Capítulo 13

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Eve se había ofrecido a acompañarme hasta casa tras terminar la clase de geografía, la última del día. La verdad era que no estaba segura de qué hacer en cuanto llegásemos, pues estaba claro que no había sido invitada y eso le desagradaría por completo a mamá.

Recordé la vez en que llevé a Carrie y Bel hasta mi hogar; mi madre estaba barriendo las hojas que se habían acumulado en la entrada principal cuando nos vio a las tres. Las dos chicas le saludaron y, forzadamente, les sonrió e invitó a pasar. Ni bien se fueron, me dio un larguísimo sermón del porqué debí decirle que irían conmigo hasta casa para así esconderse y no hacerles entrar. Mamá era lo más cercano que conocía a un ser huraño y asocial.

—¿Qué pasó entre Jack y tú? —me preguntó mi mejor amiga de pronto. Yo le miré, inexpresiva. Temía que leyese mi lenguaje corporal—. ¿Están peleados?

—No —respondí con un leve encogimiento de hombros—. Supongamos que, tal vez, le dejé plantado hace no mucho porque olvidé que habíamos planeado salir.

—Oh, no —rio la chica—. ¿Y qué te dijo?

—Me escribió por la noche y no leí su mensaje hasta mucho tiempo después, a eso de la medianoche.

Eve elevó  ambas cejas con sorpresa. Sabía que le encantaba el chisme; en especial cuando era sobre personas que conocía, y vaya que me conocía muy bien.

—¿Y luego? —me incitó ella a continuar.

—Pues... —Carraspeé—. Le llamé y conversamos. Al final me colgó y se fue a dormir. O sea, sí me ha escrito y hemos hablado y todo, pero... No lo sé. Anda raro, ¿sabes? Me disculpé y me dijo que estaba bien, aunque creo que no está nada bien.

—Seguro que no —coincidió ella—. Aunque bueno, es difícil entender a Jack.

—Sí... —dije, no muy convencida—. ¿Crees que debería de hacer algo?

—Te dijo que están bien, ¿no? —Asentí—. Entonces está bien.

—¿Qué? ¿No te acabo de decir que es obvio que no está bien?

—Ya, pero mira. Tú cometiste un error, un fatídico error, y te disculpaste... Sinceramente, ¿no? —Otro asentimiento mío—. Y él te ha dicho que está bien. Ahora, no puedes andar atendiendo un berrinche suyo, Nova. Quiero decir, sí, estuvo mal lo que hiciste, pero no fue adrede y él, en su madurez —movió los dedos como si fueran comillas falsas en esa última palabra—, insiste en que no hagas nada. Pues ahí está, mujer. No hagas nada más.

—Es que... No estamos bien, Eve.

—Intenta hablar con él.

—Lo hago —susurré, avergonzada—. Pero sigue diciéndome que lo olvide ya, que no es para tanto.

—Es que no es tu culpa, Nova.

—Sí que lo es —ataqué.

—Si él no está cómodo, si tiene un problema contigo o si las cosas de verdad no están bien, debería decírtelo. No vas a estar allí, como idiota, esperando a que al niño le den ganas de decirte qué sucede. No puedes solucionarlo sola, Nova.

—Pero...

—Créeme, está actuando como un imbécil. Ojalá se dé cuenta de eso.

—Somos mejores amigos —agregué como si fuese la gran revelación que terminaría arreglando mi problemática.

—¿Y?

—Y no quiero perderle, ya sabes... Tal vez si insisto un poco más en lo que le pasa...

Eve negó con la cabeza—. Es una terrible idea.

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