𝓑𝒓𝒐𝒌𝒆𝒏 𝓓𝒐𝒍𝒍 [Buck-Tick] CORREGIDA

成長

成長 (Seichō)

Desarrollo

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Por primera vez en mucho tiempo sus pies sentían los tacones, fue en ese momento en el que se le ocurrió cambiar todo lo que era, ya no era una chica tonta, ahora era una mujer que estaba sanando las heridas que una persona le había provocado.

Volvió a aquel edificio remodelado, la recepcionista no la reconoció, nadie lo haría, Japón no se sentía tan cálido como la primera vez, ya no olía a casa, sino a ruinas.

— Imai Ayanami — dijo entregando su ID, la chica se sorprendió que un perfil de empleado siguiera vigente en la memoria de la computadora, entregó un gafete para que pasara con los Kanji de "Visitante".

— Están grabando— respondió sin dejar de verla, estaba segura de que su nombre sólo era un fantasma dentro de aquel edificio.

Colocó el gafete en el tirante de su vestido ceñido al cuerpo con encaje, en el elevador marco el piso de los estudios de grabación; volver a sentir aquella helada corriente del aire acondicionado, la cancioncilla de siempre; cerró los ojos, hasta que el elevador hizo el típico sonido, eso quería decir que había llegado.

Las puertas se abrieron crujiendo en un sonido metálico que le resultaba tan familiar, odiaba estar ahí, no quería verle, no ahora cuando sentía que sus pies dentro de los tacones de diseñador se hacían más pesados como cuando caminó por el pasillo para abordar el avión que la llevó hasta ahí. Recorrió el pasillo hasta dónde la puerta de madera se encontraba.

"Descanso, gracias a todos por su trabajo" comentó el director de grabación, giró rápidamente, en el último momento se había acobardado, iba a subir al elevador nuevamente, pero la puerta se abrió dejando ver a pocos metros a los miembros de Buck Tick.

— ¿Diga? — preguntó la voz de Imai.

Tardo unos segundos en recoger cada una de las piezas de su fortaleza que ella misma había tirado hace mucho, fue cuando giró sobre sus talones, mientras se quitaba las gafas oscuras. Imai abrió los ojos un poco más de lo que su anatomía le permitía, estaban en shock.
Y de nuevo, esa violencia hecha hombre, su cuerpo reconoció cada molécula de su aroma, la sinfonía de sus pasos, Silja estaba equivocada, no podía enfrentarlo cuando aún se desangraba al verlo. Atsushi estaba ahí, echándose el cabello hacia atrás y con ese caminar extraño, llevaba en la mano un vaso de café instantáneo, giró la cabeza rápidamente al ver cómo todos estaban pasmados, pero no pareció reconocerle, no hasta que se acercó lo suficiente a su tío.

—¿Podemos hablar?— le dijo a Imai, quien asintió rápidamente.

Atsushi tiró el vaso de café al oírle hablar, retrocedió unos cuantos pasos para que el líquido no cayese en sus tacones, así de violento y rápido fue su amor, como el vaso que cayó de sus manos y regó la hiel del desamor en su corazón.

— Nami— de nuevo su voz llamándole, quería sucumbir, abrazarlo y pedirle que la besara una vez más, porque a pesar de las veces que dijera que lo odiaba, ella sabía perfectamente que lo amaba como una loca.

Se acercó tan rápido a ella, iba a abrazarla pero le interpuso una mano cómo si algo estuviese a punto de golpearla, era él, una bala directo a su cuerpo, no, ya no más

— ¡No me toques! — gritó sin importarle ya nada, le daba lo mismo si se enteraban todos los ahí presentes que lo despreciaba, su cuerpo estaba alerta, a punto de morir por las balas de sus ojos, eso era lo que siempre hacía, dejarla herida.Atsushi era de las personas más egoístas que ella hubiese conocido jamás, no le importaba el sentir de los demás, buscaba un placer efímero y ella sólo fue esa llama que prendió de nuevo la vela de su narcisismo.