VII

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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 VII

~☤~

La estaba pasando demasiado bien con Jonah

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La estaba pasando demasiado bien con Jonah. Él era muy divertido, y me había contado anécdotas que hacían que no pudiera dejar de reírme. Era increíble.
—Entonces —dijo, intentando calmar su risa—, ¿tú y Dylan McCuller...?
—¿Qué? —dije, sorprendida, y casi vuelco mi milkshake—, no hay nada entre nosotros.
—¿No te gusta ni un poco? —preguntó, después de darle un sorbo a su bebida.
Negué rotundamente con la cabeza.
—Permíteme decirte que él está loco por ti —dijo—, hubieras visto su cara cuando te subiste a mi auto. Parecía... celoso.
¿Dylan celoso? Pf, sí claro.
—No lo creo —respondí—. Ni siquiera nos llevamos bien.
Él se encogió de hombros, y una sonrisa pícara se formó en su rostro.
—¿Qué? —dije, levantando mi cabeza y señalándolo.
—Nada —dijo, entre risas—, es que ahora puedo permitirme conquistarte sin tener que competir con el chico más popular de la escuela.
Me reí, y bajé mi cabeza, sonrojada como nunca.

•••

Nos despedimos a la entrada del centro comercial. Jonah se ofreció a llevarme, pero le dije que caminaría.
—¿Estás segura? —preguntó, ya dentro del auto.
Asentí y le regalé una sonrisa. Él no parecía de acuerdo, pero aún así me devolvió la sonrisa y arrancó el auto.
La había pasado muy bien con él, pero quería despejar mi mente en el camino a casa. Pensé en lo que dijo Jonah, que Dylan aparentaba "celoso". Cosa que era imposible, porque él era un idiota mujeriego, y jamás estaría tan interesado en una chica como para celarla.
Sentí una gota caer en mi frente. Luego otra, y otra. Demonios, estaba lloviendo. Comencé a caminar más rápido, arrepintiéndome de negarle la propuesta de llevarme a mi casa, a Jonah. En tan solo unos segundos, ya me encontraba empapada. La lluvia me había mojado toda mi ropa, al igual que mi cabello. Cuando comencé a correr, Dylan estacionó su moto enfrente de mis ojos, impidiéndome el paso.
—Sube —dijo, quitándose el casco y moviendo su cabeza hacia atrás, para acomodarse el cabello.
Sinceramente, Dylan se veía increíble con el cabello mojado. Su camiseta se había pegado a su cuerpo, dejando a la vista sus abdominales marcados, y sus ojos se veían mucho más claros. ¡Dios, deja de mirarlo, Claire!
—No me subiré a eso —dije, mirando su moto.
Él miró las gotas de lluvia cayendo con fuerza.
—¿Prefieres mojarte que dejar que el chico más guapo del mundo te lleve a tu casa? —preguntó, con una sonrisa seductora en su rostro.
—La verdad, sí —respondí, y lancé una media sonrisa inconscientemente.
Él rió, y con su cabeza me hizo señas para que subiera a la moto.
—Vamos —dijo, dándome el casco—, sube.
Me senté detrás de él, y me coloqué el casco. Luego de unos segundos, Dylan aún seguía sin arrancar.
—Claire, debes abrazarme —dijo—, ¿acaso quieres tener un accidente?
Rodé los ojos y lancé un largo suspiro, pero finalmente enredé mis brazos en su cintura. Él giró su cabeza para mirarme, y me regaló una sonrisa, que por cierto evité.
El camino a casa fue callado. Me encontraba tomando a Dylan muy fuerte, y admitía que estaba un poco asustada. Era la primera vez que viajaba en moto, porque papá siempre decía que eran peligrosas.
—No dejaré que nada te suceda —dijo Dylan, al sentirme tensa—, puedes relajarte.
Asentí, aún con desconfianza, y él aceleró. La lluvia seguía mojándonos, y el suelo aparentaba resbaladizo. Cerré los ojos con fuerza para no mirarlo.
Entonces, la moto trastabilló. Dylan pareció haber perdido el control por el suelo mojado, e hizo lo posible para frenarla lo más rápido que podía. Sentía mi corazón en la boca. Él maldijo entre dientes.
—¿Estás bien? —preguntó, preocupado.
Afirmé con la cabeza, todavía con mis piernas temblando.
—Es peligroso conducir cuando hay tal tormenta —dijo, rascándose la nuca—. Mi casa está a mitad de calle, podemos ir hacia allí y esperar a que pase.
—No —dije, negando con la cabeza varias veces—, prefiero caminar debajo de la lluvia, que quedarme sola contigo en tu casa.
Un rayo destelló en el cielo, acompañado con un fuerte trueno. Me sobresalté.
—¿En serio quieres caminar? —preguntó con ironía.
Bufé, y nos dirigimos hacia su casa. Dylan llevaba consigo la moto, y yo caminé a su lado con rapidez. Al llegar, dejó su moto en la acera, abrió la puerta y me dejó pasar primero. Encendió la luz, y pude ver con claridad su ejercitado abdomen, y fortalecido pecho. Desvié la vista, sin permitirme pensar que parecía un modelo de Calvin Klein.
Él comenzó a quitarse la camiseta, y con ella se secó su cabello. Me di la vuelta para no mirarlo.
—No te pongas nerviosa —dijo, y podría asegurar que sonreía.
—No estoy nerviosa —respondí.
Sentí sus pasos acercándose hacia mí, quedando justo detrás mío.
—¿Estás segura? —me susurró al oído, y eso hizo que me estremeciera.
Me di la vuelta para mirarlo a los ojos. Maldito Dylan, en serio se veía sexy.
—Deberías cambiarte eso —dijo, señalando la ropa mojada—. Ven, acompáñame —me tomó de la mano, y me guió hasta su cuarto. Me rehusé a seguirlo.
—Vamos, Claire —dijo, como un incentivo—, prometo no tocarte —se quedó callado, y siguió—: A menos que tú quieras.
—No va a pasar —dije, y de mala gana, subí con él.
Su habitación tenía una cama de dos plazas, que parecía haber sido usada varias veces para quién sabe qué. Estaba segura de que Dylan había llevado a más de la mitad de la preparatoria a su cuarto, y yo era una de ellas.
—Toma —dijo, dándome una camiseta larga blanca con una estampa de lobo.
Me dirigí al baño, me quité la ropa, y me vestí con lo que Dylan me había dado. Por suerte, me cubría bastante. A pesar de eso, me moría de frío.
Cuando salí, me lo encontré sentado en la cama, usando su celular. Al verme, alzó la vista, y mordió su labio inferior. Le mostré mi dedo medio, y tiritando del frío, fui hacia la puerta de su cuarto.
—Claire —dijo, antes de que saliera de allí—, póntela —me dio una chaqueta, al verme congelada.
La colocó en mi espalda, ayudándome a pasar mis brazos por las mangas, y cuando lo había logrado, su manos se dirigieron hacia el cuello de la chaqueta, donde mis labios se encontraron con los suyos. Sentí su respiración acelerada sobre mi nariz, y me susurró:
—Estás volviéndome loco.

