Capítulo 15

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Estaba sentada en el sillón de lectura en la habitación. Fuera del edificio (y en la mitad del mundo) era de noche, así que no se veía nada. Salvo por un faro de luz neón. Me levanté a abrir la ventana. El aire me golpeó suavemente en el rostro. Desde allí podía ver la roca donde platicamos Ansel y yo. Sonreí un poco. Decidí ir a sentarme.
Cuando llegué me senté en la pequeña pero plana piedra. Saqué el celular y le marqué a Papá.
-Hola -dije.
-Zozo, ¿Cómo estás? ¿Te tratan bien?
-Sí, fantástico... Te quiero preguntar algo.
-Dime. ¿Estás bien?
-Sí. Hay alguien. Quiero decir, alguien pretendiendome.

-¿Un chico?

Rodé los ojos.

-No, papá, una chica -dije con sarcasmo.

-Podría ser posible.

-Como sea, es un chico.

-¿Y a ti te gusta? -preguntó.

Y debo admitir que en ese momento lo pensé. Sinceramente, sí. Pero era demasiado pronto. ¿Es posible querer a alguien que conociste hace apenas un mes?

-No lo sé... pero yo a él sí, ese es el caso. ¿Qué puedo hacer?

-Déjalo vivir... ¿qué puedes hacer? Así como no puedes obligar que alguien te ame, no puedes obligarlo a que deje de quererte.

Asentí.

-Gracias, papá. ¿Cómo están?

-Ya sabes, tu madre me va a volver loco.

Sonreí.

-Suerte, me tengo que ir, nos vemos... después.

Colgué. Sentí el aire de nuevo. Respiré hondo. Alguien me cubrió los ojos.

-Adivina -dijo alguien, con una voz grave (finjida. por supuesto).

-Mierda -susurré -¿Frank?

-No.

-Nat.

-Uf, no.

Sabía que era Ansel, pero lo quería hacer enfadar.

-¿Papá?

Rió en silencio.

-No, demonios.

-Sé que eres tú, Ansel.

Me descubrió los ojos y se sentó a mi lado.

-¿De verdad finjo tan bien la voz para que no sepas que soy yo?

-Lo supe desde el principio -le golpeé levemente el hombro.

-¿Qué haces aquí, Zo?

-Necesitaba aire... últimamente me la paso mucho en el cuarto. ¿Te das cuenta que no hemos hablado en casi una semana?

Asintió. Miré al suelo. Ahora sentía un poco incómodo estar con él sabiendo lo que siente. Quisiera leer su mente para saber qué cruza su mente cuando está conmigo.

-Estaba en camino por unas herramientas -dijo -¿Te gustaría acompañarme? Es cerca de aquí.

Me levanté después de él. Caminamos un poco hasta un cuarto en medio de árboles.

-¿Cómo sabes de la existencia de esto?

-Vine a fumar aquí una vez.

Abrió la puerta y entramos. Estaba oscuro y olía a polvo, a abandonado.

-¿Qué estás buscando precisamente? -pregunté.

-Destornillador. La puerta se ha jodido, alguien tiene que repararlo.

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