El denso bosque se extendía por lo ancho y largo de la ciudad, siendo los pulmones primordiales para sus habitantes. El tráfico llevaba a los autos a aglomerarse a su alrededor; el contraste entre madre naturaleza y ser humano llenó mis fosas nasales de aire híbrido.
El sol sentía sobre mi piel como encendedor sobre hoja de papel; mis vellos chamuscados daban picazón, así como podía casi jurar que mi cabello se encontraba en llamas de igual manera. Para mi desdicha, el día había resultado en una horripilante sorpresa de otoño.
—¿Puedo salir con mis amigos este fin de semana? —le pregunté a mamá, nerviosa.
Sabía que había superado los permisos este mes, así como jurado que no saldría hasta dentro de dos semanas, pero una pequeña mota de esperanza me impulsaba.
—No —tajó ella, y no ya dije nada más. Pero claro que era obvio.
Continué mi camino, siguiendo a paso lento a mis dos hermanos, quienes iban jugando muy animadamente. Mi brazo, el cual rodeaba el de mi madre, permaneció inmóvil un rato más.
Nos dirigíamos al centro comercial más próximo de mi hogar, razón por la que hubimos decidido no coger uno de los autos y, en su lugar, llegar tras una corta caminata. Mala idea; el calor era insoportable.
Una vez llegamos, me senté frente a la tienda a la que habían entrado Archer y mi madre; Vega decidió acompañarme.
Era temprano, por lo que no había muchas personas y la mayoría de las bancas estaban vacías. Siempre me había preguntado si éstas se hallaban esparcidas por los centros comerciales para así poder detenerse a descansar tras una larga jornada de shopping, o eran para los padres y esposos que aguardaban a que sus hijas y esposas terminasen.
Me gustaría decir que, sin importar el género, cualquier persona podía aburrirse al salir de compras y acompañar a su familia, pero el hecho de siempre mirar a los varones esperando afuera de las tiendas me hacía dudar; al menos con mayor frecuencia: eran ellos.
—¿Y si compramos un helado? —me preguntó Vega, a lo que ladeé mis labios. Quería uno, a decir verdad, pero la verdad no me gustaba gastar mi dinero. Era una tacaña innata.
—Pregúntale a mamá cuando salga —respondí, a lo que ella asintió con euforia contenida.
Mi hermanita comenzó a tararear alguna canción desconocida para mí cuando su rostro se iluminó al ver algo a la distancia. Seguí su mirada, interesada por lo que ella estaba observando. Mi hermana me dio un codazo y le miré con fiereza.
—Es Nat —dijo.
—¿Eh?
—¡No voltees! —susurró, o al menos eso trató de hacer—. Nathan.
Hice una pequeña mueca de sorpresa. Nathan era el chico que le gustaba. Jamás había tenido oportunidad de verlo.
—¿Me voy? —pregunté, dudosa.
Ella negó; sus manos se movían nerviosamente sobre sus muslos—. No hablamos... Casi.
—Eso puede arreglarse.
Sin comentar más, me levanté y me dirigí a la tienda con pisadas estruendosas. Una vez dentro, vi a mi hermana mirarme con horror e irritación. Había hecho ruido para que el chico voltease y notara su presencia.
Vega le saludó con la mano y Nathan le devolvió el gesto con sonrisa incluida. Estaba gritando internamente, preparada para ver a mi hermanita hablarle cuando ella miró su teléfono celular y el chico pasó por delante sin decir nada.
Fruncí el ceño, confundida. ¿Pero qué había hecho?
Salí de la tienda ni bien Nathan estaba lo suficientemente lejos como para verme y me encaminé hacia Vega, aún con los pensamientos llenos de confusión.
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Quieres Serlo
Fiksi Remaja"Hay cierta persona que está mintiéndote". ¿Cómo puede Nova descifrar el acertijo si todos en su círculo parecen ser honestos? ¿Y si es una trampa de alguien que realmente la detesta?