Capítulo 5

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Esa noche dormí un poco incómoda porque el colchón era extremadamente blando. Me movía y me despertaba porque creía que había un temblor.

Becca me despertó a las 6 AM, cuando abrí los ojos estaba oscuro: la luz apagada y las cortinas sin correr. Becca traía un atuendo deportivo, me dijo que fuera a correr con ella pero la mandé a la mierda.

Te contaré:

Cuando tenía 8 años, en la escuela, llevaba gimnasia. Básicamente corría y corría hasta vomitar.

Cierto día, a Agnes se le ocurrió cortar mi short de gimnasia, de modo que pareciera bikini. Obviamente, me negué a correr con eso puesto, pero la maestra de gimnasia dijo que si no lo hacía me reprobaría. Lo que quiso decir era: «Me importa un carajo si traes una tanga puesta, vas a correr hasta vomitar». Así que lo hice. No sé por qué desde entonces odio correr, quizá me trae mala sensación en mi trasero.

(Por cierto, nunca vomité en esa clase).

Era domingo, ese día era la reunión de bobos. Tenía un pequeño moretón en el culo. Pero sólo dolía al sentarse y levantarse, al caminar no. Lily y yo comimos y charlamos. Me dijo que no sabía qué ponerse en la reunión para no verse tan grande. Al principio creí que se refería a la edad, pero se refería a GRANDE (gorda).

—Deberías ponerte ropa negra. Aparte, eres muy blanca, te quedaría bien.

—¿Negra por qué?

—Leí en una página que ayuda a que no se te vean... cosas. Como la panza, celulitis, aparte te hace ver más delgada, punto.

Se lo pensó y dijo:

—Nunca me he puesto negro...

— Puedes ponerte una camisa negra, un collar o algo de otro color encima, como un chaleco, y pantalones negros con zapatos de otro color.

Me miró y dijo:

—Qué lista.

Sonreí y le dije:

—Ya terminé. Creo que iré afuera a leer un poco. ¿Te veo en la reunión de b..., socialización?

—Claro.

Dejé la bandeja en el cubo y me fui a la habitación. Cogí un libro que nunca logré terminar: Sangro y Brillo. Uno de mis propósitos era leerlo y acabarlo en menos de un mes. La verdad es que la historia nunca me interesó mucho:

«Enrique tiene un reino de demonios que lucha contra un ejército de ángeles (o algo así) pero la chica de la que se enamoró es un ángel , su amor es imposible, blablá». Prácticamente de eso es todo el libro.

Pasé 4 horas leyendo bajo el árbol del que me caí. Avancé 220 páginas de 478. Seguía siendo igual de malo. Fui hacia la habitación a cambiarme para la reunión.

Me puse unos jeans, una camisa morada oscuro y un chaleco de mezclilla.

La verdad es que no me quejaba de mi figura. Era delgada, pero todo tiene un precio: no tenía pechos. Es decir, sí tenía, todas tenemos, pero los míos... fueron a vacacionar a las Bahamas. Lo bueno de eso es que las camisas por lo general me quedaban bien, digo, los estampados no se deformaban. Pero los escotes se me veían fatales.

De lo demás no me quejaba.

Llegué a la reunión, había unas 200 personas. Charlaban, reían y todo eso. Entré a la aglomeración y recibí varios empujones y codazos. Había chicos grandes (de altura, claro), pero no era nada especial. El único que yo consideraba enorme era Ansel, pero vi que aún no llegaba.

StartfordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora