Despierta

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Mi pequeña nube es rota en cuanto estoy en la habitación esperando que mamá llegue a despedirse de mi, en cuanto entra me abraza durante todo el tiempo que nos han dado, me humedece el hombro derecho y me besa incontables veces la cabeza, me soba la espalda y rehace mi peinado como tres veces, acomoda mi vestido y finalmente me mira a los ojos

-trabajaré duro para que cuando regreses este la casa más presentable- sabemos que eso no va a pasar, pero decido continuar con lo que me dice, es mejor así a que terminemos hinchadas de tanto llorar

-no tardaré en volver, solo será una vuelta rápida y te traeré recuerdos- es entonces que siento mi cara mojada, he estado llorando y no me había dado cuenta de cuando había comenzado a derramar las lagrimas, creí que no podía soltar una sola

-pero no tardes porque el conejo se nos va a enfriar- no puedo continuar con nuestro juego y me lanzo de nuevo a sus brazos, la aprieto tanto como puedo- intenta salir con vida de ahí, solo debes de ser más lista que los otros y saldrás vencedora- no puedo verla, no puedo decirle que he aceptado mi muerte- Primrose, prométeme que tratarás de volver a casa- me toma de los hombros para que la vea a los ojos, no puedo negarle eso a mi madre, soy todo lo que le queda

-lo prometo- y eso es todo porque un agente de la paz la hace salir de la habitación. Es entonces cuando entra Madge, la hija del alcalde, acompañada por Delly la mejor amiga de Peeta, hasta dónde sé, me asombra que ambas vengan a verme

-Prim- suelta Delly para abrazarme como si fuésemos amigas de toda la vida cuando ni siquiera habíamos cruzado palabra, seguida de ella Madge se une al abrazo-debes de esforzarte, saldrás de ahí completa-¿es que nadie afronta la verdad? soy pequeña, soy débil, delgada y no doy miedo a nadie, a penas aprendí a cazar en estas semanas y si es que a eso se le puede llamar así.

-Peeta está seguro de  que vas a ganar- miro a Madge, no esperaba esa frase en ningún momento y menos de ella, quien recibe un codazo en las costillas por parte de Delly- debes de esforzarte, seguro puedes con esto-

Me miran como si esperasen una respuesta en especifico de mi, pero solo puedo quedarme viéndolas, ellas sí son altas y bueno claro que deberían de ser más altas, son de la edad de Peeta, mientras yo con mis 17 años no parezco haber crecido lo suficiente como las demás de mi grado-trataré de hacerlo- suelto casi en un susurro, apenada porque esperan de mi más de lo que puedo dar. 

 -Confiamos en ti, Prim- me abraza nuevamente Delly y se retira a la puerta, haciendo ademan de irse antes de que las saquen a la fuerza como a mi mamá

-toma- Madge pone un broche dorado en la cinta de mi vestido-puedes llevar un símbolo de tu distrito, este servirá para que recuerdes tu promesa de volver- me da otro abrazo y salen juntas de la habitación.

No pasa mucho tiempo cuando entra la mamá de Rory para darme un abrazo rápido, desearme suerte e ir de regreso con sus hijos. Eran todos y hasta más de los que podía esperar me visitasen antes de partir en el tren, hasta que veo entrar al padre de Peeta, un señor alto y blanco, de cabello rubio cenizo y ojos celestes, me sonríe y obsequia una bolsita de papel que tiene dentro diminutos panes rellenos de fresa y piña, sin decir una palabra se va por la misma puerta que los demás.

...

Pov. Peeta.

Me encuentro sentado y cansado, he golpeado y tirado todo cuanto podía, fue una explosión sin sentido de mis emociones, algo que nunca me permito, pero ha sido el colmo de los colmos, quisiera maldecir y soltar esas palabras vulgares que todos dicen como si fuesen nada, pero ya he hecho demasiadas cosas que no van conmigo, en este día. Mis padres entraron a verme primero, mi mamá no podía ni hablar del llanto que salía a golpes de su pecho y mi padre solo me abrazó hasta que los hicieron salir de la habitación, solo eso, ninguna palabra pudimos cruzar. Mis hermanos entraron con ojos rojos y puños cortados en los nudillos, no cabe duda que el golpear cosas y destrozarlas al estar así es de familia, me abrazan y se despiden de mi; es obvio que ya tienen presente lo que planeo hacer.

Intento calmar mi ímpetu y reacomodar todo lo que puedo de esta habitación, la he puesto patas arriba y no la dejaré así, porque este personaje lleno de ira y sin control que ha salido de mi no soy yo, es un loco que no se controla y debe quedarse ahí, en el fondo de mi encerrado con llave y cerrojo, hasta desaparecer por completo.

Limpio mi cara y me decido por arreglar nuevamente mi ropa, me pongo los zapatos que había aventado en algún momento de mi ira desenfrenada y peino todo lo que puedo mis rizos; ya no deben de tardar en llevarnos al tren, quisiera poder consolarla y decirle que todo estará bien, convencerla de que saldrá de estos Juegos, que será tan rica que no tendrá que volver a cazar ni vender queso de su cabra. 

Tengo que redactar un plan a partir de ya, tengo que concentrarme en mantenerla con vida aun que parezca un imposible más de cumplir. 

Es entonces que me pongo a pensar en lo extraño que me siento porque siempre creí que si un día llegasen a decir mi nombre, mi cara sería un poema para la gente del Capitolio, sin embargo ahora que lo pienso bien me doy cuenta de que he presionado la mandíbula y apretado los puños en todo el tramo hasta llegar a la plataforma y estrechar su pequeña mano, entonces bajé la intensidad que tenía en mis dedos dando como resultado el prácticamente rozarle suavemente, temiendo lastimarla más de lo que ya se veían sus manos, con el viento en mi dirección me alcanzó a llegar su nuevo aroma a césped y tierra.

 Un agente de la paz me escolta al auto que nos llevará al tren. Una vez dentro ella solo está mirando por la ventana y al piso intermitentemente, nuestra guía Effie Trinket no deja de hablar sobre las maravillosas cosas que nos esperan y de todo el trabajo que queda por hacer con nosotros. Yo solo la ignoro para centrarme totalmente en como hacer despertar a Prim de su ensoñación, sé bien que no está con los pies en la tierra ya que se la ha pasado moviendo los ojos a todas partes sin fijarlos en algo en especial, al subir a la plataforma no dejaba de sonreírme e incluso parecía feliz por nuestra situación, si no la hago despertar ahora me será imposible mantenerla con vida, necesito que esté aquí en tierra firme con nosotros o será un blanco fácil para el resto de los tributos, de solo imaginarla ahí parada en la arena viendo como corren a matarla y ella sonriendo sin mover un solo musculo, es absurdo.

Así que cuando hemos entrado al vagón en el cual comeremos, aprovechando que estamos solos por unos instantes la tomo de los brazos y la sacudo 

-Prim, por Dios, despierta ya- ella solo se límita a verme tranquilamente a los ojos- Prim llora, grita, has algo por favor- entonces noto que quien está gritando y llorando soy yo-Vamos, sé que puedes hacer algo-la abrazo a mi cuerpo, no puedo parar de llorar y gritarle. Es el colmo de colmos.

-Peeta- la escucho, pero no la retiro ni un poco de mi-me lastimas- no me importa- Peeta, me lastimas, suéltame- no lo hago hasta que empieza a gritar y forcejear para ser libre de mi agarre

PAN CON  QUESODonde viven las historias. Descúbrelo ahora