Capítulo 9

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Cuando desperté seguía sola. Me desperte como se despiertan todos después de una gran siesta: pesada, con ojos inchados y maquillaje corrido. Fui hacia el tocador donde yacían todas las cosas (en su mayoría de Becca) de maquillaje. Tomé toallitas desmaquillantes y me las pasé por todo el rostro. Una vez desmaquillada miré hacia la ventana y algo me conmovió el corazón: Ansel estaba sentado en la roca, fumando y mirándo hacia el infinito.

Decidí ir con él. No quería que estuvieramos mal.

Te contaré una cosa: una vez perdí un gran amigo.

Su nombre es Peter. Eramos uña y mugre, nos contábamos todo. Pero claro, todo arcoíris debe acabar cuando termina la lluvia. Lo sé, no es una metáfora tan buena.

Como sea, él tenía una novia de nombre Tina, me caía bien pero yo a ella no. Ella se empeñaba en distanciar a Peter de mí, unas veces lo logró, otras no. Yo intenté que Pet abriera los ojos (metafóricamente).

—Esa tipa lo único que quiere es que nos separemos, Pet, ¡Date cuenta!

—No, date cuenta tú, ¿Te cuesta mucho ver que soy feliz y no es por ti?

Eso me dolió en el fondo. Pero como soy muy orgullosa, nunca me disculpé ni él conmigo. Y no he sabido nada de él, sólo que ya no está con Tina (já).

Decidí ir con Ansel. Caminé hacia la roca, y estaba detrás de él. Le toqué el hombro, pero no volteó.

—Zoey.

Me senté al lado de él.

—Hey —le dije.

—Hey —respondió en tono melancólico.

—¿Ansel?

—¿Sí?

—No quiero que estemos enojados —y dije algo que puede sonar muy cliché, pero lo dije —no quiero perder la amistad que tenemos. De verdad me agradas.

—¿Sólo eso?

—¿Eh?

—¿No te parezco sexy ni nada?

Reí, insegura de si debía hacerlo o no puesto que era un momento serio.
—Eres guapo. Pero entiende...
—Claro, claro, te gusta Nat, es entendible, tiene lindos ojos y su cabello, por Dios, ¿Cómo hace para mantenerlo tan lacio? He intentado averiguar qué acondicionad—
— Ansel...
—Ya, lo siento.
—No me gusta Nat. ¡No me gusta nadie! Los acabo de conocer, no me gusta ser prejuiciosa ni para bien ni para mal.
—Tienes razón. Disculpa.
Me sorprendió que no discutiera, me estaba dando la razón. Bueno, no es nada raro, soy mujer y él hombre, y las mujeres siempre "tienen la razón".
—¿Amigos? —le dije.
Ansel me acercó a él y me dió un coscorrón leve en la nuca. Uf, menos mal.

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