Desperté. ¿En qué momento me quedé dormida? Estoy sola. Menos mal, imagínate que Ansel me viera recién levantada. Me levanté y tallé mis ojos. La realidad me golpeó duro cuando no olí ese familiar olor a tocino y huevo. Ay, madre.
Caminé por el pasillo al cuarto de papá. Dormido. Me acerqué y piqué su ojo.
-¡Ay, carajo! -aguanté la risa.
Cuando abrió los ojos me miro y sonrió.
-Nunca cambian. Haces eso desde que tengo memoria.
Sonreí.
-Y tu gritas eso desde que yo la tengo -le dije.
Sonrió.
-¿Despertaron todos? -preguntó.
-Hay un soldado en la cama.
-¿No hicieron nada malo, verdad?
Puse los ojos en blanco.
-Vamos a desayunar.
Salí del cuarto y fui a donde Ansel. Dormido. Tomé distancia y entonces me impulsé y salté encima de él.
Gritó y me miró.
-¿Qué demonios?
-Es que me caí -dije con una sonrisa.
Me hizo un coscorrón y me aparté.
-Baja a desayunar.
Asintió y salí de ahí. Ojalá mamá lo hubiera conocido.
Bajé y papá ya estaba cociendo huevos.
-Papá... Cuándo es el... Ya sabes.
-Esta tarde -dijo sin ganas.
-¿Dónde la tienen?
-En el hospital. Sabes todo el proceso.
Asentí. La verdad es que pensar sobre la muerte me pone nerviosa así que no te platicaré sobre ello.
El desayuno fue ameno, hablamos sobre la escuela y evitamos totalmente el asunto del funeral. Lavé platos y me cambié de ropa. Después me acosté en el sillón. Miré un poco de televisión basura.
-¿Estás bien? -preguntó papá.
-No lo creo. ¿Y Ansel?
-Creo que arriba. Ánimo, Zozo.
Traté de sonreír.
Subí a mi recamara y me cambié. Ropa negra y triste. Ni siquiera sabia que tenía ropa negra.
Un simple vestido hasta las rodillas. Esperé en el salón hasta que bajó Ansel. Faltaba papá.
-Te ves muy linda -me dijo.
Le sonreí y me recargué en su hombro. Papá bajó y subimos todos al coche. La funeraria estaba cerca así que sólo hicimos diez minutos de camino. Había tanta gente... 40 personas mínimo. ¿De dónde salieron esas 20 personas que no conocía? Todos ellos me abrazaron y me dieron sus condolencias. Vaya mierda, ¿no? Me senté en una esquina. Ansel a mi lado tomando mi mano. No me atrevía a acercarme al cajón. Me estremecía la idea de que mi madre estuviera ahí.
Es raro ¿no? Un día ves a una persona y al otro eres consciente de que no la veras mas que en fotos. Nunca volverás a escuchar su voz si no es en grabaciones. Nunca volverás a sentir su tacto, sólo en sueños. No se por qué no lloré. Estaba demasiado muda. No era real, me repetía.
Una vez terminado el funeral (6 horas de gente llorando, lamentándose) procedimos al siguiente paso, entierro. Para mí, la más terrible. Últimos minutos donde la persona está a tu nivel y no unos metros debajo de ti. Antes de que eso ocurriera me acerqué al cajón cerrado y pensé algo que no quería que nadie mas escuchara.
«Mamá, te extrañaré por siempre, espero que allá estés feliz. Pronto iremos contigo.»
Y entonces procedió. Abajo.
Abajo.
Abajo.

ESTÁS LEYENDO
Startford
Teen FictionEl cambio de escuela (y de vida) para Zoey es trágico. En el momento en que ella es cambiada a Starford, un internado a mitad del bosque, ella piensa que no le puede pasar algo peor. Aunque la vida no puede ir tan mal para ella, ¿o sí?