•••

—Estás volviéndome loco —le susurré, y sentí que se puso nerviosa

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—Estás volviéndome loco —le susurré, y sentí que se puso nerviosa. Aún así, no se alejaba de mí.
Eran inexplicables las ganas que tenía de besarla en ese preciso momento. No entendía qué me estaba ocurriendo, simplemente no podía controlarme. Sólo miraba a Claire, y una sensación en mi pecho aparecía. Mis ojos estaban puestos en los suyos, que me transmitían tranquilidad. Ella mojaba su labio inferior, y yo mordía el mío inconscientemente. No había mentido cuando dije que me estaba volviendo loco.
Fue cuando me di cuenta de que, tal vez, estaba comenzando a quererla.
—Dame una oportunidad —le susurré, con mis manos acariciando sus mejillas, y sus labios rozando contra los míos.
No tuve respuesta de su parte, así que sin más, junté nuestros labios como tanto había querido. Los abrí suavemente para saborear mejor los suyos, y sentí su lengua chocando tiernamente contra la mía.
Entonces, el timbre sonó. Despegué mis labios de los suyos, sin querer hacerlo, y le susurré:
—Espérame aquí —le sonreí.
Ella asintió, esbozando una media sonrisa. Dejé la puerta de mi cuarto abierta, y bajé las escaleras para atender a la persona que acababa de arruinar mi momento con Claire. Abrí la puerta de mala gana, y me encontré con Sarah. Maldición, había olvidado que venía. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, sin saber qué hacer. La chica que en serio quería, se encontraba arriba, y la chica a la que había llamado para olvidar a la chica que quería, estaba en la puerta.
—Sarah —dije, nervioso y atento a la escalera por si Claire llegaba a bajar.
—Hola guapo —dijo Sarah, mordiendo su labio, y ya entrando a mi casa.
Intenté apartarla, haciendo que saliera de nuevo, y ella hizo mala cara.
—Había olvidado que venías —le dije, rascándome la nuca inquieto.
—¿Dylan...? —escuché que dijeron.
Claire bajaba las escaleras, y al ver a Sarah, no dijo una palabra. Me miró con indignación, y hasta podría decirse, tristeza.
—¿Qué hace ella aquí? —preguntó Claire, confundida.
—¿Me cambias por ella? —interrumpió Sarah, sonriendo con ironía y señalando a Claire—, ¿en serio dormirás con una virgen? —la miró con desprecio, y luego se dirigió a ella—, escúchame niñita, no sé qué haces aquí, pero esta noche, yo estaré en la cama de Dylan.
Claire la ignoró, y pude notar lágrimas en sus ojos.
—Eres un idiota —me dijo, entre dientes— y toma tu maldita chaqueta —la dejó en mi pecho con fuerza, y yo la tomé, intentando tocar su mano.
—Claire... —dije, yendo a buscarla.
Sarah colocó su mano en mi pecho, para que no diera un paso más, y dejó pasar a Claire. Ella me clavó una mirada fulminante, y la mía solo expresó lástima.
En serio, en serio la quería.

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Estúpidamente Perfecto © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora