latido y que mis manos empezaban a temblar. Como en las películas románticas en que el protagonista se enamora a primera vista de la chica buena, guapa y responsable, sentí que todo brillaba cuando nuestras miradas se encontraron y quise abrazarla y no soltarla de nuevo.
Asumí que simplemente había sido la emoción del primer contacto, la sorpresa de conocer a alguien nuevo, pero pasó el tiempo y el sentimiento no se desvaneció ni se atenuó; si acaso, se volvió mayor. Cuanto más tiempo pasábamos juntos más me enamoraba yo y, aunque sabía que ella jamás sentiría lo mismo, moría cada segundo de mi vida por ella y por su dulce sonrisa. Deseaba que sus dedos se entrelazasen con los míos al pasear por la calle, que se durmiese cada noche entre mis brazos y quizá, solo quizá, llegar a ser el hombre de sus sueños y de su vida. La deseaba a ella con cada ápice de mi ser y, si bien agradezco lo mucho que eso me ha cambiado, ella nunca me deseó de vuelta.
¿Y Hyunjin? Un día empecé a hablarle de ella, de lo maravillosa que era y lo mucho que la adoraba. No mostraba emociones, como ya era costumbre, pero me escuchaba y sus ojos brillaban cuando llegaba con una historia nueva para contarle. Sin embargo, con el tiempo decidí que debía alejarme definitivamente de aquel grupo para ser una mejor persona que se mereciese a la mujer a la que amaba, y le dio igual. No hubo un adiós, ni un intento de venir conmigo; simplemente me observó, con la mirada vacía, susurrando un: "está bien" y yéndose tan rápido como había venido. Me pareció estúpido, pero supuse y supongo que quien es malo nunca llega a cambiar.
Pasó un año y no supe mucho más de él. De su vida tan solo me enteré de los rumores, desapareció el contacto y de repente ya no nos conocíamos. Y un día, cuando menos me lo esperaba, empezó a tratar de acostarse con ella. ¿Por qué hacía aquello? ¿Por qué se había ido de mi vida para ahora intentar robarme a la persona a la que más amaba? ¿Por qué me odiaba a mí? Quería verle arder, desde el fondo del corazón. Quería, quería muchas cosas, pero la situación se me escapó de las manos y ahora la veo a ella alejándose de mí y cayendo entre sus brazos.
¿Por qué él y no yo? ¿Por qué nunca seré yo quien bese sus labios cada mañana al despertar? ¿Por qué nunca seré yo quien la escuche gemir mi nombre? ¿Qué tiene él que yo no tenga? La quiero. La necesito. Y odio que Hyunjin lo sepa y que aún así me traicione. Pasa el tiempo y tengo miedo, pero no sé de qué. ¿Por qué me lamento cuando sabía que el momento de perder toda esperanza llegaría pronto? Yo era el amigo adorable, el compañero de risas, el que la hacía feliz a veces, el hermano mayor, el esto, el lo otro, pero nunca el novio, el que me gusta o el que quiero que salga conmigo. Era el personaje secundario en su historia, el amigo invisible, y aunque no hubiese sido Hyunjin sabía que alguien habría llegado en algún momento para arrebatármela completamente.Te quiero.
Te quiero muchísimo, JiYoon.
¿Por qué no puedo ser yo? Es tan injusto.
Por favor, mírame, porque te amo con todo el corazón.
No le hagas daño. No mates la luz en su mirada.
Por favor, solo haz eso. Solo déjame seguir llorando cada vez que recuerdo el dulce reflejo de la luz en sus ojos, o su sonrisa de cristal. Solo déjame llorarla al verla feliz.
Quizá algún día logre olvidarla, pero no lo haré pronto; y estoy harto de amarla, pero no quiero perderla.
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Fuck you. *:・゚✧ Hwang Hyunjin fanfic.
Fanfiction"Hwang Hyunjin, eres un jodido imbécil" pienso, en sepulcral silencio, cuando sus labios se fruncen para lanzarme el más desagradable beso que podría haber recibido en la vida. Le miro y las comisuras de mis labios se elevan para dibujarme en el ros...