Estuve pensando en si ir a la habitación de Ansel y preguntarle por qué me había dejado esa nota y cómo supo que leía ese libro.
Al final decidí ir.
Le escribí un mensaje a Frank para preguntarle el número de habitación.
Hey Frank, necesito el número de tu habitación.
21. Sólo no te robes ningún calzoncillo.
Habitación 21… edificio… B.
De Bobo.
Ω
Al llegar al edificio B me percaté de que era más grande que el C. Entré y busqué la habitación 21.
Una vez ahí, toqué 2 veces. Esperé a que abriera Ansel, pero abrió Nick.
— Eh, hola —me dijo sin verme.
— Hola…
Pensé en si decirle que buscaba a Ansel, o aclarar las cosas con él.
— Zoey, necesito hablar contigo… si quieres.
— Yo también necesito hablar contigo.
— Bien. Pues… seamos amigos. Seamos sólo eso, no quiero problemas con Ansel, porque es mi amigo. Y me pareces asombrosa, me gustas, sí, pero creo que sería lo mejor.
Me sentí avergonzada, porque era justo lo que iba a decirle.
— Ay, Nat… tú eres un chico lindo. Pero yo no soy para ti, tú mereces a alguien mejor. Pero me encantaría, en serio, que fueras mi amigo.
Me sonrió y asintió. Le tendí la mano y la aceptó.
— ¿Sabes dónde está Ansel?
— No, pero voy saliendo, creo que más tarde regresa, si quieres esperarlo aquí…
— Sí, claro.
Pasó al lado de mí y yo entré a la habitación. Era igual a la mía, 3 camas, un librero (lleno de videojuegos y revistas), y me pregunté cuál sería la cama de Ansel.
Me acerqué a la litera, en la parte de arriba había discos y revistas. Así que esa no era la de Ansel. En la de abajo había un paquete de cigarrillos puesto «discretamente» bajo la almohada. Pensé en tirarlos, pero no, no soy tan mala.
Unos minutos después alguien entró en la habitación y me puse de pie rápidamente. Era Ansel.
— Qué agradable sorpresa —dijo.
— Espero que no sea sarcasmo.
Sonrió un poco mientras se quitaba su chamarra y la dejaba en su cama.
— Ansel... ¿Cómo supiste lo de Sangro y Brillo?
— ¿De qué hablas?
— No hagas como si no supieras… la nota… la margarita.
Frunció el ceño, pero luego sonrió.
— ¿Qué dice la nota?
— Tú la escribiste, tú dímelo.
Miró al techo, y luego me miró a mí y dijo:
— «Sabes y siempre has sabido que te elijo a ti, siempre a ti. Porque tú eres mi nación personal».
No sé por qué el que lo dijera él hacía esa frase más bonita de lo que ya era.
— ¿Cómo… cómo supiste?
Hizo media sonrisa.
— Te miré leyendo ese libro debajo del árbol. Y yo ya lo había leído.
Eso me sorprendió.
— Pero… dejaste la nota justo cuando terminé el libro.
— ¿En serio? ¡Wow!, supongo que eso fue simple coincidencia.
No quise preguntar más.
— ¿Por qué? —pregunté.
— Porqué, ¿Qué?
— ¿Por qué lo hiciste?
— Suelo ser muy detallista.
— ¿Con todas las chicas que se te atraviesan por enfrente?
— No. Sólo con las que me gustan en verdad.
—Ansel, creí que habíamos aclarado el punto de que ibam—
—Lo sé —me interrumpió— Pero eso no quita que me gustes. Podrás ser mi amiga pero sigues siendo guapa y me atraes. No te daré muchos problemas, lo juro.
Le sonreí y me sonrió de vuelta.
—¿Ansel?
—¿Sí?
—Sangro y Brillo... es muy malo.
—Y que lo digas —me dijo.
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Startford
Dla nastolatkówEl cambio de escuela (y de vida) para Zoey es trágico. En el momento en que ella es cambiada a Starford, un internado a mitad del bosque, ella piensa que no le puede pasar algo peor. Aunque la vida no puede ir tan mal para ella, ¿o sí?