Estúpidamente Perfecto © [TERMINADA]

XXXI

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 XXXI

~☤~

Había pasado una semana desde la llegada de mi padre. Siete días sin tener a Dylan en mi cabeza todo el tiempo, y siendo indescriptiblemente feliz junto a Mike y papá. Sheila nos había visitado la mayoría de esos días, y mi papá estaba contento por verla de nuevo. Era mi amiga desde jardín de niños, y la conocía de maravilla, era como una segunda hija para él.
Mike había estado emocionado desde hacía unos días. Yo también lo estaría si fuera él, después de todo, esta noche era su fiesta de graduación, el fin de su último año en Dalton. Sí, a la que asistiré junto a mi padre, y veré al imbécil que me rompió el corazón. No estaba nerviosa, sinceramente, pero sí un poco ansiosa. Ansiosa por saber qué pensaría Dylan al tenerme allí, ¿sentiría culpa? ¿Ni siquiera le importaría? ¿Estaría pendiente de lo que yo hiciera? ¿Me ignoraría? Me había dicho a mí misma que lo que fuera que pasara en la fiesta, no debería interesarme. Iría por mi hermano, que me había soportado en cada momento, y siempre había estado ahí para mí. Lo único que quería era estar presente en esa noche tan especial para él, y como él ha hecho en muchas ocasiones, estar junto a mí, apoyarlo. No tenía que afectarme nada más que eso, y si por alguna razón Dylan intentaba hablar conmigo, estaba dispuesta a serle indiferente y hacer, como él lo ha estado haciendo conmigo desde lo sucedido, que no lo conocía, que ya no existía para mí.
Mi mejor amiga se había quedado en mi casa toda la tarde, para que cuando llegara la noche, ya estuviera lista para maquillarme y peinarme. Habíamos estado viendo películas, tomando helado, escuchando música, pero más que nada, hablando de lo que pasaría en la graduación de Mike, y cómo sería mi reacción si algo sucedía. Le dije que por mucho que quisiera a Dylan, me había roto en miles de pedazos, y no creía poder perdonarlo otra vez. Según ella, él estaba enamorado de verdad, y lo sabía por la forma en que me miraba, cuando me sonreía, las cosas que me decía... Sheila pensaba que todo eso, a pesar de que antes fuera una apuesta, él terminó sintiéndolo en serio. A lo que yo respondí que si su amor por mí era real, entonces no tenía por qué ocultarme lo que hacía tiempo había ocurrido con James, si de acuerdo con él, ya todo era diferente. Mi amiga se había quedado sin palabras, sabiendo que estaba en lo cierto.
Así que, ahora sólo quedaba prepararme para la graduación de mi hermano mayor, vestir ese precioso atuendo que había comprado, maquillarme con colores que quedaran con mi tono de piel, y peinarme utilizando el accesorio que tanto me había llamado la atención.
Y que Dylan... Que Dylan supiera que me había perdido.

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